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Restaurante, ¡trágame!

El hombre no pudo presenciar su entierro y obviar un dicho acuñado: «Bruto, ¿tú también?»

Don Mariano cayó, apuntillado en primer lugar por los miembros de su cuadrilla, inoculados una significativa mayoría por el virus de cazar euros en cajas ajenas. Después quedó rematado por los profesionales de la plaza, hasta luciéndose sin demasiado riesgo, brillantes las puntillas.  El hombre no pudo presenciar su entierro y obviar un dicho acuñado: «Bruto, ¿tú también?» y usó un refugio antinuclear durante ocho horas, en este caso culinario, mucho más hogareño.

 

Tal actitud resulta incorrecta, impropia de un oficial, menos la de un héroe ungido con condecoraciones por heridas obtenidas a lo largo de un largo periplo.

 

Dar la espalda al enemigo fue motivo de ejecución a lo largo de la sangrante historia de la Humanidad y ahora don Mariano, después de saludar a los leones de la puerta,  queda expuesto a toda clase de improperios, ejecuciones parciales a una supuesta inmaculada dignidad.

Así las cosas, todo político previsor debería prever su entierro y tumba porque los días de gloria suelen estar contados, aunque todos los ex gozarán de pensión eterna, chófer y despacho, más  un refugio en el Consejo de Estado. Pero tratándose del ego, orgullo indomable para quedar grabado en la historia todos desean algo más carismático y contundente: una hornacina reservada a la singularidad porque a los curritos, los escasos a fin de mes, fritos de impuestos y cargados de prole se les entierran en una gran tumba desconocida o son despachados directamente al fuego eterno.

 

Los vascos deben troncharse de risa y recordar a su Sabino cuando calificaba a los españoles de imbéciles, raza inferior y decadente.

 

Unos 300.000 votantes coaccionan a una nación de 47 millones, se llevan los dineros y exigen veneraciones e independencias a la carta. Menos mal, no creo llegue un día a exigirnos derechos de pernada porque significaría contagiarse de cromosomas impuros y de eso nada.

El discurso político fue completamente usurpado por los partidos. La realidad de las cosas está por encima de las ideologías políticas, caso de don Pablo Iglesias al pasar de adaptador de Lenin a las circunstancias actuales a comprarse una dacha de pijos adinerados. Ahora formará parte del gobierno del señor Sánchez y, considerándolo mucho más astuto, se paseará por el hemiciclo usándolo como marioneta.

Como los humanos somos probablemente la especie más rara, la mayoría de las cosas sabidas las hemos leído o nos las han contado, considerándolas certidumbres, aunque muchas veces sean falsas. Con certeza no sabemos casi nada del pasado ni tampoco del presente, mucho menos en política, reino de la falsedad. En definitiva, trataré de olvidar porque los recuerdos no son las imágenes suscitadas, sino los sentimientos y las emociones, en mi caso preocupantes