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Tras el 20D: Andalucía tiene la llave

Benito Fernández / Opinión.- Hacer un análisis de los resultados electorales es ya reiterativo (las tertulias de radios y televisiones y los comentaristas políticos ya le han sacado toda la punta posible) y aburrido. Por ello no quiero incidir más en el fracaso del bipartidismo, que sigue aguantando el tirón de mala manera, y el resurgir de los emergentes que ganan adeptos entre las nuevas generaciones. Lo que ocurrió el domingo, como es habitual en estos casos, contentó a todos y a ninguno. Todos ganaron y todos perdimos. Queda por saber qué es lo que va a ocurrir en el mes que queda hasta que se celebre la constitución del nuevo Congreso de los Diputados y la investidura del nuevo presidente. Hay opiniones para todos los gustos y teorías de todos los colores. Del azul al morado pasando por el rojo y el naranja.

Pero antes de exponerles mi tesis me gustaría centrarme en un aspecto más local de estos comicios, a tono con el carácter andaluz de este Confidencial. Resulta curioso comprobar cómo esta tierra sigue siendo fiel a sus tradiciones. Si observamos el mapa electoral surgido el 20-D podemos comprobar que las únicas provincias donde el PSOE ha vuelto a ganar son las cinco que rodean el valle del Guadalquivir, desde Jaén a Cádiz, pasando por Sevilla y Huelva –con el añadido de Badajoz cuyos lazos con Andalucía Occidental siempre han sido estrechos–. El tópico “granero de votos” socialista donde reina Susana Díaz le ha salvado los muebles a un Pedro Sánchez que ha visto cómo su lista en Madrid quedaba relegada al cuarto lugar. El asunto no es baladí, porque puede estar ahí la clave de lo que ocurra con España en un futuro a corto y medio plazo.

[blockquote style=»1″]Estoy seguro que entre esas llamadas estuvo la de dos andaluces de peso, Felipe González y Susana Díaz. Y podría apostarles lo que quisieran que ambos coincidieron en sus consejos. “Ten cuidado, Pedro, le dirían, no vayas a ser incauto y lanzarte a la piscina proponinedo pactos con Podemos o con los nacionalistas”.[/blockquote]

Estoy convencido de que si Sánchez tuviera plena libertad de acción, no dudaría ni un solo momento en pactar con Podemos y con los restantes grupos nacionalistas para conseguir los apoyos necesarios para su investidura como presidente del Gobierno. Pero Sánchez, por muy secretario general que sea y por más empeño que ponga en autoconvencerse, no manda en el PSOE. Su tardanza en salir a analizar los resultados en la sede de Ferraz durante la noche electoral ya nos daba una idea de que estaba ocurriendo en la sede central del PSOE, de que el candidato estaba recibiendo llamadas de muchas partes de España indicándole que fuese cauto en sus palabras y valoraciones. Que no diese pistas de por dónde iban a ir los tiros ni prometiera públicamente apoyos a fuerzas políticas que después no iba a poder cumplir.

Estoy seguro que entre esas llamadas estuvo la de dos andaluces de peso, Felipe González y Susana Díaz. Y podría apostarles lo que quisieran que ambos coincidieron en sus consejos. “Ten cuidado, Pedro, le dirían, no vayas a ser incauto y lanzarte a la piscina proponinedo pactos con Podemos o con los nacionalistas. Eso lo decidirá el partido en pleno en los próximos días. De momento tú reconoce que ha ganado el PP y que deberá ser Rajoy, la lista más votada, quien mueva ficha para presentarse como candidato a la Presidencia”. Y Sánchez, por más que le pesara, obedeció sin rechistar aunque sus adláteres, esos que le vitoreaban con animosos gritos de “¡presidente, presidente!” pregonasen a los cuatro vientos que impedirían que Rajoy fuese investido presidente.

[blockquote style=»1″]Ya veremos cómo transcurren los acontecimientos. A algunos que siguen sin reconocer su incompetencia, como ocurre con la directiva del PP-A, que comanda Juanma Moreno, les convendría tomar buena nota del papel que está jugando Susana Díaz.[/blockquote]

Han sido tres los barones que han salido a defender públicamente la postura que debe mantener el PSOE en las sesiones de investidura. Tres pesos pesados del socialismo hispano cuyas federaciones acumulan casi el 50 % del total de los delegados. La andaluza Susana Díaz, el extremeño Guillermo Fernández Vara y el castellano manchego Emiliano García Page. A ellos se le ha unido el expresidente Felipe González. Todos han sido claros: Se debe dejar gobernar a la lista más votada. No sé si se mantendrá esta tesis, pero es muy probable que en enero Mariano Rajoy pueda ser investido presidente del Gobierno con los 123 votos del PP en la segunda votación si PSOE y Ciudadanos se abstienen.

Claro está que eso no supone darle un cheque en blanco al PP, que sí ha sido lo suficientemente hábil al haber aprobado los presupuestos antes de la cita electoral. Porque la moción de censura o el respaldo a cualquier iniciativa legislativa presentada por los populares puede marcar y mucho la actividad de un presidente de Gobierno que no creo que resista más allá de doce meses en la Moncloa. Esta tesis es mucho más probable y viable que el pretendido pacto PSOE-Podemos-nacionalistas que acabaría hundiendo definitivamente a los socialistas.

Ya veremos cómo transcurren los acontecimientos. A algunos que siguen sin reconocer su incompetencia, como ocurre con la directiva del PP-A, que comanda Juanma Moreno, les convendría tomar buena nota del papel que está jugando Susana Díaz. Sobre todo para que vayan aprendiendo cÓmo tienen que actuar los políticos que saben que el futuro les deparará mayores cotas de responsabilidad.