The news is by your side.

Un ejecutivo de puro escaparate

Una fenomenal operación de marketing promocional para vendérselo bien a los socios europeos.

Chapeau, presidente, chapeau. No podría haberlo hecho mejor. Una jugada maestra, un pragmatismo mediático de manual, una magnífica operación de imagen. Algo de lo que el PP nunca ha sido capaz de poner en marcha, ni con Rajoy ni con Aznar. Pese a lo que pensábamos algunos sobre sus limitadas capacidades, en menos de una semana ha sido capaz de sacar adelante una moción de censura que parecía imposible, ser nombrado presidente con solo ochenta y pocos diputados y de formar un Gobierno que, asi, a bote pronto, ha levantado la admiración y el asombro en diversos sectores de la sociedad española y ha sembrado el desconcierto en otros muchos, sobre todo en las directivas de los dos partidos que conforman el centro derecha. Así, a vuela pluma, hay que buscarle muchas vueltas para poder escribir alguna crítica a sus componentes.

 

La verdad es que Pedro Sánchez, se ha visto obligado a aumentar hasta diecisiete las anteriores carteras de Rajoy para poder dar cabida en el Gabinete a mujeres (nada menos que once),

 

a otras sensibilidades políticas y sociales (ya saben, Grande Marlaska y Maxim Huertas), a antinacionalistas declarados y señalados por los secesionustas (Borrell), a técnicos de valía más que reconocida (Pedro Duque, Nadia Calviño o Luis Planas), europeistas convencidos y a diversas representaciones de las principales agrupaciones regionales socialistas a las que les debe buena parte de su actual puesto, como es la de Valencia o Andalucía. Hasta ahí, nada que objetar, unicamente el sobrecoste que tendrá ese aumento de carteras. Se trata, pues, de un Ejecutivo de puro escaparate, una fenomenal operación de marketing promocional para vendérselo bien a los socios europeos, a sus camaradas del PSOE de toda España y, fundamentalmente y sobre todo, a un presunto y futuro electorado indeciso que está harto de plantear sus justas aspiraciones en la calle sin que el anterior Gobierno de Mariano Rajoy pareciera hacerle mucho caso. Vamos, un Gobierno que se va a dedicar fundamentalmente a preparar las próximas elecciones generales.

 

Al márgen de pamplinas pseudofeministas sobre la duplicidad del género en el léxico como las cacareadas en su toma de posesión, habrá que darle al Gobierno de Pedro Sánchez esos cien días de gracia que se le conceden a los nuevos Ejecutivos. Con el inicio del nuevo curso, allá por el mes de octubre, veremos si las expectativas que ha levantado se cumplen o, por el contrario, confirman lo que algunos ya anticipan, que se trata solo de un escaparate electoralista que poco o nada va a poder hacer sin el apoyo que necesita en el Congreso.

 

Y ya sabemos que tanto el PP, como Ciudadanos y hasta los supuestos socios de Podemos, van a ponerle bastantes palos en las ruedas para impedirle sacar adelante propuestas estrella. 

 

Como en estos días han sido ríos de tinta los que han corrido sobre el nuevo Gabinete ministerial y que el Ejecutivo de Sánchez ha sido analizado por activa y pasiva por analistas y tertulianos mucho más capaces que yo, quiero centrarme en los tres ministros/as que más conozco por haber centrado su gestión en esta tierra. Me refiero, naturalmente, a la vicepresidenta Carmen Calvo, a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y al titular de Agricultura, Luis Planas, sobre cuyas figuras se han dicho bastante tonterías sobre todo en medios nacionales desconocedores en buena parte de trayectorias que no salen en la Wikipedia. Como se suele apuntar, ya saben que la ignorancia es bastante atrevida y más en las tertulias televisivas.

 

Antes de dar el salto a la Política nacional de manos de Zapatero como ministra de Cultura, la egabrense Carmen Calvo Poyato había ejercido ese mismo cargo en la Junta de Andalucía en el Ejecutivo de Manuel Chaves. Sobre su gestión, pocas cosas que recordar como no sea su gusto por los carísimos zapatos de Manolo Blahnik, la implantación en Málaga del Museo Picasso y sus declaraciones salidas de tono en los Plenos del Parlamento. Tampoco con Zapatero fue una titular que marcara época y es posible que su confusión entre el vocablo latino “dixit” y los dibujos animados de Pitxie y Dixie, sea una de las anécdotas más evocadas.

 

En cuanto a María Jesús Montero, se le está tildando como una magnífica técnica que, como consejera de Hacienda de la Junta, ha sabido negociar con el Gobierno del PP las transferencias presupuestarias y ha cumplido a rajatabla el techo del límite del déficit andaluz.

 

Es cierto, pero nadie ha hablado de su etapa como consejera de Salud en el Ejecutivo de Manuel Chaves donde cometió numerosos errores y puso en pie de guerra a los profesionales de la Sanidad, que no contaban entonces con un portavoz como Spiriman, por el férreo control partidista puesto en marcha en los hospitales y centros de salud de la comunidad. Y es que no hay que olvidar que Maria Jesús Montero es más política que técnica aunque en los últimos años se haya visto obligada a renunciar a sus aspiraciones dentro del PSOE en beneficio de Susana Díaz. Si a ello le añadimos que ha sido la gran defensora del bestial impuesto de sucesiones que impera en Andalucía, así como de otras cargas impositivas en en las que nuestra comunidad está a la cabeza de España, habrá que estar atentos y tocándonos los bilsillos por lo que pueda ocurrir een el futuro.

 

Por último, un clásico en los gobiernos de Andalucia, Luis Planas. Imagino que mi amigo Ricardo Serra, presidente andaluz de Asaja estará contento ya que ha sido siempre uno de los máximos defensores de Planas.

 

Su gestión al frente de la Consejería de Agricultura en diferentes periodos, tanto con Chaves como con Griñán fue siempre más alabada por la patronal del sector que por las organizaciones más cercanas a la izquierda. El reto ahora es saber negociar con Europa una PAC en recortes que es clave para el futuro del campo, sobre todo en su comunidad andaluza. Pero no nos engañemos, Planas no está en el Gobierno por sus méritos de gestión, sino por haber sido el único capaz de enfrentarse a Susana Díaz en unas primarias  regionales, que, naturalmente, perdió. Es un aviso de Sánchez a su íntima enemiga para que no saque los pies del plato de aquí a la celebración de las próximas elecciones generales.

 

Y en esas estamos, esperando que el PP sea capaz de buscar en julio esa alternativa creíble y ese líder carismático que vuelva a colocarle en el tablero. Hace falta una renovación completa de cargos tanto en Génova como en el resto de las ejecutivas regionales. Ya veremos si son capaces de llevar a a cabo esa renovación-refundación que los levanten del reciente batacazo sin que salgan a relucir las tradicionales navajas. Por cierto, Zoido y su equipo vuelven a Sevilla. Que tiemblen aquellos que se sentían seguros de cara a las municipales del año que viene. ¡Uy, qué miedo!