Me revolotean aún a las imágenes y los testimonios del último programa de Évole. Ese “Salvados” dedicado al machismo que mata, y que tanto revuelo ha levantado, al parecer, por todas partes.
Me gustó, vaya por delante. Me gusta en general la factura de “Salvados” y el estilo tan personal de Jordi Évole al encarar los temas y sus personajes. Este programa lo miré con especial atención y cuidado porque, como a tanta gente, el tema me duele tanto como me compromete.
Excelente arranque y buenas las entrevistas. A Francisca, una magistrada, harta de ver pasar a diario el horror ante sus ojos, quien volvió a denunciar la falta de recursos de que disponen y a desmitificar, una vez más, que las falsas denuncias se producen en un porcentaje marginal y que siguen siendo muchas las mujeres que incluso cuando dan el paso y denuncian, luego se niegan a declarar y vuelven junto al maltratador. Y tras Francisca, Marina. Una mujer joven con una experiencia de maltrato adolescente sobre el que habla en las escuelas e institutos para tratar de evitarlo, para tratar de frenar lo que a todas luces es ya una epidemia lacerante.
[blockquote style=»1″]Siendo, como es, un problema causado, alentado y promovido por ellos – por hombres machistas, se entiende-, es clave que lo asuman, también como género, y empiecen a poner medidas desde ellos, para ellos y entre ellos. [/blockquote]
También entrevistó a dos hombres: un psicólogo que trabaja en la rehabilitación de maltratadores, quien vino a reconocer que hay un porcentaje que no se rehabilitará nunca, por más que lo intente, y a un maltratador que no quiso dar la cara, por vergüenza – dijo- y que se limitó a expresar lo que ya se sabe: que así lo habían educado, que solo hacía lo que había visto hacer a su abuelo y a su padre, y lo que seguía viendo en su entorno…
Enfocado el tema y entrevistadas las partes, el programa quedó bien aun con matices y ausencias importantes (¿es posible hacer un programa dedicado a la violencia machista y que no salga la palabra feminismo ni una sola vez? es posible). Con todo, sigo pensando lo que siempre pienso cuando veo trabajos similares o se habla del tema: ¿por qué seguimos enfocando siempre la violencia machista, solo desde la perspectiva de las mujeres? Mujeres como receptoras de la violencia, mujeres víctimas, mujeres supervivientes, mujeres…
Planteo hacerlo también desde la perspectiva de los hombres. Siendo, como es, un problema causado, alentado y promovido por ellos – por hombres machistas, se entiende-, es clave que lo asuman, también como género, y empiecen a poner medidas desde ellos, para ellos y entre ellos. Me constan experiencias interesantes en esta línea, pero harían falta muchas más. Hay todavía demasiada impunidad social campando por sus respetos, y excesivos compadreos de machotes (ni les quiero contar la tremenda vergüenza que aún siente mi alma bética por hechos bien conocidos y a los que me niego a dar más publicidad)
Pues del mismo modo que tenemos que aguantar tantas veces la etiqueta del “solo para hombres”, etiquetemos también esta cadena de horror y muerte en la que se ha convertido la violencia machista para devolvérselo en sus mismas caras: “ser machista no es de hombres”. A ver si se enteran de una puñetera vez ya.