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Todos huyen del nacional-populismo

Huyen del nacional-populismo de Vox como de la peste, pero sus 12 escaños les son necesarios.

Collage: Isabel Chiara

 

Aparentemente la pasada semana fue cuando comenzaron las negociaciones entre PP y Cs para intentar cumplir con el mandato de las urnas del día dos y desalojar al PSOE andaluz del gobierno autonómico después de 36 años ininterrumpidos de permanencia. En realidad, antes de la foto oficial del martes 11 en el Parlamento de Andalucía, en Madrid las cúpulas dirigentes de ambos partidos a nivel estatal ya habían pergeñado las líneas generales del terreno de juego donde los capitanes Moreno Bonilla y Marín Lozano deberían desarrollar la táctica de un partido que, aunque parezca sencillo, no lo es. Y no lo es porque en pocas horas se iba a comprobar cuanto tenía de paripé teatral el intento imposible de construir un banco con solo dos patas. La tercera, la del populismo de la derecha más extrema de Vox, necesaria para la estabilidad de quienes se sentarán en el gobierno, no era ni siquiera mencionada por ninguno de los negociadores. Todos huyen, de puertas afuera, del nacional populismo de Vox como de la peste. Pero sus 12 escaños les son necesarios.

Hasta que se supo que uno de ellos, Juanma Moreno del PP, había sido visto el miércoles 12 de diciembre en la cafetería del concurrido y elitista Hotel Alfonso XIII tomando un café (el café más caro de Sevilla) con el juez en excedencia Paco Serrano, máximo dirigente de Vox y ejecutor – en primer tiempo de saludo– de las órdenes de Santiago Abascal.

La filtración del encuentro entre ambos dirigentes puso de los nervios a los de Ciudadanos y en especial a su líder Juan Marín quien se apresuró a recordar una condición que se habían autoimpuesto las dos formaciones y que no era otra que no hablar (negociar) con ninguna otra fuerza política –Vox o Psoe– en paralelo a sus negociaciones. Moreno Bonilla, que no tuvo más remedio que reconocer que había existido dicha reunión, se apresuró a proclamar que él y su partido tomaban café con quien les apetecía, sin reconocer en ningún momento que en el encuentro hubiesen hablado de reparto de poder en esta nueva etapa de la política andaluza. ‘Se querían conocer’ se apresuraron a informar fuentes del partido. Unas explicaciones públicas que encabritaron aún más a los de Ciudadanos que dieron a entender que Bonilla les tomaba por niños de párvulos con sus apresuradas explicaciones.

En realidad, aquella reunión a la vista de la gente, lo que dejaba claro es que cualquier acuerdo en esta nueva etapa de cambio pasa, necesariamente, por un tripartito si la derecha quiere protagonizar el relevo y hacerse con las riendas de la Junta de Andalucía.

 

Fracaso al intentar ocultar a Vox

 

El propio Santiago Abascal, que junto a Pablo Casado y Albert Rivera desde Madrid marcan el paso a sus delegados en Andalucía, ya había empezado a llamar la atención sobre el respeto que, democráticamente, deben merecer los 400.000 electores de su formación. Y ese respeto pasaba, entre otras cosas, por tener Vox presencia en la Mesa del Parlamento, el órgano encargado de marcar los tiempos en la legislatura y donde deberían estar representadas las cinco fuerzas políticas parlamentarias. Todo ello sin olvidar aspectos claves de su programa electoral.

Así, el primer intento por apartar a la contaminada derecha extrema del escenario político ocupado por PP y Cs, fracasaba a las pocas horas de levantarse el telón. Y es que nadie quiere aparecer del brazo de los ultras españoles, especialmente los de Ciudadanos que ven peligrar su homologación centrista europea si se comprueba que participan en una cama redonda con los amigos en España de Marine Le Pen, Matteo Salvini o David Duke  el del Ku Klux Klan. Desde luego todo muy alejado de la problemática y las necesidades reales de los andaluces en lo que parece una prolongación del modus operandi de la pasada campaña electoral.

El espectáculo mediático montado el viernes por Cs a cuenta de la infidelidad de su socio el PP con Vox, quizás ha sido uno los pocos momentos de estos últimos quince días en los que a los socialistas de Susana Díaz se les ha podido ver una expresión más relajada en sus semblantes. Saben que ese intento por desmarcarse de la derecha extrema es una de las debilidades del bipartito que quiere hacerse con el gobierno de Andalucía, circunstancia que están explotando convenientemente los socialistas.

 

La procesión socialista va por dentro

 

Pese a estas pequeñas alegrías la procesión de los socialistas va por dentro y algunos con cara de penitentes. Es el caso por ejemplo de cargos públicos en funciones que, de materializarse un ejecutivo de otro signo político, no saben que será de sus vidas laborales a partir del mes de enero. Sus CV y las incompatibilidades les atormentan. También se habla de los funcionarios, en concreto de los Jefes de servicio que, según algunas leyendas circulantes, podrían plantarse y no estar dispuestos a seguir en las respectivas jefaturas con una nueva administración. En el PP desmienten que esto sea así e incluso señalan a situaciones totalmente contrarias, “son muchos los jefes de servicio puestos por el PSOE que ya nos están mandando recado de su disposición a seguir trabajando con absoluta normalidad con nosotros”.

Donde sí parece que han entrado en situación de pánico es en la cúpula del sindicato UGT de Andalucía donde a la mínima significados dirigentes se dedican a desbarrar, incluyendo los insultos y descalificaciones a periodistas en las redes sociales.

 

 

El sindicato socialista, que llegó a organizar un acto de homenaje a afiliados en la recta final de la campaña electoral con Susana Díaz como estrella invitada, mantiene sobre la mesa serias amenazas derivadas de las investigaciones judiciales sobre el uso de facturas falsas y que podría suponer la devolución a la Junta de importantes partidas de dinero público – 5,3 millones según el primer peritaje conocido en septiembre– presuntamente malversados por dirigentes y cuadros del sindicato. Un proceso que con la derecha en el gobierno no parece que sea un camino de rosas para el sindicato. La UGT Andalucía en el contexto actual de negociaciones políticas han criticado ‘las injerencias’ de los líderes políticos nacionales – Casado y Rivera- en el debate político andaluz, “un golpe certero al estado de las autonomías” han llegado a definirlo.

 

Este artículo de publicó ayer lunes 17 de diciembre en Voz Populi

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