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Rajoy e Iglesias, incompatibles con la democracia

Francisco Rubiales
Francisco Rubiales

El intervencionismo autoritario de Podemos, que convierte a ese partido en una amenaza, y el aislamiento estúpido del PP, dirigido por un inepto de gran tamaño que no sabe dialogar con nadie, están conduciendo a España hacia unas nuevas elecciones, en las que, contrariamente a lo que se dice, ellos dos serán los perdedores.

El pueblo español es esclavo y torpe, pero no lo suficiente para no darse cuenta de que Mariano Rajoy y Pablo Iglesias se han convertido en amenazas para España y en políticos incompatibles con la democracia. Rajoy lo es por incapacidad para dialogar, su complaciente convivencia con la corrupción y por no haber aprovechado su tiempo de gobierno con mayoría absoluta para regenerar España, como había prometido, mientras que Pablo Iglesias es incompatible con la democracia y con la libertad por sus planteamientos totalitarios y por su vinculación ideológica y emocional con regímenes tan opresores y deplorables como los de Venezuela e Irán.

Uno y otro son peligrosos para España. Y lo van a pagar cuando se abran de nuevo las urnas.
La amenaza que representan Rajoy y Pablo Iglesias convierten al PSOE y a Ciudadanos en los principales activos de la política española y ambos se perfilan como virtuales ganadores en las próximas elecciones que ya despuntan por el horizonte, a las que España se dirige tras comprobar que las ambiciones de Podemos y el aislamiento silencioso y obtuso del PP impiden todo entendimiento y diálogo para formar gobierno.

De este inútil y decepcionante diálogo de sordos, en los que la ambición y la estupidez se han impuesto sobre la cordura, la generosidad y el amor a España, saldrán heridos los dos partidos mas extremistas y deteriorados del panorama español, los que dirigen Pablo Iglesias y Rajoy.
[blockquote style=»1″]Que el partido que estuvo a punto de destruir España con Zapatero al frente y que abrió las puertas de la corrupción de par en par esté en alza demuestra hasta qué punto está deteriorada y hecha polvo la política española. [/blockquote]

Uno y otro son tan torpes y están tan alienados que creen que unas nuevas elecciones le favorecerán, ignorando que los españoles no son tan imbéciles y esclavos como ellos creen y que hay millones de ciudadanos asqueados ante el sucio y lamentable espectáculo de ambición, arrogancia e intrigas que han ofrecido en las últimas semanas.

Muy mal tiene que estar la política española para que la esperanza de buena parte del país quede depositada en el PSOE, un partido dirigido por un ambicioso guaperas que estaba dispuesto a pactar con cualquiera con tal de gobernar, al que sólo han frenado las exigencias desorbitadas de Pablo Iglesias, sus descarados rasgos totalitarios y la resistencia de algunos de los viejos líderes y barones socialistas, más cautos y lúcidos que el secretario general.

Que el partido que estuvo a punto de destruir España con Zapatero al frente y que abrió las puertas de la corrupción de par en par esté en alza demuestra hasta qué punto está deteriorada y hecha polvo la política española.

Ciudadanos es la otra fuerza emergente, una condición esperanzadora que ha logrado gracias a su apuesta por el diálogo, la cordura y la regeneración en las últimas semanas. Sus actuales 40 escaños van a crecer, alimentados por los millones de decepcionados con la soberbia incapaz del PP y con la amenaza totalitaria de un Podemos que quiere subir los impuestos hasta la estratosfera y controlar la verdad, la riqueza, los servicios secretos, la prensa, y hasta el pensamiento de los españoles.

Es más que evidente que el PP está tan corrompido y destruido que necesita regenerarse en la oposición, donde debería aprender aceleradamente qué es la democracia, como se escribe la palabra «generosidad», que la «corrupción» es un pecado y que la política no es para servirse de ella, sino para servir. Tendrá, además, que pedir perdón por los daños que ha causado a España con sus robos, emprender con fe el camino de la regeneración y expulsar de sus filas a los muchos sinvergüenzas que han convertido el partido en la cueva de Alí Babá.

[blockquote style=»1″]El Podemos de Pablo Iglesias ha sufrido un proceso de deterioro moral y de alejamiento de la democracia tan grande que, si no da un giro de 180 grados a sus valores y planteamientos, debería inhabilitarle para gobernar un país como España.[/blockquote]

El Podemos de Pablo Iglesias ha sufrido un proceso de deterioro moral y de alejamiento de la democracia tan grande que, si no da un giro de 180 grados a sus valores y planteamientos, debería inhabilitarle para gobernar un país como España, sobre todo por sus coqueteos con el totalitarismo, sus fulgurante asunción de los vicios y poses de la vieja y odiada casta política, su ambición indisimulada, su desconexión con el espíritu limpio y popular del 15 M, por su transformación veloz en un partido de centralismo feroz y por sus apoyos y alianzas los peores enemigos de España, incluyendo a los que quieren despedazarla.

Otro bloque que necesita una profunda renovación, más si cabe que los grandes partidos corrompidos y desnortados que han gobernado y destrozado España en las últimas décadas, son los ciudadanos de España, los votantes. Tendrán que asumir que con las urnas no se juega, que han estado a punto de llenar la política española, con sus votos, de serpientes de cascabel, que España solo tiene futuro como país libre, encuadrado en la Europa y en un bloque occidental que, al menos en teoría, respeta las libertades y la democracia, y que cualquier apuesta futura del pueblo español debe orientarse hacia la exigencia irrenunciable de limpieza, de verdadera democracia y a entregar el poder a políticos decentes, no a chorizos encubiertos y a arrogantes dictadores travestidos de demócratas.

Quedan pocos días para que España empiece a caminar hacia unas nuevas elecciones, pero si en ese periodo el PSOE de Pedro Sánchez, preso de ambición de poder enfermiza, cometiera el error de sucumbir a la tentación de unirse a Podemos para gobernar España, habrá metido a un tigre hambriento en su cama y sucumbirá hasta morir, probablemente junto con España.