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La importancia de educar en valores

Contra el terrorismo machista y la corrupción

Jose Manuel Sanchez Fornet
José Manuel Sánchez Fornet

En España hay una corrupción institucionalizada. Proviene de las entrañas de la dictadura y puede que tenga ancladas sus raíces en una forma de entender la vida, una cultura social centenaria, transmitida por generaciones. Es la sociedad que con ironía refleja Miguel de Cervantes en su Rinconete y Cortadillo, una de las narraciones incluida en sus Novelas ejemplares, sobre esos truhanes que rezan el rosario y roban todos los días menos el viernes, fiesta de guardar, reflejando una sociedad preocupada por su imagen pero carente de escrúpulos; o en el Lazarillo de Tormes, obra anónima prohibida por la Inquisición hasta que la depuró por su denuncia del falso sentido del honor y la crítica a determinados usos y costumbres sociales de la época, costumbres que siguen usando hoy las más altas instancias del país cuando no son vistos, y a veces, incluso a la vista de todos, comportándose como pillos, pícaros, vivos, listos, desvergonzados… capaces de cometer un acto indigno y despreciable a la vista de todos mientras de palabra lo están negando. Roban o mienten y defienden lo contrario contra toda evidencia y en completa impunidad.

La corrupción no es un fenómeno solo de España. Existe en todo el mundo y también en los países del centro y norte de Europa, los más civilizados. La diferencia reside en que ellos ya llevan generaciones combatiendo determinadas prácticas y aquí no hemos empezado todavía. La ciudadanía de estos países tiene una conciencia cívica infinitamente más depurada que la nuestra, y allí un gestor público que roba va a la cárcel, o si miente debe dimitir de inmediato, mientras aquí se les sigue votando y jaleando en el mismo puesto roben o mientan.

Otro fenómeno mundial es el terrorismo machista. Hay países donde ni siquiera es delito matar a la mujer, o donde son consideradas seres inferiores, infrahumanos, cuyo único fin es ser esclavas del hombre, y hasta los países más civilizados, aquellos que propugnan la igualdad de derechos del hombre y la mujer y que imparten su educación para la ciudadanía hace décadas, tienen abundancia de este tipo de delitos y están trabajando sobre ello (España menos) para que, cuanto antes, forme parte de la cultura colectiva que el maltrato a otra persona por ser mujer es tan denigrante y negativo como el peor delito que se pueda cometer contra la sociedad, que en algunos de estos países se considera que es no pagar impuestos.

 

La corrupción no es un fenómeno solo de España. Existe en todo el mundo y también en los países del centro y norte de Europa, los más civilizados. La diferencia reside en que ellos ya llevan generaciones combatiendo determinadas prácticas y aquí no hemos empezado todavía.

 

En España hoy un joven puede presumir ante sus amigos de controlar las llamadas de su novia, o prohibirle faldas cortas, o que salga con sus amigos, y posiblemente sea jaleado por su cuadrilla. Un trabajador, un empleado de clase media o un empresario de clase alta, pueden presumir entre sus amistades de haber conseguido con una triquiñuela nada legal ahorrarse una cantidad de pago de impuestos y todos lo celebran juntos. Lo del joven maltratador es posible que pase en otros países del centro y norte de Europa, como se ha dicho antes, porque en las cosas de los derechos de las mujeres la humanidad siempre ha llegado tarde, (y llevan decenios trabajando en ello), y respecto a la defraudación a Hacienda, la ciudadanía del centro y norte de Europa lleva generaciones enseñando a sus niños que los impuestos son para médicos, policías, hospitales, pensiones, carreteras… que quien se lo queda para sí roba a todos los demás, y quien lo cuente lo menos que le puede pasar es que le dejen de hablar, y es muy probable que sus propios amigos lo denuncien.

