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En el PSOE de Almería sobran los militantes

Javier_Menezo
Javier Menezo*

La diputada almeriense Sonia Ferrer es alguien que me agrada a nivel personal y también quien con un post suyo está en el origen de esta reflexión. Hace unos días bajo la foto del Sr. Sánchez Teruel, Secretario General del partido, ella escribió “En el comité de mi partido. Aquí es donde se debe debatir y que cada uno aporte sus ideas, criticas, halagos, reivindicaciones. Pero a la hora de hablar los que lo hacen en 140 caracteres o no vienen o se van a los 15 minutos”. Afirmación que completó con esta respuesta dirigida a los que consideraban que estaba expulsando a los críticos:“se echan ellos solos”.
Mi percepción inicial fue errónea. Di por bueno que se trataba del eterno debate sobre si las redes sociales son lugar para mostrar opiniones relativas a la evolución de ese partido lo que de entrada implicaría que existen otros accesibles y abiertos a militantes y simpatizantes donde hacerlo. Recordemos que el 26j el PSOE de Almería obtuvo resultados aún peores de los que sufridos el 20D- Ambas listas fueron presididas por la Sra. Ferrer. Pero ese pensamiento es equivocado y además muy conveniente a la élite que controla la Organización. Veamos las razones.

Primero, es un contrasentido que haga esa afirmación en una red social, ya que siendo fiel a su razonamiento no hubiera puesto nada. Segundo, su admonición no se extiende a los miembros de la élite del partido formada por los cargos públicos, asesores o en general aquellos que obtienen rentas públicas por su condición de socialistas que compartieron muestras de apoyo al Sr. Sánchez Teruel o, como ella misma, utilizaron las redes para destacar la brillante intervención del líder, videos incluidos. Y, tercero, en ningún lugar sea el ciberespacio o su Comité la hemos oído o leído valorar los resultados obtenidos y las conclusiones podrían ser inquietantes.

Tiene pues que haber algo más y lo hay. La élite necesita el silencio de los de abajo, su permanencia lo exije. Al establecer el marco de lo que se puede decir y donde se puede decir aleja la valoración de los resultados de la fecha en que se produjeron, expulsa del debate a cuantos no son miembros de ese Comité y evita que los votantes, sus votantes, conozcan alguna valoración que no sea una mezcolanza de frases entresacadas del argumentario del partido a nivel andaluz. El silencio de los otros, especialmente el autoimpuesto viene bien a las elites del socialismo almeriense.

Han convertido el partido en una caja de resonancia vacía donde solo se escucha el sonido de sus propias voces, alejadas de una sociedad de la que no forman parte y de una militancia a la que miran con recelo.

Y si ampliamos el foco hacia esa élite beneficiaria del silencio, notamos que el PSOE de Almería lo forman dos grupos, uno pequeño y a la defensiva, formado por los cuadros que ocupan y en ocasiones se intercambian, cargos o puestos públicos y otro unas bases en franco retroceso donde abundan las personas mayores que contra viento y marea mantienen una fuerte identificación con el partido.

Pero el socialismo almeriense convertido, por usar la acertada expresión de Pascual Maragall en un partido de notables, es decir, cargos públicos o aspirantes a serlo ha devenido en irrelevante y a su élite no le importa. No es capaz de atraer a las capas más dinámicas de la sociedad, e incluso como si fuera una batidora va expulsando a aquellos que no participan de la idea de militancia como profesión. ¿Quién que lea las admoniciones para no hablar va a acercarse a un partido que en cuanto entre le obligará a renunciar a sus derechos civiles como la libertad de expresión en beneficio de su élite? ¿Quién está dispuesto a aceptar el papel de tonto útil, reducido a público en los mítines e interventor en las elecciones?

Pero nada de eso preocupa a esa élite. Acceden a puestos o cargos públicos por su condición de socialista afín al grupo y ello les convierte de facto en dirigentes de ese partido en una extraña confusión entre Administración autonómica y partido político convertido este último en instrumento de aquella en la sociedad. Por usar las palabras de Maurizo Cotta, quienes controlan el gobierno controlan el partido desde esa posición. Llegan hasta el extremo simbólico de adquirir plaza reservada en los actos del partido. Si, leen bien, como los miembros de un Consejo de Administración, en los actos de partido, esa especie de asociación de cargos públicos tiene reserva de plaza, por delante del pueblo militante convertido en decorado de sus selfies con la máxima autoridad.

Las élites socialistas almerienses han convertido el ocupar cargos públicos y obtener un puesto en el gobierno no solo en la expectativa habitual cuando se forma parte de un partido sino en un fin en sí mismo. No importa que no gobiernen en la provincia en casi ningún municipio de más de 2.000 habitantes ni que aporten bien a la suma de votos de su partido -28.000 en las últimas elecciones- Da igual porque todos ocupan cargos, y así, como diría Ignatieff, han convertido el partido en una caja de resonancia vacía donde solo se escucha el sonido de sus propias voces, alejadas de una sociedad de la que no forman parte y de una militancia a la que miran con recelo.

No gobernarán jamás, han renunciado a esa ambición, pero si vigilan que nada se mueva dentro porque en la conspiración interna son los amos, le va el sueldo en ello. Han llegado a través de un oscuro sistema de lealtades causante de una selección negativa, esa que hace que asciendan los peores. La existencia de militantes que no compartan esa visión les incomoda y les cuesta disimular. Cuanto menos sean más fácil es controlar agrupaciones y más continuidad tendrá su carrera profesional. Porque si, a nivel almeriense han reducido el partido a la nada pero a nivel andaluz se controla el BOJA y siempre hay, como complemento, migajas que repartir en el Boletín de la Provincia, Y esos Boletines constituyen su autentico ideario. Fuera de ahí está el desierto y en Almería sabemos lo sofocante que es.

*Javier Menezo es Letrado del SEPE (INEM) en Almería