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Susana y sus vacaciones Deluxe

Por tercer año consecutivo Susana Díaz elige la marca Barceló para su descanso de verano.

Una consideración antes de empezar. La presidenta de la Junta de Andalucía tiene perfecto derecho a tomarse unas vacaciones de verano y con cargo a su bolsillo pagar la estancia de ella y su familia en cualquier establecimiento hotelero que le apetezca.

Pero la presidenta de la Junta de Andalucía debería recordar que estar en política activa tiene sus servidumbres y así ha quedado sentada jurisprudencia abundante donde muchos políticos han perdido parte de sus derechos personales e íntimos en aras de la transparencia en la gestión pública o la crítica política en una democracia.

 

Nunca hasta ahora ningún presidente de la Junta se había visto envuelto en la polémica a cuenta de su lugar de veraneo o el hotel elegido para el descanso estival.

 

Sería estúpido, por otra parte, creer que cualquiera de nuestros dirigentes políticos actuales van a ser tratados de la misma manera que cualquier otro cliente convencional del establecimiento. Es el peso de la purpura, sin duda, un plus intangible que no solo eleva el ego del que recibe las atenciones, también suele rebajar con algún descuento VIP la cuenta final a abonar.

 

Pero ¿por qué han merecido llamativos titulares las vacaciones de este año de la presidenta andaluza en un lujoso resort – Royal Hideaway Sancti Petri Barceló Hotelen Chiclana, la patria chica de su vicepresidente Giménez Barrios de donde fue alcalde? Pues muy sencillo, por el precio del apartamento elegido y que el ex alcalde andalucista de Algeciras, Patricio González describía así en un artículo reciente:

 

“Tres habitaciones con vestidor, dos baños, un aseo, un jacuzzi, una terraza con vistas al mar, una pequeña piscina privada y una barbacoa. Con la única y también exclusiva particularidad de que el precio que tiene en temporada alta puede superar los 1.100 euros la noche”.

 

En esas breves líneas queda condensado el motivo por el que, desde una perspectiva política, la decisión personal de la presidenta de marcarse unas vacaciones a todo tren y en un entorno de lujo muy caro merece ser explicada y, si ello no sucede, criticada por su confuso discurso ideológico en el mejor de los casos.

 

 

Siendo perfectamente legítimo que cada uno haga lo que le plazca con su dinero, no es menos cierto que los españoles llevamos años con el moscardón de la corrupción y el dispendio de los politicos tras la oreja y que cada día que pasa la opinión publica exige mayores explicaciones a sus gobernantes sobre todo lo que hagan, léase la que se lió con el chalé de los Montero-Iglesias en Galapagar. La sociedad tiene motivos más que suficientes para sospechar de todos y por todo.

Susana Díaz optando por tercer año consecutivo por la marca Barceló en sus vacaciones, a más de mil pavos por día, es algo que chirría y mucho en una dirigente política de izquierdas que, cada vez que tiene ocasión, recuerda que su padre fue fontanero y su marido es un simple trabajador, un tieso lo definió ella. Y porque si se trata de hacer patria turística qué menos que contratar alternando también con otros establecimientos, algunos de capital netamente andaluz y magníficos, y así se promociona a todos por igual.

 

Pero no, la presidenta ha entendido que las vacaciones de verano son su intimidad, su vida familiar y la desconexión total del duro trabajo diario de gobernar Andalucía. A nadie, por tanto, ha dado explicación de su opción veraniega ‘Deluxe’, aunque su silencio es toda una respuesta en si  mismo.

 

 

 

Muchos han empezado a preguntarse si se puede considerar políticamente correcto que la presidenta de la comunidad con más paro de España, donde los índices de pobreza y miseria superan la media nacional, se exponga a un veraneo de lujo aderezado con un carísimo boato digno de personajes habituales del Hola. Especialmente tras la virulenta reacción de las redes ante la noticia.

Algunos socialistas no acaban de verlo claro desde una perspectiva ideológica, aunque hay quien sostiene que esos son gestos personales que para nada influyen en la valoración de la gente sobre la gestión del partido en la Junta, “la gente a la hora de votar no se acuerda ni tiene en cuenta donde veraneó Susana el año pasado” cuenta alguien próximo a la presidenta.

No deberían confiarse demasiado los asesores de la presidenta, porque lo primero que la gente detecta en un discurso político son los pecados veniales y cuando estos se amontonan acaban en la categoría de mortales; ese es el riego, que como respuesta aumenten los incrédulos ante un doble discurso con doble moral incluida. Especialmente para los miles y miles de paisanos y paisanas que no se pueden permitir vacaciones ni siquiera en un piso turístico pirata, que es lo que se lleva en la post crisis.