Stanley G. Payne: del veto franquista al anatema antifranquista
Franco prohibió sus libros, pero hoy vota a Trump y alaba a Pío Moa
«Créeme, es un poco duro ir con Franco. Puedes estar seguro de tener todo a lo que tienes derecho, puedes tener confianza de que sabe dónde te mete, pero en cuanto a la manera de tratar… Franco se queda mirando a un fulano con unos ojos muy grandes y muy serios y dice: … ‘Que le peguen cuatro tiros».
«Desde que se alineó abiertamente con el club de los pseudohistoriadores neofranquistas, cuyo jefe de fila es sobre todo hoy Pío Moa, Payne ha perdido toda su credibilidad, y, sin desdeñar ni mucho menos todo lo que escribió en el pasado con valor científico, es indudable que nada de lo que dice hoy puede tomarse en consideración desde el punto de vista de la historiografía científicamente fundamentada en bases serias y rigurosas».
«En la campaña electoral de 1993 y por primera vez, Felipe González, para mí el presidente socialista más positivo, rompió con los acuerdos de la Transición y utilizó la Historia como arma política. Dijo que no se podía votar al partido conservador porque son los mismos franquistas. Fue un intento de estigmatizar y de evitar que Aznar ganara… (la Ley de Memoria Histórica) es un arma política muy negativa. Los gobiernos democráticos no pueden hacer leyes de Memoria Histórica. La Historia es obra de los historiadores, no de los políticos. Hablar de Memoria Histórica es un oxímoron, una contradicción en términos, no puede existir, la memoria es personal y subjetiva».
Y… así se escribe la Historia: pocas veces ha resultado tan apropiada una frase hecha. Ángel Viñas, otro mito de los historiadores, arremetió así contra el reciente temario de Payne: «Cómo dar gato por liebre a base de banalidades». Citado por ‘El País’ cuando el Premio Espasa de 2017, Stanley G. Payne resumía: «En la España formalmente democrática desde 1977 se ha instalado un sistema de corrupción sin límite que afecta a todas sus instituciones… pero Franco podría considerarse no solo el gobernante individual más poderoso de la historia de España, sino también el modernizador definitivo de su país y el líder que alcanzó mayor éxito de todos los aspirantes a las ‘dictaduras de desarrollo’ del Siglo XX”.
Cada cual es libre de pensar lo que quiera. Pero uno recuerda aquel viaje con la ropa del Ajax y los dos libros de Ruedo Ibérico en el doble fondo del viejo tabardo verde oliva de la Wehrmacht… y la adrenalina vuelve a dispararse como en aquellos días de halcón de octubre de 1975. Eso fue gracias a Stanley G. Payne, el viejo profesor mutante de la Universidad de Wisconsin-Madison. Asi se escribe la Historia. Del veto franquista al anatema antifranquista. Ese sería otro libro: ‘La Prodigiosa Mutación de Stanley G. Payne’.