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El terrorista ya es la víctima

Marcial Vazquez
Marcial Vázquez*

A pesar de que mi querido y admirado Javier Menezo ya ha escrito de manera brillante gran parte del artículo que tenía en mi cabeza en su entrada “Los chicos de la furgoneta”, vamos a profundizar un poco más en este hecho absolutamente demencial de que desde un tiempo a esta parte se ha venido configurando una corriente social, no muy mayoritaria aún, donde el tradicional pacifismo trasnochado lo llevan a una especie de categoría de estupidez de Estocolmo– en paralelo al famoso síndrome- donde se acaba explicando que el terrorista, en realidad, es la víctima o, cuanto menos, tan víctima como los inocentes que se ha llevado por delante con su acto criminal.

No es ningún secreto lo que creo de manera muy firme sobre la naturaleza actual de las redes sociales: son un escaparate tóxico de lo peor de la sociedad, donde el ruido, la miseria y la estupidez supera con creces las cosas buenas y la gente que merece la pena que, obviamente, también tiene. Aunque quizás, en el fondo, es simplemente un reflejo fiel de la forma de pensar y de sentir de los que se creen la vanguardia y dueños de la humanidad. Un reflejo, por cierto, estremecedor. Y cada vez que se produce una desgracia- no digamos ya un acto terrorista- estos síntomas se multiplican exponencialmente. En España se ha producido un atentado, ha sido yihadista y, además, en Cataluña. Los ingredientes mezclados han provocado un resultado en ocasiones cómico, en otras esperpéntico y en casi todas vergonzoso. El broche final, hasta el momento, lo encontramos en la manifestación fallida de este sábado en Barcelona. Digo fallida, porque se convocó contra el terrorismo y unas élites separatistas, desvergonzadas y sin atisbo alguno de grandeza ni en estos momentos, la convirtieron en un pronunciamiento radical y de odio en contra de España, con diversos insultos, abucheos e injurias contra el Rey y el presidente del gobierno español.

 

Incluso la mediática monja Sor Lucía Caram se permite el lujo de tuitear algo absolutamente falso, como que España “va a la cabeza” en el negocio de vender armas.

 

Da la casualidad que desde el atentado yihadista de Barcelona y Cambrils he ido perdido unos cuantos seguidores en mi Twitter conforme manifestaba mi opinión acerca de las causas del terrorismo susodicho, de la naturaleza antidemocrática del Islam y del fracaso de la integración multicultural en las actuales sociedades europeas, incluida la española. Es evidente que la izquierda exquisita y el pacifismo idealista no soporta opiniones discordantes, mientras pide respeto-eso sí- por los millones de musulmanes y para el Corán. Lo esencial es poner el foco en la supuesta islamofobia que se puede crear después de que unos chicos asesinasen a 16 personas en nombre de Alá, mientras repiten una y otra vez que el Rey, o el Emérito, o nuestro gobierno (depende la versión, si es de Rufián o de otro marmolillo) “trafican con armas” al venderlas a Arabia Saudí. Incluso la mediática monja Sor Lucía Caram se permite el lujo de tuitear algo absolutamente falso, como que España “va a la cabeza” en el negocio de vender armas.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, hay 5 países que controlan en 73% del mercado de exportaciones de armas, y uno de ellos no es el nuestro: EEUU, Rusia, China, Alemania y Francia. Respecto a España, su mejor cliente es Australia (24%), seguido de Noruega y Arabia Saudí (10%). ¿Por qué estamos aceptando como verdad universal, con naturaleza acusatoria y penal, el que España vende muchas armas a Arabia Saudí y esto es la causa de que un joven integrado y adaptado a la vida española coja una furgoneta y salga a la caza del infiel? Porque nos da mucha pereza pensar, reflexionar y mirar con realismo la cara de la verdad, del desafío y la amenaza, que es cruel y, además, certera.

 

El actual ministro del Interior, Zoido, debe de ser cesado por su manifiesta incompetencia y respuesta tras los atentados.

 

Precisamente, dentro de esta carrera de la estulticia y la autodestrucción, hemos visto como el video del ISIS amenazando a España ha sido tomado con autentico pitorreo y mofa. No desde el sano marco del humor siempre necesario hasta un límite aceptable, sino con auténtica obsesión y fijación que hace del humor la manifestación más patética de la insensatez. Habrá quien aplauda y le parezca esta reacción de burla desquiciada un ejemplo encomiable del acervo español, pero desde luego a mí me produce perplejidad, por no decir espanto.

Desgraciadamente, de todas estas muertes no sé si podrá sacarse alguna lección para el futuro, aunque sea policial. Hay cosas que vistas con perspectiva y ya pasados los primeros días de duelo, quedan retratadas de forma reconocible: el Gobierno español no apareció durante la tragedia, dejando que Cataluña funcionase de facto como un estado independiente (así lo han reflejado algunos medios internacionales, como el NYT); el actual ministro del Interior, Zoido, debe de ser cesado por su manifiesta incompetencia y respuesta tras los atentados; y el separatismo catalán ha terminado utilizando el atentado-aunque en principio lo disimulara- de manera clara a favor de sus pretensiones independentistas. Trágico panorama el de España: no solamente no solucionamos nuestros graves problemas, sino que van saliendo a la luz nuevos ocultos.

 

*Marcial Vázquez es Politólogo.

@marcial_enacion