Si yo fuera una de los heridos del atentado de Barcelona, me habría gustado que me hubiesen atendido adecuadamente (o sea, de forma rápida y profesional) los equipos sanitarios, y que mis familiares y amigos supieran cuanto antes que estaba vivo.
Si yo fuera uno de los muertos del atentado de Barcelona, me habría gustado que alguien con tacto y buen hacer se hubiera puesto en contacto con mis allegados para hacerles llegar la trágica noticia.
Si yo hubiera estado cerca de Las Ramblas, me habría gustado saber lo antes posible qué estaba pasando, qué posibilidad había de más atentados, y que podía hacer para poner mi pellejo a salvo.
Si yo fuera un turista que estaba ayer en Barcelona, me habría gustado que alguien se hubiera dirigido a mi en un idioma que yo entendiese y me tranquilizase explicándome que todos los esfuerzos iban a ir en pos de la seguridad.
Si yo fuera alguna de esas personas, me habría cabreado mucho que los políticos, en estas circunstancias, intentasen hacer política partidista, o que hablasen del “procés” a las pocas horas del atentado.
Si, además, yo fuera alguien alojado o cuya casa estuviera en la zona acordonada, me habría gustado que me dijesen si iba poder llegar a mi caso o alojamiento, cuándo o que, en caso de que fuese imposible, me dijesen qué solución iba a dársele al tema.
Si yo fuera un ciudadano de Barcelona, o de Cambrils, me gustaría que los políticos ayer se hubieran mostrado unidos, y convocado en pie de igualdad a todo el que pudiese aportar algún grano de arena para cazar a los hijos de puta responsables del atentado y a evitar que hubiese algún otro atentado.
Si yo fuera sueco y un familiar amigo mío estuviese en Barcelona, y al poner la tele me hubiese encontrado con una rueda de prensa sobre el atentado de la alcaldesa de Barcelona en una lengua ininteligible y que nadie me podía traducir a mi idioma en tiempo real, me habría acordado de sus muertos más recientes.
Si yo fuera alguna de esas personas, me habría cabreado mucho que los políticos, en estas circunstancias, intentasen hacer política partidista, o que hablasen del “procés” a las pocas horas del atentado.
Si yo fuera alguna de esas personas, me repugnaría que alguien señalase como culpables del atentado a otros que no fuesen los hijos de puta que lo perpetraron.
Y, sobre todo, sin ser nada de eso, y siendo yo, de buenas mandaría a la mierda a los de la CUP, a Colau, a Junqueras, a Puigdemont y a todos aquellos que ayer no tenían el 100% de su cabeza y su corazón en asistir a las víctima y sus allegados, cazar a los responsables, restaurar la seguridad en las calles y la tranquilidad en los corazones de los que tuvieron que pasar la noche en esa ciudad amenazada por la peor lacra del mundo, el terrorismo que sólo busca incomodarnos en nuestra libertad que tantos siglos nos ha costado.
*Emilio Lucas Marín es Abogado.