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Rajoy, de salida

Francisco Gimenez Alemán
Francisco Giménez-Alemán

Mariano Rajoy está amortizado como presidente del Gobierno. Se ha quemado a fuego lento en el altar de la recuperación económica, que es su gran activo en la Legislatura, pero ha sembrado el descontento, la precariedad y no ha logrado embridar el caballo desbocado del paro.

Hay que ser justos y reconocer que Rajoy fue providencial en un momento determinado: el de su llegada a la Moncloa porque de haber seguido unos meses más el peor jefe del Ejecutivo que ha tenido nuestra democracia, no se sabe dónde estaríamos ahora. Sucede, sin embargo, que la política de austeridad llevada al paroxismo de los ministros De Guindos y Montoro ha dejado las cunetas de la vida española sembradas de víctimas de esa pócima que se quiso aplicar como medicina y a la postre ha machacado a las clases medias y multiplicado el número de indigentes.

Es cierto que Rajoy prestaría un gran servicio a la Nación y a su partido si se echara a un lado y dejase que el PP buscase entre su nomenclatura un candidato sin desgaste, sin mochila y con desparpajo político para afrontar esta circunstancia  en la que los trileros y los vendehúmos parecen ganar la partida dejándolo todo en ta

Las voces que se alzan, todavía con sordina, en el PP pidiendo el relevo de Mariano Rajoy como candidato a la Presidencia del Gobierno son una tímida muestra del malestar existente en la formación conservadora que no se resigna a otra pírrica victoria el 26 de junio, si como todo parece indicar se repiten las elecciones generales en vista del desacuerdo, y del espectáculo, que están dando los partidos políticos, especialmente PP, PSOE, Podemos y C´s. La imposibilidad de alcanzar un acuerdo de mínimos está provocando un hartazgo en el electorado que pudiera conducirnos a una muy alta e indeseable tasa de abstención.

Fuera de los tópicos al uso, es cierto que Rajoy prestaría un gran servicio a la Nación y a su partido si se echara a un lado y dejase que el PP buscase entre su nomenclatura un candidato sin desgaste, sin mochila y con desparpajo político para afrontar esta circunstancia  en la que los trileros y los vendehúmos parecen ganar la partida dejándolo todo en tablas. Es una decisión tan personal del Presidente en funciones, gallego por más señas, de la que no hay por el momento ni señales de humo. Ni de humo blanco ni negro. Pero somos cada vez más los españoles que no vemos otra salida al embrollo actual. Porque todo parece indicar que del 26 de junio no saldrá resultado distinto que haga posible la investidura y la formación de Gobierno.