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¿Temen los de Unidos-Podemos votar a Unidos-Podemos?

Nacho Trillo
Nacho Trillo

Que un partido o coalición salga la noche electoral con rostros cariacontecidos reconociendo que ha obtenido unos malos resultados y sin amortiguarlo con coartada alguna, no venía siendo lo habitual entre los mortales de la clase política. Ocurrió con Pablo Iglesias la noche del 26-J.

Hasta hace nada de tiempo, todo el mundo, salvo honrosas excepciones, y por igual en todas las formaciones, venía declarando tras el recuento de votos la célebre frase: «hemos ganado», en tanto los telespectadores que no les cuadraban las cuentas asistían estupefactos al esperpento o a la tomadura de pelo protagonizados por unos señores que consideraban necios a los demás. A la vez, para no dimitir esa misma noche en asunción de responsabilidades, aparentaban, conscientes y descaradamente, que no sabían o se les habían olvidado las matemáticas.

En el mismo sentido, Pablo Echenique, a la pregunta de a qué se debía el pésimo resultado electoral logrado por Unidos Podemos (UP), ante las enormes expectativas almacenadas a la par que ratificadas por todo tipo de encuestas, en uno de los fracasos más estrepitosos que se recuerdan en la historia de la demoscopia a lo largo y ancho del hemisferio occidental, respondió: «ni yo tengo idea ni tampoco nadie en Podemos».

Lo blanco no es negro

`Chapeau´ por tanta sinceridad, también inédita entre la clase política que sin más datos en las manos que los del recuento le faltaba tiempo para dar una perorata de motivos inventados sobre la marcha para justificar ingratos resultados por más desfavorables que fueran, convirtiendo lo blanco en negro. De esta forma, pareciera que todos quedaban contentos y se iban tan panchos a la cama, como dando un viva a la madre superiora que los parió. Así, hasta aquí.

No obstante, esos primeros fogonazos positivos de reacción de la formación morada pronto se vieron empañados por esos mismos protagonistas a las pocas horas o días después. Ante las primeras críticas que apuntaban al fracaso de Podemos por el acuerdo con IU, y en otras cuestionando el liderazgo de la formación morada, de inmediato salió Pablo Iglesias denostando a los que hablaban en caliente y a toro pasado, haciendo corresponsable a toda la dirección de la estrategia seguida por Podemos y de cuanto no hubiera funcionado bien. A la vez, ratificaba el acuerdo con IU calificándolo de exitoso y de volverlo a reeditar ante una nueva cita electoral.

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Háganse las paces. Póngase la izquierda de acuerdo y a trabajar a extramuros orgánicos, no nos dejen más veces huérfanos. Tomen la bandera de la radicalidad para la defensa y la profundización del sistema democrático en peligro por tanta la corrupción.

 

Quería Iglesias que nos olvidásemos de la espantada de Íñigo Errejón que estuvo una semana que no lo localizaba ni Paco Lobatón, así como de las crisis territoriales que le estallaron y que produjo su fulminante relevo en la secretaría de organización. También, de los tozudos datos estadísticos del 26-J, que no encuestas, que muestran a todas luces lo contrario con una parte del voto de IU el 20-D realmente esfumado con plaza en la abstención. Léase lo sucedido en Asturias, Madrid, Aragón, Andalucía, o más desglosado en Almería.
También Pablo Echenique, molesto con el debate que se estaba abriendo en Podemos, se echó barro sobre su pulcra actitud inicial, recurriendo a estar dispuesto a «cortar de raíz las malas hierras». Impropio de un joven investigador que acudiera, aunque fuera a título verbal, a recordar una represiva práctica siniestra empleada en otra era histórica por el sector más sectario de la izquierda, y que a la vez memoraba el reciente método expeditivo utilizado por Pablo Iglesias contra Sergio Pascual para que el propio Echenique accediera a la secretaría general de organización de Podemos.

Para rematar como nuevo retorno a los desaciertos, antes de que Carolina Bescansa, encargada al efecto de estudiar el fenómeno paranormal acontecido, dispusiera de las conclusiones sobre la causalidad del retroceso sufrido por Podemos, Pablo Iglesias, a la vista de que empezaban a reunirse los círculos y las cumbres provinciales para analizar los hechos sucedidos, y siendo bien conocedor de la influencia que goza en la trama orgánica, lanzó para mediatizar el debate su particular teoría basado en el miedo y hasta en el Brexit para justificar la pérdida millonaria de votos.

