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Una nueva casta, políticos sin fronteras

Daniel Gutierrez Marín / Opinión.- La política no tiene fronteras. Alguien debería crear una fundación que se llamase, por ejemplo, Políticos Sin Fronteras. Allá donde se produzca un entuerto irreparable, voluntarios y cooperantes de esta fundación irían al rescate de la ciudadanía. Esto, que pueda parecer una broma de mal gusto –de pésimo gusto, incidiría–, se produjo ayer mismo. Un parlamentario andaluz, vicepresidente tercero de la cámara para más señas, y su fiel lugarteniente –lo recordarán de otras películas como #15MpaRato o #TokeaBankia– se fueron hasta la Catalonia independiente en grado de tentativa para explicarles a las molt honorables señorías cómo proceder a una consulta independentista sin arriesgo inconstitucional y conforme al Derecho.

Desde un estricto punto de vista académico, la propuesta es irreprochable. Quizá no en la misma forma desde el ángulo político. Que se lo pregunten al diputado de Ciudadanos invitado a la ponencia que decidió no asistir al encuentro con los juristas andaluces. En resumidas cuentas, parece factible, en primera instancia, que con una mera reforma del Reglamento del Parlament, la consulta independentista pueda celebrarse. Se trata de habilitar una web a través de la cual los ciudadanos pueden votar, ponderando democracia directa con democracia representativa. Cuando le preguntaron a Moreno Yagüe por qué se expone esta fórmula, que profundiza en recuperar «soberanía» ciudadana, en Cataluña y no en Andalucía –de donde es parlamentario– su respuesta fue tajante: «Porque Cataluña es un lugar idóneo para esto [..] aquí hay un movimiento que está reclamando decidir, participar. Esto nos ha llamado la atención y nos ha motivado a venir aquí a explicar qué se puede hacer». Como puede apreciarse, es un caso claro de Políticos Sin Fronteras. 

Vamos, que Moreno Yagüe se ha ido hasta la Ciutadella de Barna para decirnos a los andaluces, a sus representados, que a nosotros lo que nos gustan es que nos gobiernen sin rechistar. Razones no le faltan al muchacho.

Los parlamentarios andaluces, algunos, parecen ligeros de gasto para la resolución de problemas ajenos, que son los de España. Porque, si se entiende bien, los andaluces estamos pagando a unos políticos que profundizan en cómo romper la piel de toro. Legítimo por otra parte. Mientras tanto, Susana Díaz sacando pecho por su apoyo a Rajoy en la defensa de la unidad nacional. Hubiera sido más productivo que tan magna idea, la de recuperar «soberanía» ciudadana, se hubiera aplicado en Andalucía antes que en otros puntos de la geografía nacional. Aunque lo mismo, a tenor de las declaraciones del propio Moreno Yagüe, a los andaluces no nos interesa eso de participar y decidir directamente en política, recordando aquello que nos decían nuestras abuelas: tú no te señales. Vamos, que Yagüe se ha ido hasta la Ciutadella de Barna para decirnos a los andaluces, a sus representados, que a nosotros lo que nos gustan es que nos gobiernen sin rechistar. Razones no le faltan al muchacho.

Pero lo más curioso de este asunto, que puede funcionar muy bien y contribuir a una mejora notable de la democracia, es que lo mismo los políticos se pegan con la realidad de la calle en las narices. El nuevo sistema de voto es sencillo: por cada voto directo a través de la web, un voto menos de la soberanía total representada en la cámara. Sería la manera idónea para que se hiciera realidad, por fin, aquello del «no nos representan» que ahora han recuperado los políticos indignados con el renovado #NoEnNuestroNombre. Es decir, que la calle podría propinarles un zasca en toda la boca a sus señorías en cuestiones controvertidas, mermando el poder de la cámara e institucionalizando, de una vez por todas, la política de barra de bar. Que ya era hora. ¡Hombre, por favor!