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Sevilla no se puede quejar, La Caixa le hizo una torre

El dinero, como ha quedado demostrado una vez más, es un arma mucho más efectiva que las porras o las pelotas de Juan Ignacio Zoido para frenar un golpe al estado como el de Cataluña.

La reacción 72 horas después del referéndum ilegal del 1-O de los dos grandes bancos domiciliados social y fiscalmente en Cataluña, ha resultado mucho más eficaz para frenar el tramo final del ‘procés’ que los antidisturbios enviados por los ex alcaldes de Sevilla y Córdoba al Principado para el cierre de supuestos colegios electorales el domingo pasado. Los indepes han entrado en pánico, la pela es la pela.

Hasta Artur Más ha salido diciendo que no están preparados para la independencia, aunque luego se permitiese enmendar la plana al Financial Times, nada más y nada menos. El Conseller de Empresa de la Generalitat ha pedido tiempo, un respiro, una tregua, parar la guerra en definitiva cuando ya parece que puede ser tarde y hasta los legionarios están en duermevela este fin de semana en Viator, por si acaso Puigdemont obliga a utilizar al Estado el 155. La pregunta, a la vista de los efectos de división que parece estar generando en el bando independentista, lo que más bien parece una deslocalización psicológica  bancaria en horas, es ¿por qué motivo no se ha explicitado con antelación por parte de estos empresarios su voluntad de marcharse de Cataluña si materializaban la superanunciada desconexión? Las luces de alarma se encendieron definitivamente el 8 de septiembre, legitimadas por el Parlament, saltándose leyes propias y ajenas. Tiempo han tenido el IBEX 35 – sector de la barretina– para posicionarse claramente  en estas semanas de septiembre, pero ya se sabe que el dinero es muy miedoso y quienes lo administran en grandes cantidades suelen ser, además, especialmente cobardes.

 

Caixa Bank se quedó muy baratito el paquete de cajas del occidente andaluz, tras el breve y caro invento de Banca Cívica.

 

En el contexto de esta movida bancaria, máxime cuando estamos hablando de dinero para hacer cosas en una comunidad autónoma e incluso en el  Estado, no conviene olvidar desde la perspectiva de Andalucía que Caixa Bank, se quedó muy baratito y a precio de saldo el paquete de cajas del occidente andaluz, tras el breve y caro invento de Banca Cívica, una cosa rara con dos presidente, uno en Pamplona y otro en Sevilla. Un proceso, todo sea dicho de paso, que quizás nunca se investigue en sus vertientes políticas más viscosas y siniestras.  ¿Se han fijado que en estos años y con la de basura que ha salido del negocio de las cajas en España, ningún gran escándalo ha salpicado al partido que gobierna Andalucía desde hace más de tres décadas? Haciendo memoria para buscar el último y sonoro rifirrafe parlamentario que se haya producido en el sector financiero andaluz de las cajas hay que trasladarse a la Caja de Jerez y a los créditos condonados a Manuel Chaves y otros dirigentes socialistas de un préstamo, ojo, para financiar una campaña electoral del partido en Cádiz. Sin olvidar la rebelión de los cajeros sevillanos del PSOE que se pasaron con armas y bagajes al vagón de Javier Arenas y el PP contra el PSOE en el proceso de fusiones. En contra de lo que a muchos pueda parecer en la gestión de las cajas andaluzas tanto PSOE como el PP han ido de la mano siempre, reinando entre sus dirigentes una gran complicidad en infinidad de situaciones.

Con políticos sentados en los respectivos consejos de administración de las cajas de ahorro, la roncha que nos han dejado a los contribuyentes españoles sus gestores supera los 40.000 millones de euros, dinero que difícilmente recuperaremos. Una investigación judicial rigurosa de ciertos patrimonios personales, nos darían muchas claves y explicaciones a tan singular gestión de lo público.

 

Hoy, el grupo de La Caixa, es el más potente que opera económicamente en Andalucía y han heredado toneladas de basura que ha sido convenientemente tapada y reciclada.

