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PSOE, carretera y manta

Javier_Menezo
Javier Menezo

Tanta tontería no puede acabar bien de ningún modo. Es anunciar Pedro Sánchez que saldría de gira con su coche y responder Antonio Pradas que los diputados socialistas andaluces recorrerían España y Andalucía. Los dos sitios. Si a uno se le humedecen los ojos, los otros ven en las lágrimas de Susana Díaz, el pegamento que uniría el partido (cita textual).

En esta trascendente labor estaban cuando llegó la investidura. Frente a la más elemental cordura la gestora exigió que se abstuvieran todos. Para acabar con Sánchez; para contar victorias; para poner al día la lista de traidores. Traidores a uno, a los otros, a todos, un lio. La audiencia no quedó defraudada. Cada cual hizo lo esperado y Rufián se ahorró el discurso leyendo un mix de tuits. Como su dicción es de velocidad retardada, con un par de ellos consumió el tiempo y enfadó a media Cámara. Dijeron ser por el contenido, pero yo, por lo lento, ya le habría cogido tirria.

 

Cada cual hizo lo esperado y Rufián se ahorró el discurso leyendo un mix de tuits.

 

Eran tuits que recogían la actual tendencia de recordar de los abuelos. No para ir a visitarles a la residencia, no. Por su papel en la lucha. Todos los abuelos tienen un pasado de luchadores antifranquistas, incluso los que estuvieron con las nacionales. El sábado se hubieran decepcionado si llegan a ver entregar el Gobierno a Rajoy, que es gallego como Franco. Pero ahí estamos. El abuelo de Laura murió con el carnet del PSOE en la mano, que ya son ganas en un momento así. Y Rufián lo sufre, pero no sólo él. Citar al abuelo como único argumento para impedir acuerdos entre partidos es trendit topic. ¿No hubiera sido más lógica una negociación en la que el PSOE impusiera condiciones al PP para desbloquear la investidura? Se ve que no. Lo mejor es desperdiciar ese respaldo y hacerlo gratis. Madina, entre tanto, nos descubrió el motivo: era para que Rajoy se confiara y después crujirle. De que Rajoy se ha confiado no hay duda. Estaba feliz y aprovechó para recordar que se gobierna desde el Gobierno. Todo se ha convertido en disparate.

A continuación llegaron las sanciones a los diputados díscolos. Y contentos pueden estar. Hay quien propone echarles del grupo y hasta de la península. Lo que se conoce como coser, vamos. En paralelo la bronca de fecha del Congreso extraordinario. Unos lo desean pronto, para que el enfado de las bases no se agote. Los otros tarde, confiando en restaurar el prestigio perdido de Susana Díaz. Su razón tiene. Recuerden el chascarrillo: si hay que ir se va, pero ir pa ná, es tontería. Pues eso, no se va una a la batalla pasando por un restaurante de Benavente (Zamora), para acelerarse ahora y que vuelva Sánchez.

Argumenta la gestora que se fijará un calendario de ponencias para un nuevo proyecto. Curioso, haciendo cestos nuevos con mimbres viejos. Habrá un gran debate, se contará con todo el talento del partido. Si, todo eso que lleva tiempo. Nadie que conozca al PSOE se lo cree. Más estatutos, manifiestos, programas, proyectos, que añadir al cajón donde amarillean los anteriores. El nuevo proyecto viene acompañado de la antigua frase “lo importante son las ideas, no las personas”. Lo dicen, sin inmutarse, los perennes. Mientras haya que pensar en ideas ya se encargan ellos de ser las personas. Por el interés del partido.

 

Pues eso, no se va una a la batalla pasando por un restaurante de Benavente (Zamora), para acelerarse ahora y que vuelva Sánchez.

De esta forma, la división entre los socialistas no remite. Al contrario. Cada grupo se está fracturando en varios grupitos más. Llegaremos a ver grupos unipersonales. El grupo Díaz, el más interesante, anda detectando posibles mirlos blancos. Para abatirlos, lógicamente. Como recuerdo de su reciente pasado suena el proverbio inglés, quien saca la espada, no puede ceñir la corona. Y ello les tiene inquietos. Es tal el nivel de enfrentamiento y división, que sólo un tercero podría pacificar el partido y sacarlo de su círculo de inquina. Los partidarios de Díaz tienen trabajo. Detectar el clavo que sobresalga y darle con el martillo. La Sexta entrevista mucho al diputado Urquizu. Guapo como Sánchez, pero no tanto como para montar otro embolado. Cuídese pues de los idus de marzo. Madina ha prometido que no lo intentará, pero no puede uno fiarse, que tras él asoma Rubalcaba. Patxi López se deja querer y tiene una ventaja: fue barón, fue presidente, es uno de los suyos y también de los otros. Existe, por tanto, un problema difícil de conjurar. El paso del tiempo desactiva el sanchismo, pero activa otros candidatos.

 

El PSOE entra en el siglo XXI. La solución es difícil, pero existe. Que todos sigan el ejemplo de Sánchez. Barones actuales y pasados, jarrones chinos, dirigentes perpetuos, ah, y Rubalcaba. Todos, carretera y manta.

Además, no puede descuidar la retaguardia. En el viaje a Moncloa vía Ferraz, Verónica Pérez, la máxima autoridad, parecía la heredera natural para controlar el partido. Hasta que habló. ¡Qué fácil se pierde el prestigio cuando no se tiene! Deja un hueco y en cada telediario aparece Mario Jiménez. En tiempos se habló de él como competidor de Susana Díaz en la sucesión de Griñán. Le demostraron que no era el camino correcto y corrigió el rumbo. Paradojas de la vida, no le meten en la Comisión Ejecutiva de Sánchez y acaba en la gestora. Cogiendo protagonismo. Atentos a él.
Al final, ya les digo, toda esta tontería no puede acabar bien. O quizás sí. De Sánchez se podrán decir muchas cosas. Patear a un hombre caído es muy nuestro. La estatua de Franco en Barcelona no se derribó al estilo Sadam Husseim. La tumbaron cuarenta años después y porque estaba a nivel de suelo que es más sencillo. Pues eso, que se le podrá llamar de todo. Pero, tiene a su favor que, queriéndolo o no, ayudado por la soberbia de sus detractores, ha despertado a las bases de su partido y las cosas no volverán a ser igual. El PSOE entra en el siglo XXI. La solución es difícil, pero existe. Que todos sigan el ejemplo de Sánchez. Barones actuales y pasados, jarrones chinos, dirigentes perpetuos, ah, y Rubalcaba. Todos, carretera y manta.