Antes de avanzar para desmontar esta ocurrencia, consistente en echarles las culpas a la estrategia del adversario ganador y al electorado que picó o es intrínsecamente cómplice de los desmanes de Rajoy, hay que dejar constancia del crecimiento exponencial que en tan poco tiempo ha experimentado Podemos, hito novedoso en la historia de la democracia española, que no puede quedarse olvidado por esta derrota a medias que sufrió el 26-J, y que vino precedido por ese viento que le fue favorable, a pesar de los viscerales ataques pleno de falsedades recibidos desde el sindicato mediático-policial-mafioso puesto en marcha por los de siempre, precisamente de cara a frustrar su avance o existencia.

La maduración

Pero una vez sucedido el imprevisto electoral, no le viene mal a Podemos aprender a la par que le sirve para contribuir a corregir o desandar equívocos senderos recorridos y también para secar charcos donde nunca debió haberse metido. Por tanto, todo debate que se abra, si es de ideas y de estrategias y no sobre peleas tribales o entre dirigentes, como no paramos de asistir al transcurso penoso de otros partidos, entiéndase PSOE, no es ningún drama ni viene mal para la maduración, término traducido de forma bien distinto a la praxis oportunista y demagógica empleada en la última campaña electoral, donde todo valía con tal de deglutir votos, copia mimética de la vieja política tradicional.

Igualmente es positivo, no hay mal que por bien no venga, entre otras cuestiones para que en Podemos se le bajen ciertos humos a su cúpula dirigente, como que con su irrupción se reinventaba la política, ya como un juego de tronos, y cualquier otro criterio expuesto y crítico a sus postulados, o a sus zigs zags mareantes o desconcertantes, formaba parte de `la vieja política´ definitivamente enterrada.

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Que un partido o coalición salga la noche electoral con rostros cariacontecidos reconociendo que ha obtenido unos malos resultados y sin amortiguarlo con coartada alguna, no venía siendo lo habitual entre los mortales de la clase política. Ocurrió con Pablo Iglesias la noche del 26-J.

 

Bienvenido sea, desde dentro y desde fuera de la estructura de la formación morada, que en vez de obsesionarse con las malas hierbas, florezcan miles de moradas campanas buglosas y sus corazones y sonrisas aporten rigor y marquen una etapa nueva a reiniciar, señal inequívoca de que su organismo está vivito, coleando y con ganas de tirar hacia adelante para conquistar el futuro, pero que no se olviden que desde este instante deben ganarse en el presente a los electores para que sea posible. De lo contrario, y teniendo en cuenta la crisis letal en la que está sumida el PSOE, que pareciera que no se halla ni se le espera, la izquierda tendría que decir: apaga y vámonos al exilio.

Por ello, centrar en el miedo y en el Brexit el descargo de la pérdida por UP de 1.062.000 votos con respecto al sumatorio anterior obtenido por separados por las dos fuerzas coaligadas en la cita electoral del 20-D, como hace su líder, Pablo Iglesias, debiera ser pronto desterrado, no solo porque es una simplificación quimérica de la realidad sucedida sino, porque de la misma manera suena a cuento chino opiáceo para mecer y adormilar a su entorno.
En todo caso, el argumento del miedo podría emplearse como argumento secundario sobre el por qué UP no ha crecido más y producido el `sorpasso´ al PSOE, contraproducente obsesión de su campaña electoral, pero nunca para explicar ese 1.062.000 votos perdidos, y encima que se hubiese quedado en casa, instalado en el sofá de la abstención.

En esta línea, cabría preguntarse: ¿es que esa cifra cercana al medio millón de votos que fue a IU el 20-D, del casi millón que obtuvo, y ahora se ha abstenido, se aterrorizó el 26-J de votar a UP, desentendiendo irresponsablemente del proceso electoral para marcharse en tan crucial día a tapear, al campo o a la playa, como si nada se jugase y con el riesgo adicional de dejar al corrupto PP en el Gobierno para cuatro años más?

¿600.000 miedosos?

Como igualmente habría que plantearse a la luz de tan superficial testimonio: ¿también estaban con miedos pavorosos los otros 600.000 votos abstencionistas restantes, de jóvenes y mayores, a pesar de que siguen cada vez más indignados con lo que nos ocurre a diario? Entre ellos, mucho voto expsoista del otro cabreo que le llevó a su abstención el 20-11-2011, cuando antes, años 2008 y 2004, había votado a ZP. O de jóvenes, que no han entendido el divorcio actual de Podemos con lo que fue el espíritu del 15-M que le dio originaria identidad. Y entre ellos y junto a otros tantos, por la prepotencia y falta de cultura de pacto mostrado en la fracasada negociación de la investidura ¿Por qué se asustaron esos votantes de votar a Podemos el 26-J y no lo habían hecho, seis meses antes, el 20-D, donde también la formación morada era tachada de comunista, populista, venezolana, iraní y proetarra?

