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Turquía Game Over

Un incremento del gasto basado en la realización de un conjunto de  obras  públicas  de grandes dimensiones y faraónicas a la vez.

A mediados del mes de febrero de este mismo  año, un periódico de ámbito nacional, publicaba un artículo sobre las bondades y milagro económico del Estado turco. En ese artículo económico se hacía hincapié sobre el fuerte crecimiento del Producto Interior Bruto, alrededor de dos dígitos anuales. Este crecimiento del PIB era como  consecuencia de una política fiscal expansionista ejecutada por el gobierno turco mediante el incremento del gasto público. Un incremento del gasto basado en la realización de un conjunto de  obras  públicas  de grandes dimensiones y faraónicas a la vez. Pero, como siempre pasa: “no es oro todo lo que reluce”.

Detrás de los datos económicos estupendos y fabulosos  hay otros que no lo son, aún diría más, cualquier persona  que tenga un mínimo de raciocinio y un poco de idea sobre cómo funciona la  Teoría Económica podría observar que ese crecimiento estaba  sustentado bajo  los cimientos de unos pies de barro, de lodo o de cemento con aluminosis. Existían unas divergencias macros que en cualquier momento podían desestabilizar la economía turca. Entre los datos macroeconómicos que daban de pensar, que no concordaban  con la bonanza económica aparente era la inflación existente, nada menos que un 15 por ciento anual. Esta además iba acompañada con unos tipos interés oficiales del 8 por ciento. Un diferencial entre inflación y tipos de interés nada menos de 7 puntos. Es decir, con pocas palabras, todo un misil Tomahawk de destrucción masiva en la línea de flotación de la Economía otomana.

 

No sé yo si el ministro turco era un fenómeno de la finanzas, un prestidigitador de los números o simplemente un hombre de paja de su presidente que confiaban con el poder de Alá o de cualquier dios ultramundano para que la inflación pagara la Deuda sin estar respaldada por una economía productiva.

 

La pura verdad, es que un mundo globalizado, con perfecta movilidad de capitales, con tipos de interés alrededor de cero y algunas  veces negativos, con una oferta monetaria ilimitada y unos fondos monetarios a nivel mundial gestionados por ávidos gestores de sangre era cuestión de horas, días o semanas que se lanzaran contra la moneda turca generando grandes plusvalías para estos buitres del capital. Y es que todo hay que decirlo, cuando huelen sangre y esto sucede cuando existen divergencias macroeconómicas durante un periodo prolongado de tiempo, se lanzan en manada hasta aniquilar la presa y, en este caso,  la Lira turca. El resultado del ataque a la moneda turca: una devaluación del 40 por ciento y siguiendo, un presidente pidiendo  a Alá y a sus compatriotas que cambien oro por Liras y la cruda realidad que los gobiernos actuales se encuentran indefensos contra la soberanía de los mercados de capitales.

 

El liberalismo, sin duda alguna,  es el nuevo soberano del planeta tierra, el nuevo monarca de la globalización.

 

Sus leyes son inquebrantables e invulnerables, su poder es infinito, su justicia ecuánime y amoral. Actualmente, no hay Estado ni Gobierno que pueda combatir los deseos y placeres del libre mercado sin que sufra una severa corrección en sus cuentas públicas y provoque una crisis económica dentro de sus fronteras. Las reglas del juego están editadas y nadie se escapa. El rigor presupuestario el primer mandamiento, articulo o principio.

Por cierto, el caso de Turquía no es el único que está sufriendo  el acoso de los mercados financieros, existen otros países que están sudando la gota gorda para mantener su estabilidad económica en estos momentos. Así tenemos por ejemplo: Venezuela y Argentina.

 

Lo curioso de estos tres países es que tienen una democracia muy débil o nula, lo que me hace pensar: no se habrá convertido el liberalismo cómo la herramienta más útil para democratizar los países y echar fuera del poder a los corruptos, déspotas y aprendices de caudillos.

 

Para terminar, el tema de Turquía sólo tiene una solución: subir los tipos de interés al mismo nivel que la inflación, cualquier otra medida económica solo provocará el empeoramiento de la situación, generando grandes beneficios a los especuladores monetarios  y un empobrecimiento de la población turca. Mientras tanto, para aquellos que invierten en bolsa alejarse de las empresas que tengan intereses en ese país. Cualquier crisis también tiene efectos colaterales y en este caso son las  empresas que han ido a hacer  “lasaméricas” en Turquía. Aunque ya se sabe: “a rio revuelto ganancias de pescadores”.