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¿Podrá descansar en paz Miguel Ángel Blanco?

Marcial Vazquez
Marcial Vázquez*

Parece que en España no solamente produce tensión y fractura mirar al futuro, sino también mirar hacia el pasado. Ya con el homenaje a las primeras elecciones democráticas del 77 existió una polémica perfectamente evitable, ya que la presencia de Juan Carlos I habría sido necesaria y más que justificada. Al final, más que recordar el significado de la época de la Transición, nos quedamos con el desplante al Rey emérito y con Podemos pidiendo cárcel para Martín Villa, una de las piezas claves de la UCD en aquella época. Ahora, con el recuerdo del 20 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco no podíamos esperar otra reacción: los partidos enfrentados entre sí e incluso hasta dentro del mismo PP, donde Aznar o Mayor Oreja han sido apartados y marginados de la primera línea de los actos-homenajes a Miguel Ángel.

La cuestión del terrorismo en este país nunca ha sido algo pacífico. Posiblemente porque además de tratarse de asesinatos y terror que duraron décadas, también la ETA se encontró con la equidistancia de un partido que gobernaba en sus “dominios” y otro partido nacional- el PP- que hizo de la lucha anti terrorista un poderoso instrumento de desgaste al gobierno socialista una vez que Garzón salió despechado y desengañado del proyecto de Felipe González y quiso demostrarnos a todos que él no solamente era mejor que el entonces presidente sino también que todo su partido, el PSOE. Con el paso de los años fue el PP quien maniobró para inhabilitar al juez más mediático de nuestra democracia, con parte del socialismo defendiendo su figura y su integridad como juez. Digo parte, no todo, porque en el PSOE hay quien ni perdona ni olvida al ex juez Garzón.

Como decía, incluso en los peores años de la guerra sucia, la derecha pastoreada con Fraga mantuvo una actitud discreta respecto a lo que se iba descubriendo, pero Cascos, Trillo, Rato y Aznar- jaleados por Pedro J- decidieron que el uso infame y desleal del terrorismo de la ETA era un atajo soportable para acelerar la caída de Felipe González. Luego, ya en el gobierno, a partir del 96, el PP hizo de su lucha contra el terrorismo vasco una base de su razón de ser política y gubernamental. Si dejamos a un lado la tentación -nunca vencida- de utilizar electoralmente a las víctimas del terrorismo, es justo reconocer que la política anti terrorista de los gobiernos de Aznar fue eficaz y directa. Ya, con la ley de partidos que permitió ilegalizar a Batasuna y que contó con el apoyo de Zapatero, se dio un paso esencial para iniciar la deslegitimación y desestructuración de todo el entramado de apoyo y logístico del terrorismo.

 

El balance final, sin embargo, es incuestionable: los etarras fueron vencidos por la democracia, por el Estado de Derecho y por la Guardia Civil y Policía Nacional.

 

Sea como sea, hasta la derrota de ETA meses antes del fin de la segunda legislatura de Zapatero, se produjeron muchas etapas distintas que nos indican lo complejo y difícil que es elaborar una foto fija o estática de los errores y aciertos en la lucha contra el terrorismo tanto del PSOE como del PP. El balance final, sin embargo, es incuestionable: los etarras fueron vencidos por la democracia, por el Estado de Derecho y por la Guardia Civil y Policía Nacional. Otra cosa es cómo se está gestionando la etapa post- ETA, donde algunos pretenden reescribir la historia donde no existan “ni vencedores ni vencidos”. Por desgracia, lo que existirán ya sin remisión son los centenares de muertos que la banda criminal vasca dejó tras de sí a lo largo de tantos años. En este sentido, y nadie puede discutirlo, todas las víctimas del terrorismo merecen la misma consideración, recuerdo y respeto.

La pregunta es la siguiente: si las víctimas de ETA se cuentan en más de mil, ¿cómo una sola, Miguel Ángel Blanco, puede tener un significado tan profundo que 20 años después de su asesinato se le sigue recordando a nivel mediático y nacional? Aquí surge la otra cuestión: su secuestro y asesinato significó un punto de inflexión en la sociedad española y vasca respecto a la naturaleza cruel y descarnada del terrorismo.

 

La miseria moral de este espectáculo es aterradora, pero es conveniente reconocer en qué país vivimos y qué políticos nos manejan.

 

 

Llegados a este punto, planteo lo siguiente: la línea que separa el homenaje debido de la manipulación partidista desvergonzada es muy, muy fina. Y da la sensación de que muchos han intentado-en un sentido u otro- utilizar de nuevo a Miguel Ángel Blanco para obtener algún tipo de rédito electoral. Un rédito que, sinceramente, no sé cuál puede ser a estas alturas, porque 20 años después, uno lo único que consigue con estos homenajes es retratarse tal cual es desde el punto de vista moral y humano.

La decisión de Carmena o del PSOE en algunos ayuntamientos- ¡como el de Cádiz!- negándose a dar un reconocimiento especial a Miguel Ángel porque eso supondría el desvalor hacia las otras víctimas del terrorismo, demuestra el grado de histeria instalada en la política española, con el PP aprovechando- como en aquellos tiempos- esta indefinición o tibieza de otros partidos para exprimir la ocasión y señalarlos como insensibles y sospechosos. No es que en el PP puedan dar lecciones de unidad en exceso, porque los principales responsables de entonces- Aznar, Mayor Oreja e Iturgáiz- han sido oportunamente apartados para que en la foto junto a la hermana de Miguel Ángel, sean Rajoy y el nuevo presidente de NNGG quienes salgan posando.

Políticos que 20 años después de uno de los asesinatos que más huella dejaron en la historia siguen sin ponerse de acuerdo en respetar la memoria del muerto, demuestran que no solamente tienen graves carencias políticas sino también cívicas. En el PP quieren seguir recordándonos que Miguel Ángel era “suyo” y parte del PSOE actual y casi todo el Podemos de siempre, no quieren ser generosos en el reconocimiento a la memoria de Miguel Ángel porque interiorizan- en efecto-que era “del PP”. La miseria moral de este espectáculo es aterradora, pero es conveniente reconocer en qué país vivimos y qué políticos nos manejan. Con ETA derrotada, el mejor homenaje a la memoria de todos sus asesinados- incluido el concejal del PP de Ermua- es no permitir que sean los abertzales los que ahora nos digan qué pasó entonces y cómo debemos mirar al futuro. No se trata del “espíritu de Ermua”, sino de la dignidad de nuestra democracia.

 

*Marcial Vázquez es Politólogo.

@marcial_enacion