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Reino Unido: de capa caída

 

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

Qué pobre imagen está dando últimamente el Reino Unido. La pérfida Albión parece de capa caída. Solamente han pasado tres meses y qué lejos parece aquella inaceptable soberbia mostrada por la Premier británica, Theresa May, a finales del pasado marzo, tras comunicar a la Unión Europea (UE) la decisión de su país de abandonar la Unión. Qué osada inoportunidad al ligar mercantilmente la futura colaboración británica en contraterrorismo y seguridad con la UE, a compensaciones económicas (mercado único) a lograr durante las negociaciones del Brexit. Porque, como ha escrito recientemente mi admirado Antonio Burgos: “Tres matanzas en 72 días no son como para considerarlas normales”.

La última y triste muestra ha sido el atentado yihadista, esta vez en la zona del Puente de Londres, del pasado 3 de junio, con un balance de 8 muertos y 48 heridos que fueron atropellados o pasados a cuchillo por tres islamistas. Entre los muertos, el español Ignacio Echeverría quien, “armado” con su monopatín, se enfrentó valientemente a los tres criminales, en defensa de una mujer que estaba siendo apuñalada. Un hecho que nuevamente ha puesto de luto a Europa y, de manera especial a España.

 

La recepción en tierra por parte del presidente del gobierno y la ministra de defensa fue adecuada. Pero fue incompleta. Allí faltaron dos elementos: el JEMAD en representación de las FAS, y que se le hubiera concedido al héroe la Cruz del Mérito Militar con distintivo Rojo.

 

La tardanza y el secretismo de las autoridades británicas en la identificación de los cadáveres hablan de un raro caso. En algún momento se desvelarán las cosas. Aquéllos nos indican asimismo una sorprendente ineficacia burocrática y policial. Y, como remate, el rumor en altavoz del despego y la deshumanización con que los familiares de las víctimas han sido tratados, impidiéndoles conocer pronto la situación de sus seres queridos. Tengo la convicción de que si algo similar hubiera sucedido en España con un ciudadano británico, muchos de sus medios hablarían de la “siesta”, y se escandalizarían por la “pereza española”. En ese clima exasperante destacan la entereza en la espera de la familia de Ignacio y las templadas palabras de su hermana, cuando ya llevaban cuatro días aguardando poder velar al finado: “algo muy triste y muy duro se está convirtiendo en algo grandioso, que nos hace querer más a nuestro hermano”.

Heroica y ejemplar fue la actitud de don Ignacio Echeverría. En esta guerra global que el Islam más radicalizado nos ha declarado, en la que todos somos objetivos directos y, por tanto, todos somos soldados, el español intervino en defensa del más débil. Consecuentemente, fue lógica su repatriación en avión militar hasta la Base Aérea de Torrejón, así como que su féretro fuera transportado a hombros de soldados españoles. La recepción en tierra por parte del presidente del gobierno y la ministra de defensa fue adecuada. Pero fue incompleta. Allí faltaron dos elementos: el JEMAD en representación de las FAS, y que se le hubiera concedido al héroe la Cruz del Mérito Militar con distintivo Rojo. Recojo la idea de otros militares al proclamar que este soldado español (con apellido vasco) dejó claro que tomó una decisión valiente de socorro al más débil, dejándose la vida en ello. Con su actitud, Ignacio nos ha devuelto a muchos la fe en nuestros compatriotas. Descanse en paz.

 

El arrastre por tierra de la capa británica se completa con el chasco electoral de la señora May. Adelantó las elecciones, nada menos que en ¡tres años!, con una doble finalidad.

 

El arrastre por tierra de la capa británica se completa con el chasco electoral de la señora May. Adelantó las elecciones, nada menos que en ¡tres años!, con una doble finalidad. Primero, incrementar su respaldo parlamentario, cuando ya gozaba de mayoría absoluta, para así, con carga de proyección superior, abordar la negociación de un Brexit “duro”. Y, segundo, reforzar su autoridad dentro del partido conservador, a cuya cúspide había accedido sin haber pasado por las urnas, por mera sucesión al dimitido Cameron.  En ambas hizo bacarrá. Bien que su partido  (conservador) haya sido el más votado, ha perdido la mayoría absoluta. No son pocos los que, incluso entre los suyos, piden su dimisión. En suma, ahora es mucha la desconfianza en Theresa May para liderar el Reino Unido, con un gobierno minoritario apoyado en el partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte. Un gobierno al que, de formalizarse, le auguro corto recorrido. En suma, adelantando las elecciones, la señora May ha pasado de encabezar un gobierno fuerte y estable a otro débil e inestable. Ha quedado como Cagancho en Almagro.

La relación de fuerzas parlamentarias ha cambiado en el Reino Unido. Además de la subida del partido laborista en 29 escaños, lo que indica un regreso tendencial al bipartidismo, es muy destacable  la evaporación del UKIP con su discurso ferozmente antieuropeo y ultranacionalista. A esto se añade el batacazo del Partido Nacionalista Escocés, que pasa de 56 a 35  (-21) diputados, lo que significa un desinflamiento de la ambición independentista. La conjunción de esos tres resultados abre la puerta a un Brexit más “blando” del inicialmente pretendido por Theresa May. Incluso a una débil posibilidad de revisar  la decisión británica de salir de la Unión Europea (UE). En todo caso, el resultado electoral descrito tendrá su impacto en la negociación con la Unión Europea para el Brexit: ahora hay muchas más incertidumbres que antes. Lo dicho: de capa caída.

 

*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r).

@ppitarchb