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PSOE y Podemos deberían saber pactar

El PSOE está muy tocado, noqueado, herido de gravedad, pero no está muerto; que no se equivoquen los líderes de Podemos

Emilio Diaz Berenguer
Emilio D. Berenguer

 La propuesta realizada por Íñigo Errejón, y respaldada posteriormente por Pablo Iglesias, de apoyar a un presidente independiente no tiene pies, ni cabeza, y podría ser un cortafuegos para controlar el incendio atizado por una de las cinco líneas rojas planteadas por los líderes de Podemos tras el 20-D, la del ejercicio del derecho a decidir de los pueblos de España.

Vivimos una coyuntura en la que toca sumar más que restar y anteponer ese legítimo derecho contemplado en el programa electoral de Podemos. No somos pocos los que lo consideramos inoportuno e improcedente en el tiempo, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de sus votantes, incluidos los de Galicia y Comunidad Valenciana, y también los de Catalunya, seguro que si fueran consultados darían prioridad a otros muchos puntos de dicho programa. Que se lo pregunten a Ada Colau, que repasen el programa que presentó a las municipales en Barcelona, así como la exquisita neutralidad de su consistorio en esta materia.

Condicionar un acuerdo para alcanzar un gobierno de centro-izquierda, o al menos un acuerdo de investidura, al derecho a decidir no parece que sea la mejor manera de respetar la voluntad de los españoles expresada en las urnas, aunque tampoco debería implicar la renuncia de Podemos a defender ese derecho en el lugar en el que los españoles han vuelto a residenciar el poder político, el Parlamento de la nación.

[blockquote style=»1″]Por otra parte, la transversalidad con la que Podemos se ha identificado, antes y durante la campaña electoral, debería obligar a Pablo Iglesias a rectificar para no comenzar decepcionando a sus seguidores y votantes, que esperan de su partido la defensa del ciudadano de a pie, por encima de los intereses de grupos, por muy legítimos que estos fuesen.[/blockquote]

Tras una legislatura controlada por la derecha representada por el PP, con la pasividad cómplice del PSOE, que no supo o no quiso plantear alternativas, plagada de medidas que han causado muchos sacrificios y sufrimiento a la mayoría de la población, la primera prioridad de un partido que se presenta como el impulsor de la regeneración política debería ser su agenda social y económica, así como la recuperación de las libertades políticas limitadas por la Ley Mordaza. Por otra parte, la transversalidad con la que Podemos se ha identificado, antes y durante la campaña electoral, debería obligar a Pablo Iglesias a rectificar para no comenzar decepcionando a sus seguidores y votantes, que esperan de su partido la defensa del ciudadano de a pie, por encima de los intereses de grupos, por muy legítimos que estos fuesen.

Es perfectamente comprensible y respetable que Podemos haya adquirido un compromiso con sus aliados y sus electores catalanes para defender el derecho a decidir, lo que en ningún caso supone el respaldo a la independencia de los territorios que integran España, tal como interesadamente están vendiendo algunos líderes de PP, Ciudadanos y PSOE; precisamente Podemos plantea ese derecho por considerarlo la mejor garantía de estabilidad para las próximas décadas.

Sin embargo, en ningún lugar del programa, ni en el propio de Podemos, ni en el de En Comú Podem, se dice que deba ser la prioridad número uno y mucho menos una línea roja que deba condicionar un acuerdo sobre un posible gobierno alternativo al de una derecha que ha ejecutado una política austericida que, de continuar otra legislatura más, podría acabar, de una vez por todas, con el Estado de Bienestar en España. Las líneas rojas como tales nunca aparecen en los programas electorales de los partidos políticos democráticos.

En el PSOE se ha abierto una brecha gracias a que su actual líder, Pedro Sánchez, ha decidido públicamente encaminarse por la senda de la opción de gobierno más acorde con la voluntad expresada por los españoles en las urnas. No es un momento histórico para poner palos en la rueda del partido socialista, sino de ser coherentes con lo que Podemos ha venido defendiendo durante el último año; su propia razón de ser, recuperar los derechos sociales y económicos hurtados a los españoles y su estrategia, la transversalidad, la cual se debería plasmar en facilitar la salida del ejecutivo de una derecha no enmarcable en la excelencia democrática y que en cuatro años más podría dejar a España sin clase media.

[blockquote style=»1″]El PSOE está muy tocado, noqueado, herido de gravedad, pero no está muerto; que no se equivoquen los líderes de Podemos y no transmitan una falsa realidad a sus seguidores y votantes, muchos de los cuales no desean tanto la desaparición del partido socialista, como su regeneración.[/blockquote]

Se vende interesadamente a través de los medios de comunicación, y algunos seguidores de Podemos lo están creyendo, que a este partido no le interesa apoyar una alternativa de izquierda, ya que de acuerdo con los datos del 20-D nunca la lideraría, y que no mojarse, de una u otra manera, aún suponiendo facilitar que gobierne el PP, le sería beneficioso electoralmente ante un posible adelanto del final de la legislatura, pero se equivocan quienes lo crean.

El sufrimiento que un nuevo gobierno de la derecha representaría para una gran mayoría de los españoles, con un último zarpazo a la sanidad pública y gratuita y a la educación pública de calidad, entre otros derechos sociales, así como la venta que haría un aparato político tan poderoso como el del partido socialista para responsabilizarle indirectamente, podría tener un efecto boomerang contra Podemos en futuros comicios.

El PSOE está muy tocado, noqueado, herido de gravedad, pero no está muerto; que no se equivoquen los líderes de Podemos y no transmitan una falsa realidad a sus seguidores y votantes, muchos de los cuales no desean tanto la desaparición del partido socialista, como su regeneración. Tan sólo algunos de ellos querrían ver a Podemos convertido en el sustituto del PSOE, pero la inmensa mayoría de los más de cinco millones de votantes del partido emergente no piensan así. Es el momento de demostrar que Podemos ha llegado para quedarse, ofreciendo alternativas y no sólo denunciando los atropellos políticos, sino dispuesto a pactar con altura de miras, pero sin abandonar su hoja de ruta materializada como contrato electoral con los españoles y no dejando que sus intereses partidistas se pudieran confundir con los de la ciudadanía.

Estoy seguro de que la razón se impondrá y que Podemos hará todo lo posible para que el PP no continúe gobernando en España, pero no lo estoy tanto de que los barones y baronesas del PSOE vayan a ponérselo fácil a su secretario general para que pueda convertirse en el próximo presidente del Gobierno con apoyo de un Podemos al que culpan de ser el causante de todos sus males, sin pararse a hacer una reflexión introspectiva en la que no están personalmente interesados.

La más que probable convocatoria de nuevas elecciones en Catalunya tras una posible decisión de la CUP de no apoyar la investidura de Mas, abre a Podemos un escenario electoral optimista en esta Comunidad Autónoma, lo que le permite un mayor margen de generosidad para negociar su apoyo a Pedro Sánchez como presidente del gobierno de la nación.