Ramón Ramos/ Opinión.- Mientras líderes políticos debaten en directo por internet, cita organizada por ‘El País’, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparecerá ante las cámaras de ‘Telecinco’: ‘¡Qué tiempo tan feliz!’ se llama el programa. ¿Y dónde mejor? Estamos todavía en precampaña, el almanaque todavía no ha marcado la fecha en que burocrática y oficialmente a la campaña se le cae el ‘pre’ y se entra de lleno a pedir el voto, pero qué más da: en España hemos construido un mapa administrativo que sobrecarga el calendario y nos hace vivir en permanente y latente estado ‘pre’, ‘in’ y ‘pos’ electoral pues al resultado de cualquier cita con las urnas, por restringidas que sean a una autonomía concreta se le da una lectura en clave de desgaste o avance según los partidos de turno que estén en Moncloa o en la oposición.
De modo que Rajoy se va a ‘¡Qué tiempo tan feliz!’, denominación de un programa televisivo que bien podría valer como eslogan para la campaña electoral de Rajoy, según la arcadia feliz a la que nos ha llevado el pilotaje de Rajoy durante estos cuatro felices años en que su magisterio imperó desde Moncloa para desde allí irradiarse al resto de los españoles. Y si algunos envidiosos y aguafiestas no quieren verlo da lo mismo: en realidad el programa-eslogan ¡qué tiempo tan feliz! se refiere a los cuatro años que nos aguardan si las mayorías persisten en el voto y renuevan la confianza en Rajoy. Ya ha dicho Dolores de Cospedal que la única garantía de persistencia en la recuperación es el PP y lo demás son cuentos chinos.
Entretanto llega la cita televisiva del ‘tiempo tan feliz’, Rajoy se va a un programa de la radio deportiva. Ya se sabe que el periodismo deportivo ha creado unas muy acertadas alegorías del lenguaje y su audiencia es el campo abonado para enlazar con el ‘mantra’ electoral del PP. Por ejemplo, la “espectacular remontada” que los datos macroeconómicos ofrecen en estos finales de 2015 en la comparativa con 2011. Ríete tú de las remontadas del Bernabéu… En programas de ese estilo es más difícil que te pillen en fuera de juego con las cifras, aunque conocida la fe madridista que profesa el presidente del Gobierno cuando en la anochecida ucraniana del martes el equipo blanco se viese acuciado por una repentina sacudida de goles en contra en los últimos minutos del partido tal vez hasta la mente de Rajoy acudiese un mal presagio, una similitud entre la mayoría aplastante que el marcador presentaba a favor del Real Madrid –como el PP en las últimas generales- y este final de legislatura en que las encuestas apuntan a un ajustado escrutinio.
Rajoy, en cualquier caso, no esconde su pasión por la prensa deportiva. Como la mayoría de los españoles, cabría decir. ‘Marca’ y ‘Mundo Deportivo’, sumadas sus difusiones e índices de lectura, superan con mucho la de los periódicos generalistas de mayor tirada. Si en tres años y medio concedió dos entrevistas y su estampa hierática saliendo del Congreso de los Diputados con el ‘Marca’ bajo el brazo forma ya parte de la historia iconográfica reciente en la política española, ahora se ha lanzado a este tipo de programas que indican hasta qué punto los líderes políticos han descubierto los verdaderos yacimientos del voto indeciso u oculto. A fin de cuentas en un mitin tratas de convencer a los que ya estaban convencidos y los debates, según el formato encorsetado en el que los aparatos de los partidos pactan su desarrollo, tampoco permiten el cuerpo a cuerpo que podría establecer un vencedor claro del envite.
Y como cuarenta años de democracia no han bastado para fijar por ley lo que debería ser un auténtico debate, pues todo se reduce a aquella inefable irrupción de Pedro Sánchez en ‘Sálvame’, en las tortas que se dan por aparecer en ‘El Hormiguero’ o ‘El Intermedio’, la multipresencia de los podemitas en programas de todo jaez y en esta presencia de Rajoy ahora en ‘¡Qué tiempo tan feliz!’ y la radiofónica-deportiva del martes. ¡Gol en Las Gaunas!