La batalla de Susana Díaz ahora es otra. Y además la va a lucir con publicidad y vehemencia repetidas hasta la saciedad, como le salga bien. La unión de IU y Podemos le va a permitir demostrar al PSOE de España cómo ella, de Triana y olé, esa es su baza, sí que es un cortafuegos contra el sorpasso de esa unión interesada de izquierda comuní. Va a ser capaz con los números electorales en la mano de mostrar su grandeza competitiva construyendo muros que impidan el paso de la revolucionaria unión de la radicalidad y el pragmatismo hechos para financiar la deuda de IU.
La presidenta andaluza viene amagando desde hace tiempo, pero sin dar; proponiendo sin que se la note a ella en la propuesta, pero sin dejar duda de dónde está, y de quien es la idea. En esas está ahora, con el disimulo de quien no quiere acarrear la culpa (in colaborando) de la más que previsible derrota de los suyos.
Aún no ha querido dar el paso sustitutivo, para dejar a Pedro Sánchez que se queme en las brasas de su propia inanidad. Susana Díaz no deja de revestirse de cinismo en cada paso que explica, con deleitante ambigüedad, propia de la escuela del socialismo andaluz, delfinista y arribista. El aparato la enseñó a ser así, y así se las gasta a Pedro Sánchez, que se deja engañar con toda frescura y naturalidad.
Y Susana feliz de ver que llegará su hora, la misma en la que llegue la derrota de Pedro. Empezará a ser su primera victoria.
La señora Díaz es capaz de estar en la presentación del candidato socialista, dándole el abrazo que todo el mundo en su partido quería ver por TV, a la vez que no para de pergeñar y redactar su plan de desahucio que le ayude a evolucionar en su ansia redentora de los pecados progresíes del Pere.
Una vez hundido el barco por el madrileño todo será más fácil, mucho más necesario y posible. Y sin tener que disparar ni una bala siquiera con el revólver de los reproches. Para ello trabajará en engrosar todo lo posible la línea de obstrucción del voto a ese colectivo de interés que pergeñan Alberto Garzón y Pablo Iglesias. Del grosor de esa línea de contención, que no llamaremos cordón sanitario aunque se le parezca, va a poder mostrar poder Susana Díaz para convencer al personal de que ella es la elegida para establecer el mismo cortafuegos en el Estado.
Y Pedro haciéndole favores a cada día que pasa. Nombrando un gobierno sin gobernar, para hacer el ridículo en caso de no llegar esa posibilidad. Quiere anticiparse al juego del soberbio Pablo, pero hace el juego al ridículo escenario que el otro le quiere sisar. Se presta, y le vuelve a mostrar sus carencias a quienes, durante muchísimos años, han creído que el PSOE era un partido serio. Mucho más serio de lo que lo muestra el Pere.
Y Susana feliz de ver que llegará su hora, la misma en la que llegue la derrota de Pedro. Empezará a ser su primera victoria.