A los títulos que acumula la capital andaluza, desde esta Semana Santa, hay que añadirle el de “muy vigilada ciudad de Sevilla”. Si se permite la exageración, el ayuntamiento de izquierdas del Ayuntamiento de Sevilla, presidido por Juan Espadas, ha convertido el centro histórico en un gran plató de Gran Hermano. Saben hasta cuantas veces sacas al perro a hacer sus cosas a la calle.
Doscientas cámaras se han instalado en puntos estratégicos del centro de la ciudad, algunas en lugares donde antes la penumbra permitía largas y cálidas meadas de medianoche sin que nadie se percatase, salvo el vecino a la mañana siguiente al abrir el portal.
Fue otro socialista, Monteseirín, el que se gastó un dineral en cámaras para el Plan Centro que Zoido llevó a negro.
Tal despliegue de vigilancia, verdaderamente la gran novedad en la novelería cofrade sevillana de este año, ha tenido por lo que se ha visto un efecto psicológico en la población. La madrugá ha sido una balsa de aceite.
El factor psicológico, especialmente con imágenes televisivas donde se veían a más guardias que nazarenos, parecen que han ayudado y mucho para que las famosas carreritas no dieran paso a males mayores como en anteriores ediciones.
Fue otro socialista, Monteseirín, el que se gastó un dineral en cámaras para el Plan Centro que Zoido llevó a negro. Ahora Espadas se apunta un tanto gracias a los resultados obtenidos por sus 200 webcams.
En todo este tiempo ninguna voz política se ha referido al coste que supone para la ciudadanía perder su libertad a cambio de una supuesta mayor seguridad.
Perder el derecho a la intimidad a cambio de mayor seguridad, ese será un debate que más temprano que tarde habrá que celebrar.
Sevilla pudo vivir anoche una gran #MadrugáSevilla gracias a los servicios de emergencias y a la gran respuesta de la población. Objetivo conseguido por parte de las miles de personas que trabajan en el dispositivo.
— Juan Espadas Cejas (@JuanEspadasSVQ) March 30, 2018