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Política basura con ETA

Durante esos años de excarcelación de terroristas no conocí que familiar de víctima o periodista acusara a Aznar de complicidad con ETA.

 

Una delegación parlamentaria europea visitó España a finales del pasado año. Aprobada su visita con los votos en contra de PSOE y UPodemos, querían conocer la razón de que 379 crímenes de ETA sigan sin autor conocido. Entre ellos, el de José Manuel Rodríguez Fontana, mi amigo de academia en Badajoz asesinado con otros dos policías el 15 de mayo de 1980 en San Sebastián. 

Piden los europarlamentarios que los crímenes de ETA se consideren de lesa humanidad y no prescriban; proponen incluir en el Código Penal los Ongietorri (bienvenida) como enaltecimiento terrorista, y crear una “Comisión de la Verdad”, que la fiscalía investigue las causas pendientes, aunque sean hechos que puedan haber prescrito. Tres medidas justas con las familias de las víctimas a las que se opone el Gobierno de España. Quizás los miembros del parlamento europeo no hayan tenido tiempo de conocer todo lo que rodea el mundo de ETA; con certificados falsos de universidades vascas, se permitió a los terroristas acortar años de condena. Con la legislación penitenciaria aplicable, tras el primer crimen era indiferente asesinar a 5 o 25 más porque la condena a cumplir siempre sería la misma. Con el Código Penal franquista de 1973, De Juana Chaos cumplió el máximo legal posible, 18 años por 25 asesinatos. 

Aznar excarceló a decenas de terroristas y uno de ellos, “Iñaki Bilbao”, dos años después de salir participó en el asesinato del concejal del PSE en Orio, Juan Priede. Aznar quería el final de ETA, lo apoyaron medios de comunicación y el PSOE de Zapatero (Pacto por las libertades y contra el terrorismo), pero no lo consiguió. Durante esos años de excarcelación de terroristas no conocí que familiar de víctima o periodista acusara a Aznar de complicidad con ETA. Mayor Oreja, 30 de enero 2000, portada del “Diario de Sevilla” II aniversario del crimen de la familia Jiménez-Becerril: “Estaría dispuesto a sentarme con ETA”, que había anunciado el fin de la tregua. Entre otros objetivos del comando aparecía mi nombre.  

En 2003 estuve en Pamplona; dos policías muertos y uno con las dos piernas amputadas. El público concentrado en la puerta de la catedral para el funeral calló ante Llamazares, silbó a Zapatero y aplaudió a Aznar y Acebes. Recibieron con alborozo al Gobierno que llevaba años excarcelando a terroristas de la banda que cometió los crímenes, y con indiferencia y abucheos a la oposición. Zapatero no gobernaba ni excarcelaba presos de ETA y cuando negoció su final, lo hizo entre acusaciones de los mismos que los habían dejado en libertad poco antes de “chapotear en la sangre de los muertos”. Zapatero anunció un cambio constitucional para reconocer a las víctimas del terrorismo; lo merecen, es una asignatura pendiente de la democracia porque la Constitución española está regada con su sangre y sus vidas. 

En 2013, Rajoy se dio mucha prisa en cumplir la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre la “doctrina Parot”, que podía haber dejado en suspenso durante años como han hecho otros países con distintas sentencias (Alemania, Reino Unido, Francia… alegando razones de seguridad nacional). Por esa sentencia se excarcelaron decenas de terroristas y violadores (algunos reincidieron cometiendo más agresiones a mujeres porque pocos se “curan”). 

El pacto con UPodemos, Bildu y la gestión de los presos hoy es tan indigna como lo fue excarcelar a criminales para negociar cediendo al chantaje terrorista. La política de PSOE y PP ha despreciado la memoria de las víctimas y el dolor de sus familias. Ni olvido, ni perdón, ni política basura: justicia, respeto, memoria y reconocimiento.