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Un impuesto para fastidiar

Pablo Gea
Pablo Gea*

Así lo ha definido magistralmente el economista Daniel Lacalle. Utilizar la palabra lógica para hablar del Impuesto de Sucesiones se antoja una broma de mal gusto. Pero nos sirve para ver qué “lógica” bastarda hay detrás de él. Más allá de la ilegalidad del mismo. Ya que, ¿qué sentido puede tener un tributo en el que no existe Hecho Imponible puesto que en la Sucesión, a diferencia de la Transmisión (en la que hay cambio de titularidad y de valor en el bien), el cambio de valor en los bienes y derechos que se heredan se produce dentro de la institución familiar y no en el mercado, gravando a fin de cuentas lo que es un autoconsumo? Ninguno. Es más, sólo las operaciones que tienen lugar en el mercado son tributables.

Desde luego, no jugamos a aprendiz de brujo con esto, porque no vas a tributar por el valor real de los bienes, sino que a estos se les va a aplicar un coeficiente multiplicador que varía según las localidades que, junto con el valor catastral, da lugar a una sobrevaloración. Y eso da lo mismo a la hora de venderlo, porque realmente esos bienes valen lo que el comprador esté dispuesto a darte. Así las cosas, es el valor establecido por la Administración Pública por el que vas a pagar, más allá, mucho más allá, del valor real del bien mismo. ¿Con qué idea? Ideología y ganar dinero.

Ideología más lejos de la trasnochada e inútil dicotomía Izquierda/Derecha, porque es la mentalidad que hay en este país de que todo el que gane dinero es malo. Y si gana más, peor. Lo que ha generado una esquizofrénica obsesión por parte de los gobiernos y administraciones  por gravar las rentas, el patrimonio, las transmisiones de ese patrimonio y ahora el autoconsumo familiar con las herencias. Igualar a cualquier precio. La mentalidad del resentido, pues, que en vez de querer que la gente tenga más lo que busca es maximizar la pobreza. Porque si tienes más es injusto y el Estado tiene que equilibrar la balanza, ¿sabes?

 

¿El beneficiado? El gobierno autonómico en este caso, que se ha convertido en el mayor heredero del territorio

 

Ganar dinero si pagas el impuesto a las órdenes de la sobrevaloración administrativa y con los recargos apremio, intereses de demora, etc, que te van imponer como te retrases. Sabiendo, claro, que con valores tan grandes va a haber muchos retrasos. Y más que retrasos hay y habrá renuncias. Renuncias a la herencia y con ello al derecho civil a heredar por no poder pagar el impuesto. ¿El beneficiado? El gobierno autonómico en este caso, que se ha convertido en el mayor heredero del territorio puesto que las herencias a las que se renuncia pasan a engrosar el patrimonio del gobierno mismo.

Y esta es la idea. Un impuesto para financiar a las Comunidades Autónomas más deficitarias y endeudadas. ¿Que el Estado del Bienestar tiene que financiarse? Qué duda cabe. Pero este es el argumento populista e insultantemente simplón que se esgrime para esconder la verdad en regiones deprimidas y paralizadas por el desempleo como Andalucía y Asturias. El corazón de este impuesto y otros es la subvención de la mediocridad y de la envidia. Recompensar al que emprende y tiene éxito, para qué. Es mejor freírle a impuestos con el chantaje moral en una mano y el sable en la otra. Conclusión: me largo. Y si no tiro milla tampoco voy a dedicar esfuerzo y recursos en emprender ninguna iniciativa sabiendo no sólo que no voy a tener recompensa alguna, ¡sino que además voy a ser penalizado por ello! Una maniobra del Estado que emplea el terrorismo económico como arma implacable para mantenernos a todos a su merced de la absoluta dependencia vital que un día, si nadie lo remedia, vamos a tener de él. Para que sepamos quien da de comer aquí. Y el que se mueva no sale en la foto.

Ahora decidme. ¿Qué creéis que hace el gobierno autonómico con los bienes de las herencias rechazadas? ¿Alquileres sociales para los damnificados por las ejecuciones hipotecarias y los desahucios? Por supuesto que no. Los subasta por esos valores tan exorbitantes que han provocado su renuncia a los que tienen menos. La parte final del drama es que estos bienes no los compran los curritos de turno, sino los ricos. Sí, aquellos que difícilmente se van a ver muy afectados por un tributo que es sorteable para estos o abonable en todo caso precisamente por el tamaño de estas fortunas. ¿Son las grandes fortunas los culpables de que esto suceda? En modo alguno. Es el Gobierno Central y el Autonómico de turno, que son conscientes de la Redistribución Negativa de la Renta que esto produce y, además de no hacer absolutamente nada, hacen como que se lavan las manos y perpetúan dolosamente el abuso.

Ahora bien, los Cofrades números uno durante la pasada Semana Santa y los que con más arte bailan sevillanas y beben rebujito en las Feria de Abril.

 

*Pablo Gea Congosto es estudiante de Derecho y activista político.