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Un nepalí catalán

Un nepalí de 22 años no puede sonreír. No sonreirá nunca mas.

 

Resultados electorales oficiales. Todos contentos. ¿Todos?. No, todos no. La noche del sábado al domingo un ciclista de 22 años, repartidor de Glovo, moría aplastado por un camión de la  limpieza municipal en Barcelona.

El repartidor ciclista muerto en Barcelona tenia 22 años, era nepalí, inmigrante sin documentos reglamentarios, trabajando ilegalmente para Glovo, como autónomo porque la legislación del señor Rajoy no los acepta como trabajadores por cuenta ajena y las competencias  de la Generalitat en inspección de trabajo no se ejercen mucho para molestar lo menos posibles a los inversores extranjeros. Inmigrante, ilegal, de un país miserable, 22 años, que no puede facturar a Glovo pues no existe en Cataluña y tiene que facturar a través de un intermediario que se queda con una parte de su miserable salario ganado a la carrera y expuesto a que un camión de limpieza lo mate un sábado noche.

Esta es la otra realidad que no sale en la prensa digital catalana de obediencia independentista, o de obediencia españolista, vinculada a la Cámara de Comercio o no, de la Cataluña feliz que busca la Republica o el centralismo de la meseta castellana. Los presos, Marchena, Arrimadas, Matamala, Valls, acaparan la atención. Un muchacho nepali de 22 años, sin papeles, muerto debajo de un camión de la  limpieza de Colau, que ni es español, ni cátalan, que no vota, es un desgraciado más, un muerto de hambre, alguien que, según Vox y Cayetana viene a quitarles el trabajo a los honestos, honrados y trabajadores españoles que votaron la reforma laboral de PP y que han seguido votando al PSOE que prometió cambiarla y no lo hizo.

Si la mierda tuviera valor, los pobres nacerían sin culo. Todos hemos ganado estas elecciones. ¿Todos?. No, todos no. Un nepalí de 22 años no puede sonreír. No sonreirá nunca mas.