Pepe Griñán

No han estado finos a la hora de marcar las prioridades presidenciales. La ausencia de Bonilla en Barcelona demuestra escaso interés por el Corredor Mediterráneo.

Su vocación en cuanto a la vida pública lo sitúa en los dominios de la metafísica política, lo que le ha llevado a padecer alguna adherencia de pedantería e ingenuidad.

El gobierno, que debe decidir si concede o no el indulto a Griñán, se enfrenta con un hecho insólito: será la primera vez que un partido indulte a uno de los suyos.

Manolo Chaves, en términos políticos, fue el máximo responsable del Caso Eres y eso lo saben casi todos dentro del PSOE…y también se sabe fuera.

Se van dos hombres buenos, en el sentido machadiano del término, arrastrados, expuestos a juicio público, del que han salido condenados antes de empezar.

Con sus defectos y sus tentaciones de arrogancia, claro está, Griñán se paseó por la política con dignidad y discreción.

Que eran honrados lo sabíamos todos. El problema es asumir responsabilidades políticas como partido cuya gestión durante décadas ha resultado condenada.

Ha sido declarado judicialmente el monumental circo del descontrol y el despilfarro, por parte del PSOE de la “Andalucía imparable, y al máximo”.

No habrá sentencia ejemplar para los dirigentes socialistas de la época en el mal llamado Caso Eres, ni tan siquiera habrá condena.

O el PSOE despierta del mal sueño del Susanato y buscan un candidato o candidata nuevo, o estarán condenados a un ostracismo de muchos años de oposición.