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¿Qué pretende Susana Díaz?

¿Volver a presentarse a unas elecciones pensando que los hechos son los tendenciosos y no ella?

 

A Creso, último rey de Lidia, le predijo el oráculo de Delfos que si atacaba a los persas destruiría un imperio y, efectivamente, así fue pues Creso derrotado destruyó su propio imperio. Hogaño hay pocos currículos políticos tan mordientes hacia su propia organización y lo que representa, o debería representar, que el de Susana Díaz que, como un Creso redivivo, ha sustanciado su estrategia política en socavar a su propio partido para imponer un mesianismo personal trufado de chabacanería autoritaria y pobreza metafísica. Convertida Andalucía en una taifa oligárquica todo consistía en la inmovilización del proyecto socialista no de otro modo que la mantis religiosa inmoviliza a los otros insectos para devorarlos, inyectándoles en las articulaciones un humor anestésico. A partir de ahí el susanato ya podía disponer del caos suficiente para administrarlo desde un pedestal mesiánico como en la película de Chaplin en la que Charlot es un cristalero ambulante que dispone de la ayuda de un niño, dedicado a romper a pedradas los cristales que luego él reparará.

 

Los acontecimientos protagonizados por Díaz desde el fatídico coup de force del 1 de octubre como consecuencia del boicot a la candidatura de su propio partido a la presidencia del Gobierno a favor de la continuidad del PP en el poder ejecutivo, como así ocurrió, y la profunda crisis causada por el intento de Díaz de asaltar el poder de Ferraz, causó un general rechazo en el conjunto de la militancia y el electorado socialista que se materializó en una abrumadora derrota en las primarias.

 

Empero, su filibusterismo político sólo ha conseguido que la derecha, una y trina, haya cubierto un espacio político en Andalucía impensable hasta hace poco por el rechazo entre propios y extraños que han concitado las intrigas, egolatría, vulgaridad y chabacanería que marcan el genotipo de la política de Díaz.

 

El corolario de esta trayectoria desaliñada y perturbadora del modelo ideológico socialista, ha sido una torpe campaña electoral con el basamento de un liderazgo que estaba roto por toda la peripecia destructiva de la hasta ahora presidenta de la Junta de Andalucía. Susana Díaz no pudo ser Eva Perón, manca finezza y las ideas, los principios y el valor intelectual de la política no tienen alternativas honorables. Este darwinismo político al revés, en esa busca permanente de la fidelidad ciega, ha ido dejando por el camino a socialistas valiosos que tan necesarios serían en una crisis tan aguda como la que padece el socialismo andaluz.

Después de su contundente derrota en las primarias, Díaz quiso atrincherarse en Andalucía y mantener su poder institucional y su clientela orgánica a base de regalías, cargos y adhesiones inquebrantables como en todo caudillaje. Empero, su filibusterismo político sólo ha conseguido que la derecha, una y trina, haya cubierto un espacio político en Andalucía impensable hasta hace poco por el rechazo entre propios y extraños que han concitado las intrigas, egolatría, vulgaridad y chabacanería que marcan el genotipo de la política de Díaz. Por todo ello y en esta tesitura, ¿qué pretende Susana Díaz? ¿Mantenerse ahora en la oposición sin crédito político alguno? ¿Volver a presentarse a unas elecciones pensando que los hechos son los tendenciosos y no ella? La actitud política de Díaz la ha convertido en incompatible con un Partido Socialista que necesita regenerarse de lo que el susanismo representa.