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Techo de gasto

Clara Guzman
Clara Guzmán

-Rosmarí, niña, ¿tu techo de gasto dónde está?

-Pues, hija, aquí en Chipiona y en agosto por las nubes y en mi casa de Sevilla por el soberado, soberao de toda la vida.
Lo pregunté el otro día en el grupo del “guasá” y las niñas decían cada cosa que vaya. Concha, que si ella se quedó en el techo de cristal y no se cortó de milagro, y Maricarmen, que es la poyetona del grupo y la que mejor vive, claro, que en el Rompetechos de los tebeos. A mí es que me gusta estar al cabo de la calle de todo, hija. Desde que voy a las actividades del Distrito, me noto yo más moderna, más mujer de mi tiempo.
-Si te soy sincera, Sagrario, muy bien, muy bien no sé yo lo que es el techo de gasto, pero nunca me ha gustado desentonar. Lo que sí sé es que los políticos gastan mucho, trabajan poco y le echan mucha novelería a las cosas, porque ya me dirás, lo del techo de gasto es de aquí no paso y punto pelota. Vamos, lo que tú y yo hacemos cuando vamos a la plaza. Que tengo cuarenta euros, pues no me puedo gastar cuarenta y uno. No sé si me explico.
-Te explicas divinamente, Rosmarí. Verás, esto es como la prima de riesgo. Cuando empezaron con la matraca de la prima esa yo me acordé de mi madre cuando me alertaba de mi prima Virtudes. Niña, que muy virtuosa no es y ata corto al Paco. Y me la dio, claro que me la dio, y el Paco diciéndome que le había echado algo en el café. Que lo embrujó. Menudo riesgo tiene mi prima. Mal palo le den. Pero, hija, tú estarás conmigo en que cuando la prima de riesgo se disparata te tienes que preocupar. Si se preocupan los gordos, imagínate los que estamos tiesos como el marido de Susana.
-Hombre, el marido de Susana tieso, tieso, no está, lo que ella debería haber dicho es que estaba, en el pasado, económicamente débil.
-Pues peor me lo pones, criatura, porque lo de tieso tiene hasta su morbo.
-Pero, hija, así le hubiera echado más novelería y hubiera quedado estupendamente en las radios, cuando le preguntan los contertulios esos que saben más que Briján, que no sabía ná. Los políticos no deben decir las cosas a bocajarro como los demás mortales. Lo de ellos es marear la perdiz, como dice mi Benito José, pero ahora hasta la perdiz está harta de que la mareen. Deben cuidar el estilo y las formas. Porque, en el fondo, ¿no encuentras poético lo del techo de gasto?
-Hombre, poético, poético…si estás a cubierto, sí, pero si estás a la intemperie ya me dirás la poesía.