 

Un ejemplo real y cercano. Una caja de ahorros sevillana puso el dinero para que, el mismo día, una finca, regalada al carnicero del 18 de julio en Sevilla, se vendiese por unos 700 millones de pesetas y en la misma notaria, los compradores, dieran un pelotazo de casi seis mil millones de pesetas vendiéndosela  a una mercantil de la caja de ahorros de turno, falsificaciones incluidas como no estar formalmente recalificada la finca por el pleno municipal correspondiente. Ahí sigue hoy la finca rústica, inundable, quince años después;  ¿el dinero? voló, se dijo que a ciertos paraísos fiscales. Nunca se investigó a fondo pese a denuncias presentadas. Dos partidos estaban en la movida, además de una delegada de la Junta, familiar directo del cerebro de la operación. De estas cosas La Caixa se habrá encontrado unas cuentas en el baúl andaluz de las herencias.

Hoy, el grupo de La Caixa, es el más potente que opera económicamente en Andalucía y, en efecto, han heredado toneladas de basura que ha sido convenientemente tapada y reciclada. Sus gestores tienen fama de pragmáticos, huyen de las escandaleras estériles que no beneficien al negocio de la entidad. Toda la operación de compra, como se ha dicho, lo fue con el visto bueno del PSOE andaluz desde el gobierno de la Junta, entre otros. Isidre Fainé llegó incluso a aceptar ‘bichos dentro’ de los que se fue deshaciendo con el paso del tiempo, pero muy lentamente para no cabrear al poder político andaluz, de la misma forma que ahora se ha comportado para frenar el golpe en sus dominios catalanes más cercanos y queridos.

Sabadell y CaixaBank anunciaron que se marchaban a Alicante y a Palma de Mallorca respectivamente, a pagar sus impuestos de radicación a Ximo Puig y a Francina Armengol. (Porque de los otros impuestos que devengan se habla poco) Al final por culpa de Junqueras la Caixa se va de Palma a Valencia. Hasta en la elección de las nuevas sedes los amos del dinero en Cataluña han estado finos y deliberadamente equívocos a la hora de elegir. Fíjense lo que ha tardado Oriol Junqueras en argumentar que esto es temporal, que los bancos no se han ido ya que se quedan dentro del territorio de los Paísos Catalans, lejana aspiración expansionista de los más rancios catalibanes. Históricamente aspiran  a controlar lo que fue gran parte del Reino de Aragón, que alcanzaba hasta el Rosellón,  Valencia, Baleares, Cataluña y un cachito de Murcia (El Carche) y la italiana Alguer en la isla de Córcega.

 

Nos ha puesto un Caixa Forum en los bajos de una torre, digna de copla, «lo mismo me llaman Pelli, que Sevilla, que Caixabank, con lo que quieran llamarme, me tengo que conformar».

 

Pero los andaluces, los sevillanos más exactamente, no nos podemos quejar de como se ha portado la entidad catalana con nosotros en estos últimos años. Nos ha puesto un Caixa Forum en los bajos de una torre, digna de copla, «lo mismo me llaman Pelli, que Sevilla, que Caixabank, con lo que quieran llamarme, me tengo que conformar».  Una torre, mas alta que la Giralda, que rompe el perfil tradicional de Sevilla y que tiene forma de supositorio truncado. Pero deberíamos preguntarnos, a la vista de los acontecimientos que se suceden estos días  ¿en qué medida afecta a nuestros intereses económicos andaluces este movimiento en el tablero económico y financiero de la entidad que controla la mayoría de la cuota de mercado de empresas y ahorradores andaluces? Máxime cuando se trata de la más importante entidad bancaria de las que colaboran con las finanzas públicas que administra la Junta de Andalucía y otras administraciones. ¿Está la Junta atenta a las jugadas que no se ven, pero se intuyen cuando se negocia con dinero a gran escala?

