The news is by your side.

En respuesta al panfleto de Fátima

La carta no me ha cogido por sorpresa. Varios colegas me habían avisado que la recibiría un día de estos y que lo mejor que podía hacer es devolverla. Y ya me ha llegado. Dos folios con el membrete del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y firmada por su titular, la ministra onubenses Fátima Báñez García. Manda huevos que los dos miembros de la cuota andaluza del Gobierno de Mariano Rajoy ocupen las carteras más odiadas, ya saben, el jiennense Montoro en Hacienda y la citada Báñez en lo que siempre se ha llamado Trabajo. Bueno, el caso es que, como les cuento, recibí la misiva que consta de seis cortos párrafos y, aunque estaba advertido, me quedé estupefacto después de leerla. No tanto por la minima e indecente subida del 0,25 de las pensiones en 2018, cifra que ya conocía de antemano, sino por la poca vergüenza que exhiben nuestros políticos a la hora de vendernos cualquier moto y el descaro que tienen para con los gobernados.

Me da la impresión de que a Fátima la han obligado a mandar firmada esta especie de necrológica a los pensionistas.

 

La ministra, con quien me unía cierta amistad antes de que ocupara el cargo y era consejera de la RTVA, comienza echándose flores sobre la creación de 600.000 empleos en 2017, “gracias, afirma, a la solidaridad y al esfuerzo de todos los españoles”. Hasta ahí, más de lo mismo. ¡Que buenos somos que mantenemos a los viejos! Tras afirmar que “el trabajo del conjunto de la sociedad española ha permitido que nuestra Seguridad Social, principal herramienta de cohesión y solidaridad de nuestro país, atienda a más pensionistas que nunca y reconozca nuevas prestaciones y derechos” dice que van a seguir “trabajando en esta dirección, salvaguardando los valores que nos hacen sentirnos orgullosos de nuestro modelo, sobre la base de su sostenibilidad y su perfeccionamiento”. Vamos, el cuento de la buena pipa porque hasta ellos mismos recomiendan que nos hagamos planes de pensiones privados ante lo que está por venir.

 

Y por venir, viene lo peor del escrito ministerial, el cuarto párrafo de la carta que no tiene desperdicio. “Con el objetivo de conciliar mejoras anuales garantizadas con la necesaria salvaguarda económica para las prestaciones futuras, en 2018 el incremento de las pensiones será del 0,25%”. Se trata de un insulto en toda regla a millones de españoles. Me da la impresión de que a Fátima la han obligado a mandar firmada esta especie de necrológica a los pensionistas porque no me creo que sea tan tonta como para ponerse en tamaña evidencia delante de casi diez millones de españoles que estamos jubilados, muchos de los cuales eran hasta ahora votantes de su partido, el PP que, con decisiones como ésta, parece abocado a desaparecer en un par de legislaturas. Claro que ya se sabe que Rajoy es todo un experto en castigar a su electorado sobre el que suelen recaer todas las cargas económicas e impuestos que el Gobierno no puede ni quiere aplicar a la banca o a las grandes fortunas.

 

Porque esa subida del 0,25 % supone algo así como dos euros mensuales para una pensión española media que ronda los 1.200 euros. ¡Albricias, dos euros al mes!¡Ya podremos comprarnos un día las chuches de las que hablaba Rajoy en sus mítines en Sevilla! Dos euros, señores, dos euros. Y van a seguir trabajando en esta misma dirección mientras la cosa vaya bien. De recortes ya hablaremos otro día. Parece que, por primera vez, los “viejos” de este país se han dado cuenta de su problema y han comenzado a movilizarse manifestando sus protestas ante los ayuntamientos y las delegaciones del Gobierno. Ya era hora. Al final, Rajoy va a conseguir que sean sus propios votantes quienes le den ala patada al PP.

 Y yo, que quieren que les diga, como millones de pensionista, echo espuma por la boca y acabo acordándome de sus ancestros.

 

Porque lo que clama al cielo, lo que indigna de verdad es que los cerca de cuatrocientos mil políticos que chupan del erario público de este país (el triple que en Alemania o Francia y el doble que en Italia) revaloricen sus buenos sueldos con la subida del IPC. Es decir que un diputado, un senador, un alcalde o uno de los miembros independentistas del Parlament catalán, que gane 5.000 euros al mes, tenga un incremento salarial de doscientos, cien veces más que un jubilado que ha estado toda su vida aportando dinero y sosteniendo con su trabajo el sistema. Que esa es otra injusticia, el que se le aplique a las pensiones un IRPF del 20% cuando deberían de estar exentas despues de haber cotizado durante toda una vida.

 

Es evidente que el actual sistema de pensiones tiene sus días contados simplemente por el envejecimiento paulatino de nuestra sociedad y la cada día mayor precariedad laboral. Eso lo tenemos todos asumido. Pero también hay que ser consciente de la enorme cantidad de dinero que España dedica al pago de sueldos absolutamente prescindibles, de cargos duplicados y hasta multiplicados por diecisiete gracias al Estado de las autonomias. Darle la vuelta a esta complicada tortilla es un trabajo de Hércules, pero convendría comenzar a alzar la voz para que los políticos, todos los políticos sean del partido que sean, sientan el aliento sobre sus nucas de una sociedad que está ya bastante harta de aguantar injusticias mientras ellos viven en su mundo ideal bastante alejado de los problemas y las preocupaciones de los gobernados.

 

“Reciba un cordial saludo y mis mejores deseos para 2018”, acaba diciendo la carta de Fátima. Y yo, que quieren que les diga, como millones de pensionista, echo espuma por la boca y acabo acordándome de sus ancestros.