The news is by your side.

Una victoria de Susana Díaz

¿Será capaz el antagonismo institucional al susanismo de contrariar este estado de cosas?

 

Observadores de la vida pública andaluza, tertulianos y opinadores de múltiples ámbitos con cierta influencia en la opinión pública han concluido, no sin cierta sorpresa, que Susana Díaz ha logrado su primera victoria orgánica desde que perdiera la Junta de Andalucía en las elecciones del 2 de diciembre al lograr que personas de su confianza sigan al frente de las diputaciones provinciales, un importante centro de poder no sólo institucional sino también orgánico en el PSOE. Singularmente, porque la lideresa del Tardón no tiene un proyecto político, nunca lo ha tenido, sino un proyecto de poder personal, que después de su fracasado asalto a Ferraz, se ha convertido con todo sectarismo en una religión de trinchera, que sólo atiende al caudillaje de Díaz y a la red clientelar que la sustenta a cambio de empleos, dádivas y canonjías. Díaz se ha refugiado en esas redes clientelares que han creado una peligrosa impunidad, sobre todo, si el que se atrinchera en ellas convierte al propio Partido Socialista en un juguete para calmar ambiciones personales. Sic transit gloria mundi. 

 

Las diputaciones son el último bunker institucional para mantener el neocaciquismo susanista de resistencia en el sur.

 

Como corolario a esta oxigenación del susanato atisban los opinadores una falta de líderes sanchistas en Andalucía que, en cierta manera, es un vislumbre razonable por falta de bulto significativo  en cuanto a un relato alternativo, especialmente, después de que en los últimos años pareciera que un redivivo Shakespeare tomara de nuevo la pluma para poner en boca de Ricardo III los más disparatados planes e intrigas en el seno del PSOE y, por ello, la necesidad en el socialismo  andaluz de normalización y consolidación de auténticas alternativas desde el ámbito de las ideas progresistas. En la esgrima política las partes no siempre se compadecen con las mismas armas ni los mismos instrumentos, ni los mismos fines.

 

Sin embargo, el proceso –la política siempre es un proceso más que un acontecimiento- que llevó por segunda vez a la secretaría general del PSOE a Pedro Sánchez y la dinámica de cambio orgánico y político que ello conllevaba hasta llegar a los contextos actuales, en Andalucía han tenido los mismos protagonistas, antagonistas e iguales outsides.

 

Es decir,  el susanismo y sus antagonistas se habían sedimentado en un magma estamental en que sin matices el relato alternativo no se daba porque cuando entraba el leñador en el monte, los árboles sabían que el mango del hacha era uno de ellos. Y los outsides, intelectuales y profesionales capaces de general narrativas alternativas, son rechazados por ambas partes. El susanismo coadyuvó a que en Andalucía nos gobierne la peor de las derechas y, sobre todo, a la construcción de un espacio de oquedad política e ideológica, cuyos elementos sustantivos y constituyentes de la vida pública y orgánica son desplazados por las redes clientelares y un unamuniano fulanismo que hace que ya no se sepa, desde el poder, hablar sobre ideas, de conceptos, con razones, sino de un nominalismo cainita donde la única alternativa a la incondicional devotio ibérica hacia el líder es el ostracismo, lo cual conduce a un empobrecimiento intelectual, humano y político de la organización y las instituciones que gobierna. ¿Será capaz el antagonismo institucional al susanismo de contrariar este estado de cosas? ¿Seguirán apartando de la vida orgánica y pública a intelectuales, profesionales y activistas comprometidos por considerar que la política no debe transitar más allá del clientelismo y la medianía del momento? Veremos.