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Pégale a tu familia gratis en Rusia

Pablo Gea
Pablo Gea Congosto*

No es broma. Así es la cosa. La Duma rusa ha aprobado por 380 votos contra 3 la ley de leyes, esto es, la que establece que las agresiones que causen dolor físico -no hablemos ya del psicológico- pero que no lesión o herida, no serán delito. Fuera del Código Penal. A partir de este momento, la violencia doméstica, ya sea pegar a tu mujer, a tu marido, a tus hermanos, a tus padres o a tus hijos, pasa a ser un delito de carácter civil. No hay cárcel, por tanto. La criminalidad sólo llega si las agresiones son reiteradas. En el fondo la ley en el país al que se le disculpa todo es de una simplicidad aplastante:

La violencia “civil” se castiga con multa de hasta 30.000 rublos (500 euros), arresto de 10 a 15 días y hasta 120 días de “trabajo social”.

La siguiente vez, ya es violencia “criminal”, que pasa por el Código Penal.

¿La gracia? Si la hubiere. La Justicia no actúa de oficio, de tal manera que serán las víctimas las que tendrán que buscarse la vida, reunir las pruebas y acudir a los tribunales porque, en palabras del Vozhd Putin la injerencia de la Justicia en la familia “es intolerable”. Ahí va eso, en un país en el que el 40 por ciento de los crímenes tienen lugar en el seno de esa familia tradicional e intocable, con 36.000 mujeres golpeadas por sus parejas y 26.000 niños por sus padres al año. Esta ley tenía que pasar por la Cámara Alta, el Consejo de la Federación. Los senadores, para entendernos. Y ser firmada por el Presidente. Pues bien. Así acaba de ser. Su impulsora, nada menos que una mujer, Yelenia Mizulina, también consiguió meter con éxito en la agenda política la ley aquella que prohíbe la distribución de propaganda homosexual. Toda una liberal. Queda claro entonces que Rusia puede seguir siendo un modelo a seguir para todos los “progres” del mundo, si es que alguna vez lo fue.

 

Y sí, como Rusia fue comunista y es “enemiga” de los EEUU, el malo entre los malos, hay que perdonarle todo. Hay que mirar para otro lado cuando Corea del Norte paga sus deudas de guerra a la Federación Rusa por medio del envío de trabajadores forzados.

 

Y ahora movemos los vectores a España y a otros países occidentales, que se llenan la boca para defender los Derechos Humanos y cuya población entregada y socialmente comprometida se ha echado a la calle para criticar implacablemente las medidas arbitrarias y discriminatorias, aunque también protectoras (para los americanos, se entiende) implantadas por la Administración Trump, con toda la razón del mundo. Pero esa razón la pierden cuando callan vilmente ante lo que ha sucedido en Rusia. Porque son unos cobardes. Hablemos claro, ¿vale? Esos ríos de personas con pancartas cuando Trump liquida la inmigración musulmana procedente de países “poco fiables” no tienen su equivalente cuando Putin permite que le pegues a un familiar y te quedes tan pancho. Esa gente que grita cuando EEUU bombardea un campamento del DAESH se calla cuando Rusia asesina civiles en su despreocupación absoluta cuando ataca poblaciones para consolidar sus objetivos estratégicos. El feminismo radical, que apoya leyes discriminatorias para el Hombre como es la Ley de Violencia de Género, guarda un silencio cómplice porque criticar al Gigante del Este va en contra del dogma de lo Políticamente Correcto, o peor aún, sólo censura sus prácticas en cuanto recaen sobre la mujer. Al resto de seres humanos le pueden ir dando.

Y sí, como Rusia fue comunista y es “enemiga” de los EEUU, el malo entre los malos, hay que perdonarle todo. Hay que mirar para otro lado cuando Corea del Norte paga sus deudas de guerra a la Federación Rusa por medio del envío de trabajadores forzados. Hay que entender que las prisiones rusas se caractericen por sistemáticas violaciones de la dignidad humana más elemental, que las torturas, las palizas y hasta los asesinatos sean el pan de cada día allí y en las colonias penitenciarias. Hay ponerse en su lugar cuando a partir de 2017 se va a restablecer definitivamente, a plena luz, el trabajo forzado. Nada que ver con el GULAG, sin duda.

Quienes callan o apoyan por dogma esto son nuestros lobbies más altruistas, y las formaciones políticas a las que apoyan o han creado para defender sus intereses. Esta es la verdad. Afrontémosla. Este es el tipo de gente que nos gobierna y que nos gobernará en el futuro. Estos son los que buscan el progreso de la sociedad. Estos son los perros de la Dictadura de lo Políticamente Correcto. Esto es la basura de la política en España.

 

*Pablo Gea Congosto es estudiante de Derecho y activista político.