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Reforma de la Administración

Cuando quieran modernizar, primero hablen de medios, efectivos, el fin del enchufismo y sueldos acordes con la responsabilidad.

La llegada de un nuevo Gobierno tiene sus ritos. El primero innovar en el nombre de los ministerios. Que se note que el que llega viene con ideas frescas. Y no es fácil, vean a la ministra responsable del MTMYSS, alias Trabajo, que tiene un ministerio que recuerda a esos catchap imposibles cuando te has olvidado la contraseña. Esos que te ponen, lo hacemos para saber que Ud no es un robot. Hombre, si fuera un robot me sería más fácil entender esas letras, señores.

Otro rito es anunciar reformas Una de ellas es la de la Administración. No ha Gobierno que no la anuncie.

 

El nuevo Gobierno, pues, fiel a la tradición ha creado un comité de expertos para reformar y modernizar la Administración, poniendo al frente al que fuera ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla. Bien.

 

Hagamos historia. El anterior Gobierno también nombró un comité. No lo llamó comité porque esta palabra suena bolchevique, sino Comisión -Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas, CORA-  y por lo que parece su objetivo era exactamente el mismo que el del Comité ( y el de todos los anteriores).  La diferencia entre el Comité y la Comisión está en un pequeño detalle: el partido que creó la Comisión tenía mayoría absoluta en el Congreso, y el del Comité un grupo escuálido. Pero no crean, no saben cuantas absurdeces políticas se han evitado gracias a la falta de mayorías absolutas.

El caso es que -sigo con la historia- el PP tenía mayoría absoluta, tenía una Comisión y no tenía excusa para no hacer algo, lo que fuera. Cuando ya aquello no podía demorarse más, octubre de 2015, con una velocidad vertiginosa aprobó dos leyes administrativas, la de procedimiento y la de régimen jurídico -esta va sobre el funcionamiento de la Administración- que consiguió la unanimidad de los autores y cátedras de derecho administrativo. Aunque no en la dirección esperada, porque todo se pusieron de acuerdo en criticarlas, algunos con gran dureza. Ahora espero que no la cambien porque nos hemos aprendido los nuevos números de los artículos cuyo contenido venía a ser, básicamente, el mismo que el de la ley anterior.

 

Esas normas también querían cambiar la Administración, adaptarla a las nuevas formas de comunicación, hasta el extremo de que la ley de procedimiento cita tantas veces la expresión “medios electrónicos” que llega a resultar cómico.

 

Pero ahí está y resulta que la parte final, sobre la Administración electrónica, entrará en vigor en octubre de este año.

Esa es la gran reforma de la Administración, la utilización de los medios electrónicos, así que el Comité no debería partir de cero, sino de lo que, en realidad, se acaba de crear. Tienen en su contra que, entre lo que queda de legislatura y sus apoyos, el Gobierno -me juego algo a ello, aunque poco porque soy pobre- no va a aprobar reforma alguna de la Administración. Primero habría que ver que reforma, como negociarla, y como se relacionaría con la reforma del Estado autonómico. ¿Imaginan una reforma del Estatuto del empleado público y su relación con las leyes de todos y cada uno de los próximos estados federados, actuales autonomías? Un charco que Pedro Sánchez no necesita pisar.

Lo curioso – o no- es que el presidente del Comité, el exministro Sevilla se estrena aportando su idea de 2007. ¿Para que cambiar si solo han pasado 11 años? Los funcionarios deberían cobrar por objetivos. Porque, añade, “no todos trabajan igual, y por tanto, no todos merecen lo mismo”. Nada que objetar, no señor.

 

Hombre, señor ex ministro, no habrá mala intención en la frase, pero debería ser lo primero que se le oye como presidente del Comité. Leerla es como aquello de no pienses en un elefante. Imposible no pensar en él cuando te dicen que no pienses en él. Pues esto lo mismo, lo primero que se piensa es que los funcionarios son vagos y que la modernización de la Administración pasa por ponerles a currar. Hemos pasado los años de la crisis enredados en una guerra de pobres, la frustración de la gente se supo alejar de los poderosos para fijarla los parados en los que tenían empleo, los temporales en los funcionarios. Así que, el estreno no ha sido muy bueno.

 

Fijar objetivos ¿a cada uno?  Eso es mucho más fácil de decir que de hacer y te hace quedar como supermodernizador.

 

Eso, sin contar que ya hay una parte de los sueldos de muchos funcionarios que dependen de los objetivos, lo que coloquialmente se ha llamado siempre productividad. ¿Qué es la productividad? Pues cumplir objetivos. Fijarlos individualmente no es ni fácil, ya digo, ni deseable. Un logro es el resultado de un equipo, no de un individuo. Así que, una vez fijado, como toda la reforma sea esa, quien es vago será igual de vago, pero por objetivos.

La Administración central tiene muchos problemas, y el sueldo, efectivamente es uno, pues es más bajo que sus compañeros autonómicos. Hay miles de interinos, personas que entraron para cubrir unas necesidades y ahí siguen; hay una mala distribución de plantillas, hay falta de incentivos y hay que potenciar, más, el uso de las sedes electrónicas de los Organismos ¿Es normal que una persona prefiera -o deba- solicitar una cita para pedir el paro el 4 de junio, que se la den para el 7 de julio dada la acumulación de solicitantes, y por tanto no cobrar hasta agosto, en lugar de solicitarlo online en su casa a la hora de la siesta?

Bueno, es un poco hablar por hablar, ya les digo. Pero cuando quieran modernizar, primero hablen de medios, efectivos, el fin del enchufismo, y sueldos acordes con la responsabilidad, y después ya, dice lo de los objetivos porque hay funcionarios que no trabajan.