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Septiembre astral

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

Vaya septiembre más embarullado. Si uno fuese proclive a la astrología, seguramente pensaría que los astros, al menos por lo que a España se refiere, están últimamente un tanto zumbados. Porque si realmente existiera una relación directa entre los fenómenos astronómicos y nuestra realidad nacional, podría inferirse que el tumulto de este mes es el resultado de una conjunción astronómica caótica. Un jaleo potenciado al producirse, según el zodíaco chino, en el año del Mono de Fuego; el mono más poderoso, testarudo y agresivo de los monos. Desde mi profunda ignorancia astrológica, percibo eso también como un aviso colateral para los nacidos bajo uno de los dos signos zodiacales, Virgo o Libra, que se relevarán el día 23 de este mes.

El lío sideral abre la puerta a transitar por septiembre de 2016 con un nuevo enfoque. En el mes en curso, tras la cuarta votación fallida en el congreso de los diputados, del pasado día 2, para investir a un presidente del gobierno, nos hemos instalado en la inédita situación del bloqueo institucional. La palmaria inoperancia del parlamento español —a la que malsanamente parece que nos vamos acostumbrando—, es un fenómeno fatal para nuestra joven democracia. Porque resquebraja los propios cimientos del sistema, en el que los partidos políticos son argamasa fundamental. Porque según el artículo 6 de la Constitución, los partidos políticos “son instrumento fundamental para la participación política”, así como que “su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”. El contraste entre la función atribuida y la ejecutoria percibida es tan brutal, que a nadie puede extrañar que el crédito de los partidos políticos esté hoy por los suelos.

Esta Diada ha sido la avanzadilla del choque del asteroide separatista contra nuestra piel de toro, que previsiblemente se producirá el próximo día 28. 

Esa malsana situación es aprovechada por la caterva dirigente del independentismo para alimentar en Cataluña —pero no solo allí— un sueño alocado, del que en algún momento habrán de despertar. Quizás violentamente. Y así, en este septiembre, tal vez como efecto de la conjunción astronómica mencionada, al cuarto bacarrá parlamentario del pasado día 2 se ha añadido hoy la celebración de la Diada. Una manipulada manifestación del independentismo excluyente en su alocada carrera autodestructora, que este año se ha revelado dividido y muy disminuido. No han faltado las consabidas declaraciones victimistas y las reclamaciones de supuestos derechos ilegales, despreciando la esencia del estado de derecho: la ley está por encima de cualquier supuesto derecho. En todo caso, esta Diada ha sido la avanzadilla del choque del asteroide separatista contra nuestra piel de toro, que previsiblemente se producirá el próximo día 28. Ese día, con la moción de confianza al presidente de la Generalidad, éste y sus secuaces pretenderán acelerar su marcha hacia la nada, con la posible fijación de una fecha para proclamar unilateral e insensatamente la república catalana.

Galicia, País Vasco y Cataluña están, incluso geográficamente, más que nunca en línea. O, como diría un aficionado al bingo, cantan una línea. Vocablo, este último, que también es una unidad básica en la orgánica de la Guardia Civil.

Es desolador que la grave situación en Cataluña no haya movido a los partidos políticos constitucionalistas, a disolver el tapón con el que obstruyen la gobernanza. Además, como la conjunción astral no es estática, parece querer burlarse de nosotros al plantear —entrando bien por los ojos—, un juego visual, básico y popular, de incierto resultado. Me refiero al conocido juego de las “Tres en línea” que empareda en el tiempo, entre la Diada 2016 y la moción de censura en el parlamento catalán, dos elecciones autonómicas, el 25 de este mes, de singular significado: gallegas y vascas. En ambas, el veneno separatista también estará presente, especialmente en las segundas. Y de esta forma, en el septentrión peninsular, Galicia, País Vasco y Cataluña están, incluso geográficamente, más que nunca en línea. O, como diría un aficionado al bingo, cantan una línea. Vocablo, este último, que también es una unidad básica en la orgánica de la Guardia Civil. Será por los astros o por pura casualidad, pero la referencia a la Guardia Civil se va revelando paulatinamente más recurrente. ¿Será que a los astros también los carga el diablo?

 

*Pedro Pitarch, Teniente General (retirado) del Ejército de Tierra y ex Comandante General del Cuerpo de Ejército Europeo.