Y en el otro lado oscuro de la izquierda, aunque no sea objeto de este análisis, ¿qué le sigue ocurriendo al PSOE para que de este millón y pico de votos del 26-J que no fue a UP o del millón y medio que ha perdido solamente Podemos desde el 20-D, ni uno de ellos haya ido a la formación política que fundara el primitivo Pablo Iglesias, y que sin embargo ha continuado perdiendo más votos?

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Indague en la desnaturalización acaecida en los últimos meses en los contenidos y en el discurso del proyecto Podemos, sobre todo tras el 20-D, con respecto a la filosofía y letra fundacional.

 

Si fuera el miedo, que es donde se centra Iglesias como causa de la derrota, entonces que se olvide Podemos de gobernar algún día en España, porque la derecha cavernícola, corrupta y mafiosa que padecemos, bien sabe ya el truco para impedirlo. Y no es plan, llevando esa tesis al límite del absurdo, que Podemos para acceder un día al Gobierno tenga previamente que reconvertir el cuerpo electoral español y permutarlo por otro de ficción y con un par.

No cuela el miedo, Pablo Manuel Iglesias Turrión. Por el contrario, búsquese para el debate abierto en Podemos -al objeto de que sea riguroso, serio, productivo y aleccionador- otros factores distintos. Indague en la desnaturalización acaecida en los últimos meses en los contenidos y en el discurso del proyecto Podemos, sobre todo tras el 20-D, con respecto a la filosofía y letra fundacional. Asimismo, acháquese a los múltiples virajes contradictorios y a los bandazos dados en tan poco tiempo, que han llevado a que al menos un millón y medio de sus anteriores votantes del 20-D no lo hayan reconocido este 26-J, En la misma dirección, a la pésima gestión de la negociación de pactos mantenida con otras fuerzas políticas para no haber tenido que llegar a una segunda convocatoria electoral donde el jodido mapa parido, respecto al que brotó el 20-D, ha dejado a todas luces bien claro que es más favorable a la derecha, y sobre todo a los intereses del propio Rajoy. ¿Tantas intransigencias, egolatrías, sobreactuaciones y torpes incomprensiones para estas alforjas?

Los bandazos de Podemos

No se puede en tan pocos meses partir de planteamientos alternativos anticasta con transversalidad discursiva, besarse con Albert Rivera teniendo como testigo a Jordi Évole –“Albert y yo nos podemos entender frente a los viejos partidos, al menos en la regeneración”- para, una vez pasado el 20-D, involucionar en un frentismo de clase contra clase, izquierda versus derecha, donde Ciudadanos ya era el PP, olvidándose de su apoyo a Syriza en el pacto de Gobierno con la derecha ultranacionalista helena, poniendo y borrando a capricho líneas rojas para la negociación.
O apelar a un independiente como presidenciable para gestionar el resultado de las urnas que en nada entendía. Asimismo, no medir la debilidad interna que encorsetaba al acosado Pedro Sánchez por baronías y veteranías giratorias, hasta intentar acabar con él cuando debía haber sido su potencial aliado para el cambio, humillándole con un virtual Gobierno formado, con reparto de carteras, con posterior arrojo de cal viva, propiciando a la vez la animadversión hacia Podemos de la base electoral y militante socialista.

Y en esta sesión de infortunios, pasar olímpicamente de la investidura de Pedro Sánchez; como si fuera igual a la putrefacción reinante presidida por el rebelde Gobierno del PP en funciones que se negó a ser controlado por el legislativo; hasta quedar disueltas las Cámaras con repetición electoral, no sin antes presentar proposiciones no de ley, como cantos al sol ya que ni serían asumidas ni ejecutadas por Rajoy, siendo en su inmensa mayoría aprobadas con el voto conjunto del PSOE, Podemos, Ciudadanos y nacionalistas.

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“Los trasnochados y obsoletos de IU”, así descalificados pocos meses antes por el propio líder de la formación morada, para pasar a abrazar entre llantos y sollozos al Julio Anguita de las dos orillas, y días después en clave de provocar el `sorpasso´ proclamarse socialdemócrata y amigo de ZP en la intimidad…

 

Y ante el nebuloso panorama que le esperaba a Podemos por la repetición de elecciones, donde empieza Pablo Iglesias a constatar una caída de su voto y primeras crisis internas, en clara fuga hacia adelante, pacta con “los trasnochados y obsoletos de IU”, así descalificados pocos meses antes por el propio líder de la formación morada, para pasar a abrazar entre llantos y sollozos al Julio Anguita de las dos orillas, y días después en clave de provocar el `sorpasso´ proclamarse socialdemócrata y amigo de ZP en la intimidad…

¿Cree Pablo Iglesias que hay mente humana con capacidad de superar la velocidad del sonido de cara a irse adaptando a tanto cambalache? Quién mucho abarca, poco aprieta, dice el rico refranero castellano, o tantas veces fue el cántaro a la fuente porque regresaba vacío que acabó rompiéndose.

