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Queipo de Llano continuará en la Macarena

Juan Tortosa Bn
Juan Tortosa

¿Saldrán alguna vez los restos de Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena? Ochenta años después del comienzo de la Guerra Civil, el ayuntamiento de Sevilla se ha puesto de acuerdo, por fin, para condenar el golpe de Estado que lo propició y para repudiar la figura del sangriento general que sembró el terror en la ciudad aquel trágico verano, el golpista y asesino que, durante los primeros meses de la guerra civil, liquidó sin contemplaciones a todo el que había tenido algún tipo de predicamento en el mundo político y social sevillano durante la república. Abogados, médicos, arquitectos, filósofos, profesores, notarios –entre ellos Blas Infante- fueron fusilados por las tropas rebeldes que mandaba Gonzalo Queipo de Llano.

Muchos de los asesinados eran miembros de la cofradía de la Macarena. En Sevilla pertenecer a una cofradía -más de sesenta salen a la calle en semana santa- es un hecho social. Una costumbre. Una pasión si queréis pero en muchos casos al margen de las cuestiones de religión.Y la Macarena, como todo el mundo sabe, es una de las cofradías punteras.
Doce años después de finalizar la guerra civil, en 1951, muere Queipo y lo entierran… ¿dónde? Sí, señor, en la Macarena. Nada más entrar a la izquierda, ahí lleva sesenta y cinco años. En 2008 decidieron maquillar la lápida, y donde ponía “excelentísimo teniente general” puede leerse desde entonces “hermano mayor honorífico”. La fecha de la rebelión, que también figuraba, fue hábilmente cubierta con el escudo de la cofradía. Cincuenta y ocho años tuvieron que pasar para que alguien se atreviera a retocar la inscripción. Un timidísimo parche producto de muchos años de debate que dejaba pendiente el asunto fundamental al que nadie parece querer meterle mano: ¿por qué los restos de Gonzalo Queipo de Llano continúan en la Macarena?

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 ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad». (Quepo de Llano)

Los restos de alguien cuyas aterradoras soflamas radiofónicas a través de los micrófonos de Radio Sevilla sembraron el pánico entre una población literalmente ultrajada: «Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad»- bramaba Queipo. Y continuaba: «…también a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen. Vayan las mujeres de los «rojos» preparando sus mantones de luto. Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad».

Este es el sátrapa cuyos restos reposan, junto a los de su mujer Genoveva Martí, en la basílica de la Macarena, entrando a la izquierda. Y allí van a continuar, a pesar de la moción de IU que el ayuntamiento sevillano aprobó por unanimidad el pasado día 29 repudiando su figura y condenando el golpe del 18 de julio. Allí continuará porque los concejales del PP votaron en contra de su traslado y los de Ciudadanos se abstuvieron. “Como Ayuntamiento, no somos nadie para mostrar nuestro rechazo a lo que diga su hermandad y su familia, que quieren que esté allí”, argumentan los populares.

Y la verdad es que, pensándolo bien, se trata de un asunto entre los católicos y la familia del asesino. Así que quizás lo lógico puede que sea desentenderse y que lo arreglen entre ellos. O no.