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Susana Díaz toma nota

A la baronesa del barrio del Tardón en lugar de frases lapidarias le salen amagos con la sonrisa de Corleone.

 

“Tomo nota”, dijo Susana Díaz después de que la Ejecutiva Federal aprobara por unanimidad las listas electorales para los próximos comicios. Y antes de que junto a sus acólitos teatralizara un nuevo desplante al máximo órgano de gobierno del Partido Socialista.

A la baronesa del barrio del Tardón en lugar de frases lapidarias le salen amagos con la sonrisa de Corleone. Inolvidable fue la de “a éste lo quiero muerto hoy”,  referida al actual presidente del Gobierno.

 

Se había propuesto llegar al ápice del poder sin hacer prisioneros en las filas socialistas

 

Y ofreciéndose de complacida rehén al Ibex 35 y al poder fáctico.

De hecho, propició con el coup de force contra Ferraz que Rajoy siguiera en la Moncloa. Pero no fue no y la humillante derrota en las primarias detuvo el exceso de ambición de Díaz.

Que se atrincheró en el sur hasta perder el gobierno de la comunidad. Había confeccionado las listas electorales de los comicios andaluces. Sin dejar resquicio alguno para la cohabitación y dejó fuera de ellas al sanchismo.

Era un intento de blindar su red clientelar en Andalucía. Ya que, con todos los fines políticos fracasados, solo quedaba mantener el modus vivendi. De los que jamás han trabajado en la empresa privada.

 

Susana Díaz toma nota

 

Ahora Susana Díaz toma nota. Por no poder haber encajado en las listas a las elecciones generales a sus cesantes institucionales y viejos colaboradores necesarios en el asalto a Ferraz.

El golpe de mano del 1 de octubre significó el intento de imponer la alternativa de la no alternativa. Lo que suponía consolidar ese PSOE decadente que se dejó arrastrar por un pobre eclecticismo adaptativo al sistema. Que le situaba paradójicamente en contra de su propia historia y de sí mismo.

 

Partido de gobierno

 

Incapaz de generar un paradigma diferente al que impone el microclima conservador, se perdía en la torcida creencia de que la ideología era una pesada carga que ponía en peligro el pacto de la Transición. Y , como consecuencia, su estatus oligárquico de “partido de gobierno.”

Es como si el socialismo hubiera sido creado para este régimen y su obsesiva actitud conservadora le empujara a desistir de su vocación de cambio. E incluso de la capacidad de construir un modelo avanzado de sociedad.

Sin embargo, hoy con una derecha sin complejos, radicalizada hasta el extremo de hablar de ilegalización de partidos de izquierdas y nacionalistas, de recortes de libertades y derechos sociales hasta desfigurar y hacer irreconocible como estructura democrática al Estado español.

La única forma de diluir esta agresión a las mayorías sociales que supone el modelo criptofranquista, que representa el tridente ultraconservador, es imponer en las urnas políticas de regeneración democrática, de carácter social, igualitarias y de progreso que el PSOE debe representar.

Y de eso es de lo único que se debe tomar nota

De que ningún interés personal o de facción, debe socavar la unidad necesaria para detener, lo que supone, una auténtica amenaza para la democracia.