Así pues, volviendo a las tesis pablistas sobre el miedo, creo que la autocrítica de Podemos no debería transcurrir por la esquizofrénica letra de la copla de Marifé de Triana: «Miedo, tengo miedo, miedo de quererte…Miedo, tengo miedo, miedo de perderte….». Tampoco, que en el reproche por parte del PSOE de la campaña electoral interminable que sigue, le replique con, “La bien pagá”, en calidad de amante del PP. Ni tampoco que la solución al laberinto en que está sumido el socialismo español, venga de: “Una paloma blanca”, del gorgorito, Antonio Molina.

Pónganse de acuerdo

Háganse las paces. Póngase la izquierda de acuerdo y a trabajar a extramuros orgánicos, no nos dejen más veces huérfanos. Tomen la bandera de la radicalidad para la defensa y la profundización del sistema democrático en peligro por tanta la corrupción. Apuéstese como valores por la decencia y la ética en la política antes de que sea demasiado tarde y la mafia se haya infiltrado en más lugares, así como, en lo social, presiónese para un plan de emergencia con destino a los desfavorecidos que no pueden tirar ni un segundo más. Pero por favor, que Podemos no se instale cómodamente ya en la oposición desentendiéndose de la investidura y ulterior gobernanza, ni al PSOE se le ocurra contribuir por activa o pasiva a la formación de un Gobierno PP o de derecha coaligado, porque sería su tumba.

Que no se olviden ambas fuerzas políticas, tampoco Ciudadanos, que estamos en un sistema parlamentario de mayorías, y que, a pesar del mapa electoral surgido el 26-J, no es igual a la situación anterior al 20-D. Que el primer candidatable, el recortador Mariano Rajoy, tan inútil como ciego sobre cuánto de hedoroso le rodea, está bien lejos de alcanzar los apoyos necesarios.

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Dirigentes del PSOE y de Podemos, gestionar bien el presente. No nos falléis otra vez.

 

No estamos instalados en la normalidad democrática sino en una situación especial de emergencia democrática y social, y a este chance debería responder la formación de un Gobierno honesto, sensible y de regeneración.
Quince millones de votos el 26-J han elegido cambio, frente a ocho millones que lo han hecho por el `status quo¨ que resignadamente en su mayoría, tapándose la nariz, le ha llevado a expresar con su voto: virgencita, virgencita…que me deje como estoy, no más calamidades tras los duros años que llevo.
Dirigentes del PSOE y de Podemos, gestionar bien el presente. No nos falléis otra vez.

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¿Cómo se ha distribuido la pérdida del voto de IU del 20-D que no ha ido el 26-J a la Coalición UP? Fuente: A.S.

 

 

En los lugares donde IU no añadía significativas aportaciones de votos según lo obtenido el 20-D, para el 26-J se ha quedado en la abstención el 10,9% de los votos que el sumatorio de ambas fuerzas dio el 20-D.

En los lugares donde IU si era relevante, UP ha perdido el doble, el 22% de los votos, que igualmente han ido con destino a la abstención, correspondiendo de esa merma, según extrapolación de lo sucedido en el anterior bloque, sobre el total de votos del 26,J con respecto al 20-D, 10 puntos a Podemos y 12 puntos a IU. Cabe estimar que Podemos por si mismo ha perdido en torno al 11,5% de los votos obtenidos el 20D. O sea, Podemos ha perdido, desde el 20D al 26J, unos 600.000 votos*.

En el conjunto de España cabe estimar que el millón y pico de votos perdidos se han repartido a partes casi similares entre Podemos o IU, o quizás para ser más exactos en la apreciación, 600.000 ha menguado Podemos y 500.000 IU, o sea un 54% de su voto el 20-D.

Conclusiones:

 IU, el 26-J ha taponado en su contribución a UP una fuga de algo más de 400.000 votos de los 600.000 que se han ido de Podemos desde el 20-D.

 UP ha conseguido gracias a ello mantener la misma fuerza parlamentaria que tuvo Podemos el 20-D.

 Pero la mitad de los votantes de IU del 20-D parece ser que no han apoyado la Coalición.

 Las pérdidas experimentadas en el voto de Podemos del 20-D se habrían ido produciendo entre enero y primero de mayo, no en campaña electoral ni en la última semana de la misma.

 Las encuestas del mes de marzo, donde no se había producido la Coalición, si sumamos, lo que daba Podemos en descenso a lo que figuraba por IU en ascenso, nos da la aproximación al resultado final definitivamente escrutado el 26-J por UP.

* Según la encuesta de Metroscopia de 1 de Mayo de 2016 (para El País), Podemos había perdido unos 600.000 votos. Estimación no diferente a lo que aquí se expone..