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Rajoy, Génova 13 y el balcón de la mentira

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Pilar Enjamio, Psicóloga

Como el mismo escenario de un teatro los personajes fueron apareciendo. Un balcón como el mejor espejo para observar de forma analítica conductas en conjunto o por separado.

Mariano no es tonto y pusilánime como dicen muchos sino que se lo hace consiguiendo el mejor de los resultados.Es educado, guarda las formas cuando casi es imposible hacerlo pero para ello tiene un buen comodín,la retranca gallega y ese despiste tan suyo que a veces es incorporado para quedar bien. Conocedor de que muchos de los que certificaron su muerte política y querían su cabeza eran los mismos que en esos instantes de noche de elecciones aplaudían y le consideraban el artífice de un triunfo. Por ello como quien no tiene noción de lo que dice pero teniéndola en lo más profundo como un actorazo de series de humor hizo su afirmación: No voy a nombrar a nadie, sólo a Elvira. mi mujer”.

Dicen que Rajoy respeta a sus votantes pero está cansado y sería igual de feliz yéndose a Ribadumia a tomarse un Barrantes o un Albariño

Es muy fácil traducir el significado psicológico de gratitud a la única que no le falló, le consoló en etapas difíciles y siempre creyó en él. Viri, como cariñosamente se le llama,es una mujer dulce, discreta, siempre en segundo plano pero a la vez al lado de su marido, sin el afán de protagonismo y aspavientos de la consorte de Pedro Sánchez. Sabe que no es un voto del PP exclusivamente sino resultado de aglutinar los votos de centro derecha para frenar un temor exacerbado a un frente de la izquierda radical. Sus nervios, confusiones, una forma de hablar nada fluida y repetitiva son fruto del stress de dos campañas, de dimes y diretes y ataques salvados por su alto nivel de resiliencia o resistencia a la frustración y como hombre realista sabe que no todo esta ganado.

Hay quien hace quinielas de cara a una suma de izquierdas con las Mareas que vive Dios les va el nombre al pelo. No todo es zozobra ni quimeras porque para eso ya tenemos a Pablo Iglesias. A Pedro Sánchez le pasó factura su pacto con Podemos aunque él siga obcecado en el interés personal e intransigencia de Pablo Iglesias como causa del fracaso de una boda sin amor. Todo lo que es por interés se resquebraja, se rompe en mil añicos y Pedro Sánchez creyó en el cuento de la lechera y fantaseó. Dice que Rajoy respeta a sus votantes pero está cansado y sería igual de feliz yéndose a Ribadumia a tomarse un Barrantes o un Albariño. Protocolariamente tenía y debía salir al balcón pero no estaba cómodo, deseaba que todo se terminase. Ya había una pancarta que decía GRACIAS. Así de sencillo y simple.