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Sin medias

Clara Guzman
Clara Guzmán

Realmente llevaba tiempo que quería escribir sobre el asunto. Porque realmente el asunto se le estaba yendo de las manos a quien correspondiera o correspondiese. Realmente no he ido dando crédito a medida que he ido viendo que no hay por dónde cogerlo. Que del rosa al amarillo llega un momento en que nos podemos quedar en cueros y para quedarse en cueros hace un frío que pela, al menos para servidora que es plebeya. Y ya saben que los plebeyos cuando hace frío tenemos frío y cuando hace calor nos abrasamos.

El asunto, como ustedes habrán dilucidado, es el de medias sí o medias no, que es realmente el asunto del que podemos escribir. Resulta que llevamos un tiempo en que a las “celebrities”; o sea, a las señoras o señoritas famosas por el mero hecho, por poner un ejemplo cándido, de no dar un palo al agua, les ha dado por ir sin medias, aunque el termómetro anuncie incluso una cifra considerable de grados bajo cero. Las ves cruzar Nueva York  (bueno, en fotos, en vídeos y en la pantalla grande o chica, vamos a ser sinceras) con la piel de las extremidades inferiores al aire y es que te da escalofríos. Pero luego una se recompone y dice eso de que allí habrá calefacción por un tubo y sólo es el momento del postureo.

La Reina de España no pisa el suelo como las demás mortales y por tanto no puede caer en esas frivolidades terrenales.

Hasta ahí todo perfecto, pero cuando una lee que el otro día Su Majestad la Reina Doña Letizia de España había pasado por Arco pasando por el aro de la tendencia de ir desnuda de piernas en pleno febrero ha vuelto a darme un repelús. Un repelús elevado al cubo cuando veo que de cintura para abajo va en cueros. En cueros negros rematados por unas sandalias tipo romanas que le dan un aire de dominatriz que se le encoge a una la cerviz.

Servidora, en su ingenuidad provinciana, creía que las “royals”, como las denomina mi colega Carlos García-Calvo, estaban exentas de seguir las modas, como estaban exentas de hacer gimnasia aquellas compañeras de colegio y una nunca preguntaba por qué. Porque preguntar no es ofender, pero a veces es poner en un brete.

Y como suponer tampoco implica molestar, una supone que quizás la Reina de España, que es mujer culta, leída y escribida, siga al pie de la letra aquella anécdota que contara Ramón J. Sender en su interesante libro Carolus Rex, sobre Carlos II el Hechizado. Resulta que un avispado comerciante de Zamora quiso agasajar con una caja llena de trescientos pares de medias de seda fina a María Luisa de Orleáns, la joven esposa del rey, con motivo de sus esponsales. El precursor patrio del marketing debió pensar que al ser francesa (sobrina de Luis XIV) sería más abierta de miras. Pero llegó  la duquesa de Terranova, la camarera real de la soberana, una especie de “personal shopper” actual, y mandó parar al grito de “La Reina de España no tiene piernas”.

La Reina de España no pisa el suelo como las demás mortales y por tanto no puede caer en esas frivolidades terrenales. Claro que como los tiempos adelantan que es una barbaridad, quién le iba a decir a la duquesa de Terranova, veladora de la moral de su soberana, que en el siglo XXI “celebrities” y “royals” iban a ir… sin medias.