El Gobierno de España puede mantener desde hace años un mensaje de lucha contra la corrupción mientras los discos duros del ordenador del partido que lo forma, el PP, son borrados decenas de veces y destruidos a martillazos, impidiendo una investigación por financiación ilegal, o cuelga en su web de transparencia un informe de 16 páginas del GRECO, Grupo de Estados del Consejo de Europa contra la Corrupción, pero lo hace en inglés, sin traducirlo a la lengua propia como exige el mismo informe a cada gobierno en su párrafo final. Un informe demoledor, de auténtico varapalo al Gobierno español por no cumplir ninguna de las once actuaciones solicitadas, referidas a medidas que garanticen la independencia del Consejo General del Poder Judicial, del fiscal general del Estado, protocolos de actuación de jueces y fiscales y criterios de nombramientos que garanticen la independencia y no politización de las autoridades judiciales en distintos ámbitos; tampoco cumple las exigencias para diputados y senadores, para los que pide elaborar un código de conducta, un registro de entidades lobbistas dedicadas a influir en las decisiones de los parlamentarios, con su código de conducta, y un control de las obligaciones declarativas de los parlamentarios que garantice su eficacia, entre otras.

 

Y respecto a la defraudación a Hacienda, la ciudadanía del centro y norte de Europa lleva generaciones enseñando a sus niños que los impuestos son para médicos, policías, hospitales, pensiones, carreteras… que quien se lo queda para sí roba a todos los demás

 

Educar para la ciudadanía es superar la hipocresía social y defender la igualdad del hombre y la mujer, un valor esencial para combatir el terrorismo machista. Sin esa educación en valores las cosas no están mejorando sino al revés. El registro de mujeres asesinadas por sus parejas se creó como tal en el año 2003, hasta entonces eran asesinatos u homicidios como el que provoca quien asesina a otra persona para robarla o en una pelea. En los 13 años transcurridos hasta hoy, incluyendo a la víctima número 40 de este año asesinada ayer en Fuenlabrada, 26 años, embarazada, degollada por su pareja de 29 años, han sido 866 las mujeres asesinadas, más que ETA en 50 años de crímenes. Contra ETA se disponían planes con miles de efectivos diarios, cientos de coches solo para proteger a autoridades a la salida y entrada de su domicilio, y en muchos casos para seguimiento y garantía de seguridad las 24 horas del día. Para las mujeres, una ley que no se cumple destinada a que los políticos puedan justificar que han hecho algo, aunque no sirve para nada. Ahora dicen los dos viejos partidos mayoritarios y responsables del estado de cosas y prácticas corruptas que nos invaden que van a llegar a un pacto de Estado para combatir la violencia de género. Hay mucho por hacer y mejorar, pero todo lo que no sea cambiar los roles sociales, la educación, los valores sobre los que se asienta la convivencia en esta sociedad será buscar soluciones de hoy para un problema que no se resolverá nunca. Solo consiguiendo que un maltratador sea repudiado por su círculo más cercano, familia, amigos, compañeros de trabajo… que se considere al maltratador como a un violador, pederasta o terrorista, la sociedad rehuirá esos comportamientos y estos irán reduciéndose.

Hubo ya una asignatura de Educación para la Ciudadanía que fue eliminada por el actual Gobierno del PP, que prefiere enseñar a rezar que a convivir honradamente, el pulpito y los dogmas religiosos de obligado cumplimiento sobre la libertad de la ciudadanía bien formada en valores para decidir su vida. Mientras este Gobierno no varíe el rumbo de su ideología en materia de educación y se desvincule de la dirección de la Iglesia la sociedad española no podrá aspirar a cambiar este estado de cosas,

Educar a la ciudadanía en Valores debería ser una prioridad del Gobierno, del Estado, los partidos políticos, sindicatos y todas las instituciones, junto con la de acabar con la miseria y el hambre, la pobreza extrema de varios millones de personas en España, y combatir la corrupción. Tres medidas que no contienen ideología pero que en España, el país del Duelo a garrotazos de Goya, parecen imposible. Un país masoquista que vota a quienes le mienten y roban (y que cada cual ponga las siglas que quiera, PP, PSOE u otros) quizás no merezca mejor destino.