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«Y que trabajen los gilipollas»

Marcial Vazquez
Marcial Vázquez*

Por fin he conseguido uno de los libros más deseados por mí: “El factor Churchill”, de Boris Johnson. Es innegable que siento una gran fascinación por Wiston Churchill, tanto por su manera de ejercer la política como por lo que significaba su tipo de liderazgo. Aunque ahora nos parezca algo propio de una fantasía o de propaganda puramente mitológica, hace no muchas décadas llegó a existir una forma de gobernar donde era posible el protagonismo de liderazgos sólidos y capacitados que hicieron de sus países lugares mucho mejores que cuando llegaron.

Habrá quien no pueda creerlo al vivir inmersos en un tiempo gris y oscuro donde aceptamos resignados que las élites políticas, nuestras élites políticas, no están formadas por “los mejores”, y asistimos cada día a nuevas formulaciones del liderazgo político consistentes en idioteces como “liderazgo coral”, “líder colectivo” o “aprender a mandar obedeciendo”, como le ha pedido a Pablo Iglesias alguien llamado Miguel Durban, que representa a un grupo minoritario (anticapitalistas) dentro de un colectivo minoritario (Podemos) pero que se cree poseedor de un respaldo masivo de ciudadanos y de una superioridad moral incuestionable.

Pero la realidad es que solo tenemos que comparar el ayer y el ahora para darnos cuenta del grado de decadencia al que ha llegado la política y sus principales actores, esto es, los políticos. No es lo mismo llamarse Wiston que llamarse, por ejemplo, Eugenio; no digamos ya apellidarse Churchill que, por ejemplo, Gonzálvez. Uno combatió y venció a Hitler; el otro ha sido alcalde de su pueblo 29 años y disfruta de su jubilación anticipada pagada por todos los españoles en el Senado. No negaré que esta comparación que hago es algo tramposa y no exenta de sesgo amplificador para reforzar mi tesis inicial.

 

No es lo mismo llamarse Wiston que llamarse, por ejemplo, Eugenio; no digamos ya apellidarse Churchill que, por ejemplo, Gonzálvez. Uno combatió y venció a Hitler; el otro ha sido alcalde de su pueblo 29 años y disfruta de su jubilación anticipada pagada por todos los españoles en el Senado.

Llama la atención estos días lo siguiente: si hiciésemos ahora una encuesta entre gente menor de 30 años y preguntásemos por Churchill y por Eugenio Gonzálvez, quizás ganaría el inglés. Pero si cambiásemos la pregunta entre Churchill y el Senador del “y que trabajen los gilipollas”, no tengo duda de que saldría el español. Prueba inequívoca de que interesarse y acercarse a la política por parte de los ciudadanos no significa convertirla en un carrusel de chascarrillos y trincheras de facciones. Por desgracia, la nueva forma de entender la política en nuestro país tiene mucho que ver con el circo y poco con la reflexión y el respeto.

Sin embargo, es necesario plantearnos lo siguiente. Es evidente que la expresión utilizada por el senador almeriense es profundamente irrespetuosa y poco elegante. Pero no menos cierto es que el video filtrado se grabó en el contexto de un marco privado y destinado hacia un amigo que se jubilaba por entonces. Es decir, es un video de carácter íntimo, susceptible de ser interpretado en un ambiente de distensión y broma, y que refleja el carácter que tiene un político determinado cuando se sienta con sus amigos. ¿Es legítimo, y elegante, utilizar un elemento de la vida privada para desatar una colección de golpes bajos a un rival político? Porque es posible que todo este escándalo que se ha fabricado a nivel nacional con el video del ex alcalde de Gádor sea una especie de “desquite” ciudadano por tanta frustración contenida e ignorada ante problemas y comportamientos verdaderamente graves y dañinos para nuestra convivencia pero que, sin embargo, pasan tristemente impunes a la hora de rendir cuentas y asumir responsabilidades ante la ciudadanía.

Yo considero hipócrita y cobarde abrir un juicio sumarísimo porque alguien ha sido pillado utilizando entre sus amigos expresiones y frases muy poco afortunadas y tolerables desde un punto de vista público y de corrección política.

No sé en los ambientes que se moverán los demás, pero yo a lo largo de mi vida y en cientos de charlas con amigos he escuchado, han utilizado y he utilizado, frases hechas y espontáneas que si me las hubiesen grabado para mostrarlas luego al público me habrían causado algún que otro bochorno. O dicho en lenguaje bíblico: quien esté libre de culpa- en este sentido- que lance la primera piedra.

 

Si de la persona encargada de pedir (desde el PSOE) que se vaya Eugenio en rueda de presa se filtrasen ciertas conversaciones y frases que ella ha tenido sobre los propios compañeros de partido, lo dicho por el Senador del PP sería pecata minuta.

 

Pero, en el fondo, que utilicen los medios el video del senador para cubrir unos cuantos días de lapidaciones y risas es algo, por desgracia, ya habitual. Lo peor es cuando un partido político utiliza el juego sucio y los golpes bajos contra su rival porque ha sido absolutamente incapaz de vencerlo a lo largo de 30 años, o sea, tres décadas y sus respectivas elecciones cada 4 años, que son muchas. Cuando políticamente han ido de fracaso en fracaso, acabar pidiendo la dimisión de alguien por una frase dicha en un video privado y entre amigos es algo que a cualquiera que mire la política desde la óptica de Churchill le avergonzaría profundamente. Sin ir más lejos: si de la persona encargada de pedir que se vaya Eugenio en rueda de presa se filtrasen ciertas conversaciones y frases que ella ha tenido sobre los propios compañeros de partido, lo dicho por el Senador del PP sería pecata minuta. Y no descarto que ante este hecho acaecido, algunos de ahora en adelante tengan mucho cuidado de lo que dicen y ante quien lo dicen.

Eugenio fue-durante un tiempo- un gran alcalde de su pueblo, no se lo puedo negar. En sus primeros años logró transformar Gádor y realizó una labor de la que podría sentirse orgulloso. Luego llegó el punto crítico que no todas las personas logran superar con éxito: cuando el poder quiere subirse a tu cabeza. Pasó de ser un buen alcalde a ser un buen cacique, sin duda alguna. El famoso senador representa una forma de hacer política y de tratar a los demás que detesto y me angustia, pero esto no significa que sea aceptable utilizar la vida privada de cada cual para tumbarle a traición. Es posible que si la cosa va a más, Gonzálvez tenga que dejar su acta en el Senado. Si esto es así no será una victoria de la “decencia” en la política, sino una prueba más de que la veda cada vez está más abierta- y aceptada- para utilizar cualquier método a la hora de destruir al enemigo del partido, ya sea intrapartidista o interpartidista.

 

*Marcial Vázquez es Politólogo.