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Podemos y Amancio Ortega

Aplaudirle conlleva romper su base ideológica y alabar al individuo ambicioso y luchador que se hace a sí mismo...

 

Todos sabemos ya de qué va la consabida polémica. El fondo, sin embargo, se nos escurre y se nos esconde a partes iguales. Oculto entre las brumas del maquiavelismo político. Y es que, el hecho de que alguien decida hacer una donación para una obra de caridad o para cualquier causa que pueda repercutir en el bienestar social en sí mismo no significaría nada, si el combate por la ideología política no lo convirtiera en un hecho reseñable. Como en otras casos en los que el empresario Amancio Ortega, bien conocido por su amplia fortuna, ha realizado donaciones para diferentes ‘causas’, la que recientemente ha proporcionado para la dotación de nuevos aparatos revolucionarios destinados a la cura del cáncer ha levantado las iras de Unidos Podemos (me niego a entrar al trapo del falso lenguaje inclusivo, mecanismo de imposición ideológica del totalitarismo identitario), nada menos.

 

Sus argumentos, aptos para autoconsumo, versan sobre que la Sanidad Pública no puede financiarse con las ‘limosnas’ de un multimillonario que, además, explota a sus trabajadores. Tan sólo puede hacerlo por medio de impuestos. Dejando aparte el simplismo apabullante de dicho razonamiento, sólo la mezquindad del mismo es menor que su lógica criminal. A estas alturas, no es un secreto para nadie que la ideología de Podemos e Izquierda Unida no es otra que el Comunismo. La obviedad no debe normalizar el contenido del hecho por cuanto se trata del planteamiento más criminal de cuantos a perpetrado la Humanidad, responsable de más de cien millones de muertos y de atroces dictaduras que, vez tras vez, han sido magistralmente blanqueadas por sus herederos ideológicos hasta tal punto que estas opciones políticas siguen disfrutando de amplia aceptación social y de una saludable carrera electoral. Si dicha ideología ha sido capaz de edificar tiranías homicidas de tal calibre no se debe sólo a las fechorías de una minoría, sino de un planteamiento ideológico que genera una psicología determinada que pretende la disolución del individuo en la colectividad y la imposición de un igualitarismo basado en la identidad de una comunidad abstracta que exige cada vez más medios coercitivos por parte del Estado. Porque, a fin de cuentas, si el resultado es el paraíso, que más da que para la tortilla haya que partir algunos huevos.

 

 

De ahí la negación a todo incentivo privado, a toda ambición y a toda capacidad de realización de la persona individual. Y si la persona individual no vale nada, y la ideología lo es todo, la hostilidad hacia la Economía de Mercado adquiere todo el sentido del mundo.

 

 

Una lógica que permite al ser humano crecer económicamente y, con ello, separarse del colectivo homogéneo, no puede ser tolerada. Es desde esta óptica desde la que debe contemplarse la hostilidad furibunda de Unidos Podemos a la donación de Amancio Ortega. Aplaudir dicha donación es aplaudir a un gran empresario, máximo exponente de la Economía libre que ellos pretenden destruir. Aplaudirle conlleva romper su base ideológica y alabar al individuo ambicioso y luchador que se hace a sí mismo, algo intolerable para una política que se nutre de los resentidos sociales que sólo se movilizan para aniquilar lo que les causa envidia en vez de tratar de mejorar por sí mismos.

 

Pero hay algo más perverso en todo esto. El rechazo de Unidos Podemos a esta donación no puede ocultar su atroz y miserable inhumanidad. Porque si de salvar vidas se trata, importa bien poco de dónde venga el dinero, si este es público o privado: lo que importa es que los enfermos se curen y de que las personas individuales -esas que tanto detestan- puedan tener una oportunidad para seguir viviendo. Lo demás son tonterías. Porque no habrá lógica más criminal que aquella que niegue mejores tratamientos a los enfermos por motivos ideológicos, como ellos se han pasado haciendo durante las ominosas décadas que han perdurado sus dictaduras, aun a costa de la vida de estas personas. Y como se trata de un razonamiento que se agota por sí mismo, no tienen más remedio que recurrir al cuento de que ‘la Sanidad no puede financiarse con donaciones de multimillonarios’, incapaces, al parecer, de llegar a la simple conclusión de que el que en un momento puntual se reciba una donación cual sea no significa en absoluto, ni puede significar en ningún momento, que vaya a sustituirse el sistema de financiación pública de la Sanidad, ni que esta vaya a privatizarse. Una muestra más lo mezquino de su pataleta.

 

Una llamada a las portadas de los periódicos para quitarse el mal sabor de boca por la debacle en las últimas Elecciones Generales y para levantar el ánimo de los anti-capitalistas de cara al 26 de Mayo. A ver si rascan algo. Y si lo hacen, que esperemos que no sea así, lo harán a costa de haber demostrado una insensibilidad social de campeonato, que prueba que para estos hijos de papá que no han dado un palo al agua en su vida y que viven como nuevos ricos, las vidas de las personas no valen nada. Porque, si algo sabe cualquiera que esté desesperado, es que cuando uno no tiene nada a lo que agarrarse, cuando se está sólo y al límite, cuando lo bueno se reduce lenta e inexorablemente ante la impotencia de la limitación humana, cualquiera que pueda acercar una rama de olivo, cualquiera, es bienvenido y constituye una buena razón para estar agradecido. Pregúntenle a un enfermo de cáncer.