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Símbolos, demagogia y pamplinas

Benito Fdez 2
Benito Fernández

Cada día me convenzo más que este país, al que algunos (cada vez menos) llamamos España, hace oposiciones diarias para batir el record guinnes mundial de chorras. Aquí, conforme avanza el siglo y asoman los nuevos progres que vienen a cambiar la sociedad, aumenta progresivamente el número de tontos del haba. Ya hay más que botellines. Y lo peor es que muchos de esos tontos han sido votados por los ciudadanos (y ciudadanas) y han asumido un poder cada vez mayor. Cabría esperar que antes de que lleguen a culminar su asalto a las instituciones, los ciudadanos (y ciudadanas) se den cuenta de que están apoyando a una partida de demagogos iletrados más interesados en desviar la atención de lo importante para sacar provecho propio que en tratar de solucionar los problemas que, según dicen ellos, han provocado los partidos de la llamada casta.

No me parece mal que se instaurara dicha fecha para celebrar el Dia de la Fiesta Nacional que, por otra parte, nada tiene que ver con el franquismo como quieren hacernos creer ahora algunos de los analfabetos que dirigen ciertos ayuntamientos.

Viene todo esto a cuenta de la polémica que, un año más, ha centrado las celebraciones del 12 de octubre, Día del Pilar, de la Hispanidad, Fiesta Nacional de España y, hasta hace unos años, Fiesta de la Raza. Que conste que a mí me la trae al pairo que nuestra Fiesta nacional, como la tienen casi todos los paises del mundo, se celebre el 12 de octubre, el 4 de diciembre o el 25 de julio, pero hay que reconocer que la efemérides celebra uno de los hechos históricos protagonizados por los españoles, el Decubrimiento de América, que cambiaron la historia de la Humanidad. Por lo tanto no me parece mal que se instaurara dicha fecha para celebrar el Dia de la Fiesta Nacional que, por otra parte, nada tiene que ver con el franquismo como quieren hacernos creer ahora algunos de los analfabetos que dirigen ciertos ayuntamientos.

Los franceses celebran su Fiesta Nacional el 14 de julio, día de la toma de la Bastilla; los Estados Unidos el 4 de julio, fecha de su independencia; los alemanes el 3 de octubre, día de la reunificación; los ingleses el 23 de abril, día de San Jorge, y los italianos el 2 de junio, Día de la República. Algunas son antiguas y otras relativamente modernas. Algunas las impuso un Gobierno y también algunas de ellas fueron votadas en referendum. De todo hay en la viña del señor. De lo que estoy seguro es de que en ninguno de estos paises de nuestro entorno social y cultural surgen tantas voces de tontos poniendo en entredicho o criticando la fecha elegida. Al contrario, ese día, ya sean monárquicos o republcanos, los francese o los italianos lo celebran con fiestas, con alegría, enarbolando sus banderas y cantando su himno.

En todos estos paises casi nadie, excepto cuatro descerebrados, utiliza los símbolos nacionales como ideológica arma arrojadiza entre derechas e izquierdas. Su bandera y su himno son patrimonio común de todos por más que los hayan esgrimido y manipulado en un momento dado las derechas o las izquerdas en su favor. Es algo que aquí sigue siendo una asignatura pendiente por más que nuestra bandera y nuestro himno fuesen respaldados por casi el noventa por ciento de los españoles que votaron el referéndum de la última Constitución de 1978. Y la culpa, por más que nos pese, ha sido de todos. De las derechas por querer apropiárselos en el inicio de la transición, y, sobre todo, de las izquierdas que se las cedieron porque siempren ha estdo prestas a confundir esos símbolos con un fascismo inexistente.

No es de extrañar las pamplinas ideológicas y teóricas que Pablo Iglesias, Manuela Carmena en Madrid, Kichi en Cádiz, Ada Colau en Barcelona, o Dolores Sabaté en Badalona, arguyen para justificar sus desplantes en el Día Nacional de España. Lo dicho, más tontos que botellines

El problema es que todo esto ha calado profundamente en nuestra sociedad hasta límites insospechados. Yo tengo una camisa en la que está impresa una pequeña bandera de España. Pues bien, siempre que me la pongo me encuentro con alguien, generalmente inteligentes y culto que te dice la sempiterna pamplina de: “Veo que sigues siendo de derechas…”. Yo les suelo responder con la frase de Forrest Gump: “Tonto es el que dice tonterías” y evito entrar en discusiones bananeras sobre si soy muy rojo si en lugar de la bandera de España llevara la de Cuba o la de Venezuela, por otra parte tan respetables como la española.

Lo malo es que la nueva progresía de Podemos y sus mareas no solo sigue con el mismo cuento que antes defendía el PSOE o Izquierda Unida, sino que ha ahondado aún más en la bobada tratando de marcar diferencias entre esas dos Españas que muchos creíamos que se habían llegado a reconciliar y que gente como Pablo Iglesias o Pedro Sánchez vuelven a resucitar para que no nos olvidemos de una trágica guerra civil que pasó hace ya ochenta años y que debería estudiarse en los libros de Historia como el Descubrimiento de América o las navas de Tolosa. Así que no es de extrañar las pamplinas ideológicas y teóricas que Pablo Iglesias, Manuela Carmena en Madrid, Kichi en Cádiz, Ada Colau en Barcelona, o Dolores Sabaté en Badalona, arguyen para justificar sus desplantes en el Día Nacional de España. Lo dicho, más tontos que botellines