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Supervivencia e independencia

Se están tratando de confundir las necesidades políticas con las necesidades de los políticos, que son cosas bien distintas.

 

El carnavalesco cabezazo de Iván Redondo a Torra, ha abierto un nuevo escenario político. Bien que la reunión de Sánchez con Torra, el 6-F, en el Palacio de la Generalidad, no haya servido, en la práctica, más que para oxigenar a quien, ya desposeído del acta de diputado autonómico, está políticamente achicharrado. El interés de Sánchez por mantener a Torra como interlocutor catalán parece indicar su vana ilusión de poder resolver, “motu proprio”, el problema de España en Cataluña.

Ahora vendrá el aluvión de gestos, cesiones, concesiones y regalos que ni tendrán contrapartida, ni vuelta atrás (al menos por las buenas). ¿Por qué el Gobierno todavía no ha recurrido ante el TC el acuerdo, de 26 de noviembre de 2019, del parlamento catalán, que defendía la autodeterminación, arremetía contra la monarquía y rechazaba a sentencia del 1-O del TS? ¿Qué espera para hacerlo o es que no lo piensa hacer? ¿Y qué decir de la intención gubernamental, de grueso y grosero calibre, de reformar el Código Penal para rebajar, “a posteriori”, las penas por el delito de sedición a que fueron condenados Junqueras y compañía? Sánchez se ha metido a conducir por una sinuosa carretera, en la que la probabilidad de derrapar y romperse la crisma es alta. Nada me importaría menos, si no fuera porque, en ese vehículo que conduce, vamos los demás.

Asimismo, se están tratando de confundir las necesidades políticas con las necesidades de los políticos, que son cosas bien distintas. O se está presentando la coalición de sanchistas con la extrema izquierda y el apoyo de los separatistas de ERC, como único algoritmo posible para aprobar los Presupuestos. Ya escama tanto cacareo sobre la “legislatura del diálogo”. Más bien va a ser la “legislatura del engaño” como ha mostrado el desinterés de Sánchez hacia la gran mayoría de catalanes, en su reciente “visita al exterior”, a la Cataluña de Torra.

Se nos atiborra con un juego de dobles, de lucha por el poder con finalidades perversamente complementarias. La de la pareja Sánchez- Iglesias es su supervivencia. Y la del dueto Torra-Junqueras es la independencia. Y los actores, vistos a vuelo de dron, parecen pájaros sobre brotes tiernos al comienzo de la primavera. Su actuación se disfrazará como se quiera. Pero siempre obedecerá a esa malvada alianza entre supervivencia e independencia. Tristemente, no hay más.

En otro orden de cosas, ya es triste y difícil de ocultar el ruido generado por una política “dispersa” de ascensos en el generalato terrestre. Tema complejo y delicado en el que se ventilan, entre otras, legítimas aspiraciones personales. Se perciben demasiadas cucharas en la sopera y parecen cobrarse viejas facturas. Esperadas propuestas de ascensos no se producen y otras son rechazadas en Defensa. Por citar un solo ejemplo, alguien me ha preguntado ―y yo le paso la cuestión a doña Margarita Robles―, ¿es legítimo abortar el ascenso de un GB a GD por presunta “contaminación ” por su familia política rusa? Y añado: ¿cuál es la Habilitación Personal de Seguridad (HPS), que le ha dado el CNI, por ejemplo, a don Pablo Iglesias y don Alberto Garzón, para que pudieran “ascender” a miembros del Gobierno?