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Septiembre, vuelta a empezar

Pobre Cataluña. Cada vez aparece más como una tierra insegura. Física y jurídicamente.

La apertura del nuevo curso político y la entrada en los dos meses (septiembre y octubre) de especial “inspiración” secesionista vuelven a poner en primer plano el problema español en Cataluña. Es obviamente un tema recurrente pero que no debe llevarnos a tirar la toalla, por mucho que la sensación esotérica del “déjà vu” nos asalte. Quisiera equivocarme, pero tengo el pálpito que las buenas intenciones del presidente Sánchez respecto de Cataluña no nos llevarán a buen puerto. Moral y política son campos bien distintos. En el primero, la moral, donde podrían encajar las buenas intenciones, el propósito cuenta tanto como el resultado. Pero en el segundo, la política, solo el resultado importa. Y los buenos propósitos de señor Sánchez para Cataluña están rebotando contra el blindaje ideológico separatista del binomio Puigdemont-Torra.

 

El secesionismo que hoy controla las principales instituciones autonómicas es inasequible a cualquier planteamiento que no lleve a la quimérica independencia.

 

Para más inri y jolgorio, la jerarquía independentista ha adoptado la estrategia de la sartén y el cazo: “¡apártate, que me tiznas!”. Un antiguo refrán, de cuando se cocinaba con leña, que retrata el cinismo de los sucios cuando intentan esconder su roña e indecencia atribuyéndolas al vecino. Simple pero eficaz estrategia para mantener movilizado y controlado su gallinero. De esa forma, como alguien decía recientemente en La Vanguardia“cada vez es más difícil, en Catalunya, hablar de política sin ofendernos. Nadie quiere escuchar nada fuera de su esfera emocional”.

Pobre Cataluña. Cada vez aparece más como una tierra insegura. Física y jurídicamente. Las trifulcas callejeras van en aumento y las agresiones físicas aparecen en cualquier sitio. Los independentistas se envalentonan contando con el apoyo a sus algaradas y manifestaciones de la mayor parte de las autoridades catalanas, tanto a nivel autonómico como municipal. Los no-independentistas, hartos de tanto desafuero, le están perdiendo el miedo a auto-defenderse. La fractura social es ya tan evidente como peligrosa, porque la percibida parcialidad en la gobernanza es quizás el más activo detonador del conflicto civil.

 

Las exigencias del secesionismo y algunos afines llegan tan lejos, que hasta han exigido al Gobierno que presione al poder judicial, para que se retiren cargos por los que este último mantiene a ciertos políticos en prisión provisional.

 

La policía autonómica, los Mossos, obligados muchas veces a actuar como “policía política” al servicio del independentismo más radical, ha dejado de ser percibida como fuerza policial y de orden público al servicio de todos. Y de esa forma, empieza a percibirse como ilegítima en amplios sectores de la población. La llamada “guerra de los lazos” está sirviendo para mostrar descarnadamente todo lo anterior. Anteayer se agredía brutalmente a una mujer que limpiaba de lazos la vía pública rompiéndola la nariz.  Ayer se acosaba al dueño de un restaurante por no dejar que en su negocio se cuelguen los lacitos.  Otro día, los mossos investigan a periodistas por superponer pintura roja a otra amarilla. Y otro se investiga a quienes quitan los lazos amarillos que okupan el espacio público y “adornan”, junto con toda la simbología independentista, las instituciones que son de todos.

 

Y así, como si fueran champiñones, van apareciendo incidentes por todo el territorio catalán, en un percibidamente procaz ambiente de persecución arbitraria y conculcación de derechos civiles de los no-independentistas.

 

Parece claro que si el gobierno catalán y los mossos no son capaces de garantizar la convivencia y la seguridad pública en Cataluña, el Gobierno de España tendrá que hacerse cargo directamente de ello. No sé cuánto tiempo tardará el señor Sánchez en convencerse de que el diálogo constitucional no sirve para “normalizar” Cataluña, en tanto en cuanto la ley electoral prime al secesionismo. Llegará un momento en que tenga que optar: o artículo 155 ó elecciones generales. Cuanto antes suceda esto, menos costosa será la “recuperación”.