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Siria: ataque a justificar

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

El ataque de EE UU a la Base Aérea de Shayrat (Siria) con misiles de crucero, se ha realizado sin haber tenido tiempo para analizar y determinar quién es el responsable de la explosión, hace unos días, de los artefactos químicos en ese país. O, en otros términos, no hay seguridad de si fueron armas químicas lanzadas por la aviación siria o, como otras fuentes apuntan, los aviones sirios lanzaron armas convencionales sobre un polvorín que contenía armas químicas y, consecuentemente, éstas explosionaron.  Mientras esto no esté totalmente aclarado, la decisión ofensiva norteamericana queda en el campo de lo injustificable.

La decisión unilateral del gobierno de EE UU, atacando directamente y por sorpresa a otro estado miembro de la ONU, merece un análisis inmediato aunque sea de urgencia. Más allá de las cuestiones jurídicas de fondo, al ser Rusia el primer valedor del régimen sirio, no es descartable que la reacción rusa pudiera degenerar en una escalada, que acercaría la tensión ruso-norteamericana al borde de un conflicto de mayor magnitud. No obstante, fuentes del gobierno norteamericano se han apresurado, tras el golpe, a minimizar su significado expresando que es un hecho aislado, para avisar a Siria que no puede emplear la guerra química para lograr sus objetivos. Rusia, por su parte, ha tenido de momento una reacción muy moderada, apelando a los canales diplomáticos. Por ello, no parece que el ataque norteamericano vaya a ser el detonante de una III Guerra Mundial, como algunos alarmistas expertos han valorado. Sí parece muy probable que ese ataque aleje por mucho tiempo la posibilidad de un entendimiento entre las dos grandes potencias nucleares sobre la guerra en Siria. Un entendimiento que es “conditio sine qua non” para liquidarla. Es decir: hay conflicto para rato.

 

Un aspecto muy grave, desde un punto de vista español, es que el lanzamiento de los misiles tomahawks contra Siria se ha hecho desde dos de los destructores portamisiles norteamericanos basados en Rota (USS Porter y USS Ross).

 

Pero más importante todavía que los hechos concretos son los procesos. Lo más sobresaliente del actual escenario norteamericano es su “modo ruptura”. Dejando explícita mi rotunda repulsa hacia el empleo de armas químicas, el bombardeo norteamericano desde aguas mediterráneas quiebra la declarada intención aislacionista del presidente Trump. Éste parece ahora querer convertirse en el guardián y gendarme de la Convención  sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción, el Almacenamiento y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción, en vigor desde 1997, y suscrito por 189 de los 195 estados miembros de la ONU. Es también una ruptura con la declarada postura de Trump, mantenida durante la presidencia de Obama, de alejarse del conflicto sirio. El “incidente” también tiene —cómo no—, una lectura en clave interna, tras los escándalos por la dudosa relación de prominentes figuras de la nueva administración con el embajador ruso en Washington, Serguei KysliaK. El mensaje sería: Trump no es una marioneta de Putin.

 

El mensaje sería: Trump no es una marioneta de Putin.  

 

Un aspecto muy grave, desde un punto de vista español, es que el lanzamiento de los misiles tomahawks contra Siria se ha hecho desde dos de los destructores portamisiles norteamericanos basados en Rota (USS Porter y USS Ross). Buques que, obviamente, tienen tal capacidad. El punto está en que para su despliegue en la base aeronaval andaluza se los vendió como armas meramente defensivas del escudo antimisiles de la OTAN. El emplearlos como vectores ofensivos de lanzamiento para el ataque a Siria, tira por tierra ese argumento. España quedaría así involucrada, como colaborador necesario, en ese ataque. Algo que —me temo— no es parte  ni de la letra ni del espíritu del vigente Convenio Hispano-Norteamericano de Cooperación para la Defensa. Ahora falta por ver si el gobierno norteamericano pidió o no autorización al español para ese empleo ofensivo de un buque “defensivo”.

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*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r).

@ppitarchb