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Regreso a la vieja anormalidad

Esta es la primera vez que no se ha publicado, en la fecha prevista, la concesión, de mitad de año, de cruces blancas al mérito militar

 

Hoy ha decaído el estado de alarma después de casi 100 días de excepcionalidad. Un estado que, en lo sanitario, se ha mostrado eficaz en la lucha contra la pandemia.  Y, en lo político, se ha evidenciado como eficaz resorte frente a desvaríos nacionalistas y separatistas. Por tanto, ya son dos los artículos de la Constitución, el 155 y el 116.2, los que han sido positivamente “testeados” para demostrar, inequívoca y omnidireccionalmente, la subordinación de lo autonómico al interés general de la Nación.

 

En ese marco, el Gobierno  está intentando reescribir el pasado inmediato, empleando un  léxico milonguero y de gran carga política. Acción que denomina “nueva normalidad”, y que pretende rubricarla con un acto de homenaje a los fallecidos por coronavirus, el próximo 16 de julio. Es raro el día en que alguno de los miembros del Gobierno (especialmente Sánchez, Iglesias, Ábalos o una de las dos Montero) no insista en que “éste es un “Gobierno legítimo”. Y es cierto que la investidura de Sánchez salió de una correcta aritmética parlamentaria por mayoría simple. Pero también lo es el timo de Sánchez a aquéllos que le votaron, creyendo en su propalada intención de “no coaligarse, en ningún caso, con Podemos”. Por ello ―que no nos engañen―, tenemos un Gobierno congénitamente enfermo de ilegitimidad. Situación que solo unas nuevas elecciones podrían blanquear.

 

Sorprende la soberbia afirmación de Sánchez: “gracias al Gobierno se han salvado 450.000 vidas”, proferida en la sesión de control al Gobierno, en el Congreso, el 17 de junio pasado. Es tremendo que se presente como El Salvador, siendo inasequible a la verdadera magnitud de la catástrofe ―da 28.000 fallecidos por coronavirus, cuando el INE y el  Instituto Carlos III dan 40.000―.

 

https://elblogdepitarch.blogspot.com/2020/05/coronavirus-en-las-reales-ordenanzas.html

 

 

El pasado 10 de mayo, en el post  «Coronavirus en las reales Ordenanzas»,  exponía, como hipótesis más peligrosa de la pandemia, otra gran oleada de coronavirus que se adelantase al verano. Deseo firmemente que no se materialice, pero los rebrotes en China y, sobre todo, en Alemania, muestran que el virus está muy al acecho. El director general de la OMS, Tedros Adhamon Ghebreyesus, lo resumía el pasado 19 de junio: ”El mundo se encuentra en una nueva y peligrosa fase” (…) “Hacemos un llamamiento a todos los países y a todas las personas para que ejerzan una vigilancia extrema”.

 

¿Qué se está haciendo al respecto? Porque, tras el positivo dado por una pareja procedente de Bolivia, después haber pasado los controles sanitarios de los aeropuertos de Madrid, Palma y Menorca, me temo que poco. Por no hablar de las pateras ―que al incremento natural en verano se añade el del incentivo del ingreso mínimo vital―, cargadas de inmigrantes que son  potenciales portadores de un coronavirus “fresquito”.

 

Desde 1.964, año de mi ingreso en la Academia General Militar, ésta es la primera vez que no se ha publicado, en la fecha prevista, la concesión, de mitad de año, de cruces blancas al mérito militar. Dudoso récord que se añade al currículo de la ministra de defensa, Margarita Robles. Tras el fallecimiento del dictador, esa fecha fue el 24 de junio (onomástica del Rey Juan Carlos I). Y, tras  la abdicación de éste, pasó al 19 de junio (proclamación de Felipe VI). Como las correspondientes propuestas entraron en Defensa hace ya varios meses, ignoro qué milonga contarán allí ahora (estado de alarma, otro tipo de recompensas por la operación Balmis …) para justificarlo. Lo más cierto es que esta insólita omisión atenta contra la vinculación constitucional entre las FAS y su Mando Supremo. Otro hecho a añadir al abultado inventario de marranadas de este Gobierno hacia don Felipe. Y, colateralmente, a las FAS.

 

No, no entramos en una nueva normalidad. Como borregos, regresamos a la vieja anormalidad.