De momento no se han visto declaraciones al respecto por parte de la consejera de Hacienda, María Jesús Montero, siempre tan didáctica, ni a ningún partido elevando pregunta al Parlamento y por supuesto nada ha dicho la presidenta  Díaz sobre estas cuestiones que ahora parece que no tocan; muy ocupada por lo que parece en la nueva pizarra sevillana, reciclada de la de Guerra en Suresnes, donde un puñado de cinco notables socialistas sureños ayudan a otros a dibujar nuevamente el futuro de España, marcándole el paso al muy poco respetado y vilipendiado Secretario General del PSOE. Por cierto, ni Felipe ni Alfonso han firmado la carta abierta a Pedro Sánchez al que dedican una cita del judío Stefan Zweig, una de las primeras voces contra el nazismo: “Efímero es el momento en que la grandeza se entrega a los pusilánimes, y la suerte no volverá a ellos por segunda vez”.

Pero ni la Junta, ni los partidos, ni los sindicatos, ni por supuesto la patronal andaluza parecen estar muy interesados, de momento, en entrar en el fondo de estas cuestiones en caliente; es de suponer que por el vértigo que provoca la rápida sucesión de acontecimientos. Pero deberán entrar más temprano que tarde, aunque solo sea para interesarse por el futuro de los trabajadores de la entidad en Andalucía, en primera línea de trinchera como siempre.

 

Es difícil entender que la presidenta Susana Díaz, que dice buscar esa unidad política del 77 para la celebración de este año, esté maltratando a Juan Manuel Moreno Bonilla.

 

Una curiosidad histórica respecto al más destacado firmante de ese escrito, José Rodríguez de la Borbolla y Camoyán, Pepote Borbolla para los amigos. Él fue el político que en 1977 ideó y puso en marcha, junto al líder comunista del PCE Manuel Benítez Rufo a quien le vendió la idea, el primer gran paso por la autonomía andaluza. Esto es la gran manifestación del 4 de diciembre del 77 a la que se acabaron sumando de forma entusiasta todos los partidos y sectores sociales, la Iglesia y hasta algunos franquistas, como el yerno de Carrero Blanco, Mariano Borrero Hortal, que hizo el llamamiento como Presidente de la Diputación de Sevilla.

Ahora algunos pretenden recuperar el efecto talismán de aquella hoja del calendario andaluz, la presidenta entre ellas, alertando de que Andalucía no permitirá que la quieran volver a meter en una vía de segunda, lenta y pobre, en clara desigualdad con otros territorios. No es una mala idea unir fuerzas para tal empeño, seguro que nos va a hacer falta, pero hay gestos y estrategias que invitan a pensar que ciertos posicionamientos lo son más en función de ambiciones personales y partidistas, que del interés general de los andaluces.

Es difícil entender que la presidenta Susana Díaz, que dice buscar esa unidad política del 77 para la celebración de este año, esté maltratando a Juan Manuel Moreno Bonilla, jefe del primer partido de la oposición, mendigando el malagueño, día sí día también, que le permita pactar algo en los presupuestos de 2018 como han hecho con los de Ciudadanos. Un Moreno Bonilla incapaz de remontar y fortalecer su liderazgo como se ha visto y al que todo le sale mal, como la intensa campaña contra el impuesto de sucesiones cuyo final feliz se lo ha apuntado la derecha naranja de Rivera.  Y si hablamos de la crisis catalana, Susana Díaz le ha sobrepasado a gran velocidad y por su derecha en infinidad de momentos.

¿De verdad cree Susana que es posible esa unidad andaluza para el 4D, humillando al PP andaluz y debilitando a su máximo líder regional de cuyo mantenimiento en el puesto puede depender en gran medida que ella siga gobernando tras las próximas elecciones autonómicas?

No sé, el clima que se respira se asemeja mucho al que olíamos en los meses previos a aquel 1-O de Ferraz. Las navajas no están guardadas, al contrario, la flauta del afilador no deja de sonar por las calles de Sevilla. Y es que, detrás de todo lo que está pasando y resta por pasar en este país, solo la derecha política y económica acabará obteniendo los mejores réditos, sea cual sea el resultado final. Al tiempo.