Juan Antonio Molina

Sevilla tiene un grave problema: un rancio conservadurismo que vive de los riscos de Covadonga, el orden de Torquemada y prietas las filas del caudillaje.

¿Puede el arte mejorar la calidad de vida de un enfermo? ¿Facilita el teatro la reinserción de las personas reclusas? ¿Y el baile, la integración social?

¿Qué ha pasado en Andalucía? La derecha ultraconservadora domina con solvencia la comunidad y todas las capitales de provincia.

La propaganda, como otrora, organiza a las masas situándolas ante el espejismo de que su movilización corresponde a unos objetivos patrióticos y generales.

Hay un núcleo que se impone en el vínculo entre lugar y literatura: el habla. La urbe conlleva una oralidad empujada por nuevos modos de relacionarse.

La poesía no demanda la imaginación del lector sino la complicidad.

El dinero en el bolsillo de los ciudadanos pudientes no construye hospitales, ni colegios, ni carreteras.

La ideología progresista necesita, desnaturalizándose,  atemperar lo incómodo que se siente el régimen de poder fáctico, incluida la Corona,

No es una errata. El buen lector, que es el cauteloso, habrá advertido que en esa expresión el candidato Espadas no es el sujeto del error, sino el objeto.

Moreno lo ha tenido fácil con un candidato como Espadas carente de liderazgo, poco imaginativo en el plano dialéctico y orador bastante mediocre.