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Un fiel reflejo de la sociedad

En 10 días hemos cambiado de gobierno, del seleccionador nacional de fútbol, entra en la cárcel el cuñado del Rey y dimite un ministro por haber defraudado a Hacienda.

Hay que reconocer que todos, y yo el primero, estamos inmersos en una especie de torbellino mediático en el que las noticias del día a día superan cualquier expectativa razonable que ponga algo de serenidad en el análisis de lo que ocurre. Y todos, absolutamente todos, entramos al trapo de creernos cuanto sale reflejado en los medios de comunicación y las redes sociales, incluídas, claro está, todas las fakes-news que pululan por internet y que no hacen sino confundir aún más el ya de por sí laberíntico panorama mediático en el que nos movemos y que nos marca a su medida y a su antojo no sólo nuestra forma de pensar, sino también nuestras intenciones, nuestros gustos  y hasta nuestras vidas.

 

Echando un somero vistazo a lo que está ocurriendo en España en los últimos días comprobamos que la vorágine política está alcanzando cotas realmente insuperables.

 

En solo diez días hemos cambiado de Gobierno sin que los ciudadanos hayan abierto la boca y votado sus preferencias, nos han cambiado de seleccionador nacional de fútbol dos días antes de comenzar un Mundial en el que muchos habían puesto sus esperanzas, ha entrado en la cárcel un miembro de la Familia Real, algo impensable hace unos años y, por si fuera poco, se produce la primera crisis de Gobierno a menos de una semana de tomar posesión con la dimisión-cese del ministro de Cultura por un supuesto fraude a Hacienda. Y a la espera de lo que le ocurra al titular de Agricultura que también lleva camino de seguir los pasos de Huerta. De momento, porque todavía puede haber más ¡¡¡Uf, qué estress, que locura!!! Este país parece un manicomio.

 

Si echamos la vista atrás hace solo un año, nadie hubiese apostado un euro porque Pedro Sánchez, perdido en sus propias ambiciones personales y marginado por su partido, fuese en estos momentos presidente del Gobierno acumulando loas de tirios y troyanos por formar un Gabinete con mayoría femenina e incorporación de figuras de puro escaparate mediático. A Sánchez le ha ocurrido lo mismo que a Fernando Hierro, entrenador de segunda división, que siempre ha ido de segundón de despachos y se ha encontrado de pronto con el premio gordo de dirigir la Selección española en el Mundial de Rusia.

 

Ya veremos si tanto uno, Sánchez, como otro, Hierro, cumplen las expectativas. Los españoles nos merecemos alguna alegría que nos saque de tanta desilusión colectiva provocada por los secesionistas catalanes.

 

Pese a todo, todo lo que está pasando estos días no es sino un fiel reflejo de la sociedad española que anda bastante desquiciada ultimamente. Hay quien se extraña de la poca vergüenza de muchos políticos inmersos en corrupciones diversas. Sinceramente a mí me parece que sólo es el fiel reflejo de la sociedad a la que pertenecen, una especie de pequeño espejo en el que se plasman los vicios y las falacias de los españoles que, desde mucho ates de Rinconete y Cortadillo, siempre estamos tratando de engañar y sacar provecho propio de cualquier situación. Aquí hasta el más tonto hace relojes y, si se tiene oportunidad, se escaquea de pagar en el transporte público o de defraudar a Hacienda, de sisar en unos grandes almacenes o de hacer un “simpa” en un bar. La cantidad robada es siempre directamente proporcional a las posibilidades del autor del desaguisado. Y si un presupuesto público es de miles de millones, a nadie le extraña, como en el caso de los EREs andaluces, que algunos hayan defraudado algunos cientos.

 

No es de extrañar, por lo tanto, que el personal esté convencido de que todos los políticos son igual de corruptos. Y es que pienso que un altísimo porcentaje de españoles haría seguramente lo mismo que han hecho los doscientos imputados en los EREs, lo que ha hecho Urdagarín o lo que se ha llevado Bárcenas o El Bigotes. Le harían caso a su mujer que les diría aquello de “¿pero tú eres tonto o qué, no ves que Pepito, que gana menos que tú, se ha comprado un Mercedes y un chalé en la playa? Déjate de tanta honradez y aprende”.

 

Postdata:

No quisiera acabar este artículo sin hacer mención a una reunión que mantuve hace unos días con la consejera de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, Rosa Aguilar. Acudió a una comida que organiza mensualmente un grupo de profesionales sevillanos, Ágora Hispalensis, cuya ideología dominante no es, desde luego, bastante afín con la de la consejera en cuestión. Pese a ello he de reconocer que Aguilar toreó con bastante arte, supo llevar a su terreno cualquier tipo de crítica dando ejemplo de un talante conciliador y dialogante, incluso en sus relaciones con el anterior Gobierno de Mariano Rajoy, sobre todo en su colaboración en materia de incendios forestales, elogió la labor de los jueces y sus relaciones con el arzobispo de Sevilla, y alabó el nombramiento de su ex compañera María Jesús Montero como nueva minstra de Hacienda y de su paisana Carmen Calvo como vicepresidenta. Quien sabe si Rosa Aguilar no pudiera, en un futuro no muy lejano, formar parte también del Gabinete de Pedro Sánchez, como ya lo fue con Zapatero. Todo podría ocurrir.