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Podemos Andalucía

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Pepe Torrente

Podemos Andalucía quiere un tratamiento especial para el conjunto de diputados que Andalucía manda en su nombre al Congreso. Dice Teresa, reunida con los compis bolivarianos en Atarfe el pasado finde, que ésta es una comunidad histórica para justificar con tan simplón aserto la argumentación más a mano que tiene.

Todo lo malo se pega, no para rectificar ni mejorarlo, sino para hacerlo aún peor. Son tiempos de ruptura del orden patrio y constitucional para algunos, y quedarse aislado defendiendo  lo contrario pareciera que no es lo más moderno. Incluso lo llamarán facha. De ahí que Podemos Andalucía no quiera ser menos que quienes desde Barcelona Podem En Comú; ni de quienes desde Galicia creen En Marea que España es un retal de retales al que ellos deben poner frontera con costuras propias. No sabía yo que para que los diputados andaluces de Podemos defendieran bien los intereses de esta tierra necesitan sentirse especiales, más allá del orgullo que se presupone por ir a Madrid a representar lo mejor posible a estas ocho provincias del Sur de España.

[blockquote style=»1″]Podemos Andalucía, o sea Teresa de Cádiz, está pasando por ese tiempo de colosal berenjenal que desborda a los más despistados del lugar.[/blockquote]

Quizá que sea más faltón e irrespetuoso, mucho más, elegir con una decisión digital del líder Iglesias imponer en las provincias como cabezas de cartel electoral a personas que nada tienen que ver con la provincia en cuestión. Es mucho menos serio e irrespetuoso con los vecinos de allí que el número uno de Podemos por Almería no conozca ni siquiera donde está Olula del Río, que es el pueblo donde nació el padre de Carme Chacón, en la próspera comarca del Almanzora. O que quien habrá de representar los intereses de los onubenses en Madrid sea alguien que reconoce haber ido a Huelva por primera vez el día que empezó la campaña electoral. Para estos casos no les ha importado lo más mínimo que seamos “comunidad histórica”, de las de caché, y tratar con el respeto debido a sus votantes.

Podemos Andalucía, o sea Teresa de Cádiz, está pasando por ese tiempo de colosal berenjenal que desborda a los más despistados del lugar. Personas que andan desnortadas desde el punto de vista estratégico al que asirse. Especialmente desubicados  desde que Susana Díaz prefirió a Juan Marín como compañero de travesuras políticas, y los dejara a ellos con su bandera de Venezuela  colgados de su brocha de pintar los pactos de la nueva política.  Teresa y sus revolucionarios adláteres no saben, ni lo imaginan siquiera, el nivel que requiere el ejercicio de la política en momento tan delicado como el actual como para ponerse a contar frivolidades detrás del flautista Pablo y su Hamelín de rencores bien administrado. Está el tiempo político de delicada manera como para resumir toda nuestra prioridad andalusí en la reclamación de ese primer nivel territorial. Como si no tuviéramos Constitución y Estatuto en vigor ya que nos pone donde los andaluces y los españoles nos hemos querido poner.

Esta ocurrente decisión primaria de los de Podemos en Andalucía responde a esa necesidad moderna y muy actual de reclamar taifas por doquier. Ellos no quieren ser menos. Hasta la propia jefa de la CUP ahora en el Parlament catalá dice que usará el aranés para exigir su revolución desde el estrado. Y que le traduzcan por vía interna a Puigdemont y Junqueras con el pinganillo de traducir el aranés de Inés.

En Andalucía no teníamos línea roja que ofrecer, y ya hemos encontrado una. No se han atrevido con lo del derecho a decidir andaluz, pero es seguro que propondrán el derecho a incluir “pisha” o “miarma” en el próximo número del DRAE. Y eso es lo que hay, julay.