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Todos queremos más

No sería mala jugada electoralista culpar a quienes no apoyaron los PGE

Las reivindicaciones salariales y de prestaciones económicas han aflorado con vigor tanto en la calle como sobre la mesa del consejo de ministros. Más de 12 millones de personas entre guardias civiles, policías nacionales, funcionarios, pensionistas, militares, y muchos otros grupos se han puesto a cantar a coro el vals “Todos queremos más”, que hizo célebre el tanguista argentino Alberto Castillo, en los pasados 60-70.

Durante la crisis, afrontada con un apriete de cinturones (casi) general ―hay quien no se lo aprieta nunca―, el mantra de la austeridad dominó el ámbito político, y muy pocas voces se elevaron contra el austericidio. Hasta que la visión de guardias civiles, policías nacionales y mossos actuando simultáneamente ―bien que no conjuntadamente― en Cataluña, así como el “descubrimiento” de la gran diferencia de emolumentos entre unos y otros, movieron a la sociedad española a posicionarse activamente a favor de una justa equiparación de sueldos en el ramo policial. Tras muchos tiras y aflojas, se ha llegado a un acuerdo entre Interior y los sindicatos/asociaciones policiales para una subida de sueldos de policías y guardias civiles hasta homologarse, en el plazo de tres años (2018-20), a los de las policías autonómicas. Asimismo, los policías municipales, que también tienen su corazoncito, tratan lógicamente de subirse al mismo carro.

Las recientes y multitudinarias manifestaciones de cabreados pensionistas en toda España por la raquítica subida del 0.25%, es un fenómeno que no ha hecho más que empezar.

Sin ir más lejos, en la tarde del viernes pasado, se ha firmado un acuerdo entre Hacienda y los sindicatos para una subida de sueldos en la función pública. Se ejecutará escalonadamente, también en el trienio 2018-20, y podría alcanzar el 9% de incremento, con una parte fija del 6% y el resto en función del comportamiento del PIB.

Las recientes y multitudinarias manifestaciones de cabreados pensionistas en toda España por la raquítica subida del 0.25%, es un fenómeno que no ha hecho más que empezar. Su alcance podría ser muy grande ya que hablamos de   más de 8 millones de votos casi en el umbral de un periodo electoral intenso. Por ello, pronto oiremos de la revalorización de las pensiones referenciándolas al IPC.

Las peticiones de subidas de sueldos para los militares vienen de lejos. Se han visto potenciadas a partir del mencionado acuerdo sobre los emolumentos policiales. Pero cuando se implemente, un policía o guardia civil “rasos” ganarían mensualmente del orden de 500 euros más que un oficial de las FAS. Y ni qué decir tiene respecto a un soldado/marinero. Por ello, un racional objetivo complementario sería la homologación entre los emolumentos de un guardia civil, un policía nacional, un policía autonómico, un soldado y un marinero, todos ellos “rasos”. Vaya, esto me trae a la memoria cuando durante la “oprobiosa”, en las taquillas de diversos espectáculos, se anunciaba: “entrada gratis a los militares sin graduación” (eso sí era homologación; qué tiempos aquéllos, ¿verdad don José Antonio?). Desde esta base se podrían construir las correspondientes pirámides de sueldos. Porque es inaceptable que los militares estén en el furgón de cola del tren retributivo de los empleados públicos. Un tema en el que la cúpula militar debería incidir ante el Gobierno ya que los militares no tienen sindicatos ―y así debe ser―, porque se supone que la vía mando ―“por sus jefes y con buen modo”― sigue siendo en las FAS, el más consistente conducto regular para quejas y recursos sobre asuntos personales.

Curiosamente, ahora parece que son posibles incrementos presupuestarios de miles de millones, cuando hace solo unas semanas eran imposibles.

Quedó bien la ministra de defensa, Dolores de Cospedal, cuando declamó en la Pascua Militar-2018: “la necesidad de avanzar en la convergencia retributiva entre los miembros de las FAS y los de las FCSE”. Pero, de momento, no se han oído más que esas palabras. Ahora ya son urgentes los hechos. En palabras más llanas, lo expresaba recientemente el presidente de ASFASPRO, Miguel Peñarroya, para quien no es de recibo “transmitir la idea de que los militares valen muy poco porque cobran menos que nadie”. Éste es también un tema de esa cultura de defensa, tan necesaria como magra en España. Tanto, como que tampoco es de recibo, por ejemplo, que tras  el recital de valor, hombría, profesionalidad y eficacia exhibidos por el comandante Franco (ET) en Malí, en junio de 2017, hayan tenido que pasar 9 meses para que El País, pudiera hacer y publicar una entrevista con él, resaltando hecho tan ejemplar. Con esa entrevista, ese periódico ha hecho más cultura de defensa que la Dirección de Comunicación Institucional del ministerio de defensa con todo su presupuesto. Supongo que la Ministra habrá tomado buena nota de ello.

En definitiva, las nuevas expectativas de incrementos salariales y de prestaciones, por valor de muchos miles de millones de euros a añadir a los Presupuestos Generales del Estado (PGE), ya en 2018, son muy grandes. Curiosamente, ahora parece que son posibles incrementos presupuestarios de miles de millones, cuando hace solo unas semanas eran imposibles. Supongo que el ministro de hacienda, señor Montoro, se estará cuidando frente a potenciales arritmias. Claro que, a lo mejor, la cosa no es para tanto. Porque el proyecto de ley de PGE-2018 ni tan siquiera ha entrado todavía en el Congreso para estudio, debate y votación. Y difícilmente se aprobará. En otros lares, eso supondría la disolución del parlamento y convocatoria de elecciones generales. ¿Y si a don Mariano le diera la ventolera de hacer lo propio? En ese caso ―como en el cuento de la lechera―, todos aquellas expectativas se caerían. Y no sería mala jugada electoralista poder culpar del descalabro a quienes no apoyaron los PGE en el Congreso. Ya veo a don Mariano encabezando el coro y cantando: “Todos queremos más/ Todos queremos más/ Todos queremos más/ y más y más y mucho más”.  Al tiempo.